28 Febrero 2010
"Quien esté con el señor que se una a mí. Todos los de la tribu de leví se unieron a él y moisés proclamó, He aquí lo que dice el señor, dios de israel. Tome cada uno una espada, regrese al campamento y vaya de puerta en puerta matando al hermano, al amigo o al vecino. Y así fue como murieron cerca de tres mil hombres. La sangre corría entre las tiendas como una inundación que brotase del interior de la propia tierra, como si ella misma estuviera sangrando, los cuerpos degollados, los vientres abiertos rajados por la mitad yacían por todas partes, los gritos de las mujeres y de los niños eran tales que debían de llegar a la cima del monte sinaí, donde el señor se estaría recocijando con su venganza. Caín no podía creer lo que estaba viendo con sus ojos. No bastaban sodoma y gomorra arrasadas por el fuego, aquí, en la falda del monte sinaí, quedó patente la prueba irrefutable de la profunda maldad del señor, tres mil hombres muertos sólo porque le irritaba la invención de un supuesto rival en figura de becerro, Yo no hice nada más que matar a un hermano y el señor me castigó, quiero ver quién va a castigar al señor por estas muertes, y luego continuó, Lucifer sabía bien lo que hacía cuando se rebeló contra dios, hay quien dice que lo hizo por envidia y no es cierto, es que él conocía la maligna naturaleza del sujeto. Algo del polvo de oro soplado por el viento manchaba las manos de caín. Se las lavó en un charco como si cumpliese el ritual de sacudirse de los pies la tierra de un lugar donde hubiese sido mal recibido, se montó en el burro y se fue. Había una nube oscura en lo alto del monte sinaí, allí estaba el señor".
N. de la D.: Reproducimos este fragmento respetando el particular uso de los signos de puntuación, de las mayúsculas y minúsculas del autor.
N. de la D.: Reproducimos este fragmento respetando el particular uso de los signos de puntuación, de las mayúsculas y minúsculas del autor.
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