Por Federico Türpe
26 Febrero 2010
"Yo soy el hacker bueno", disparó por el chat de la nada y sin aviso previo.
"Te juro que jamás en mi vida hice un daño", escribió diez segundos más tarde.
"La bondad y la maldad de un hacker están en un límite muy discutible", respondí, también por el Messenger.
"Hay palestinos que te besarían los pies si amortiguás por media hora los servidores dedicados del Mossad", agregué desafiándolo.
"Puedo hacerlo; tendría que estudiar un poco, pero puedo hacerlo", aseguró.
"El Mosad te cortaría las manos antes de preguntarte si sos bueno", refuté.
"Dije que puedo hacerlo, no que lo haría", aclaró rápido.
"Te aseguro que por 50.000 dólares paralizás los servidores de todo Israel", insistí.
"Jajajaja (risa de chat), claro, por mucho menos... Pero te dije que soy bueno, tal vez por culpa de mi papá que me educó así. Nunca usaría lo que sé para hacer daño ni por toda la plata del mundo. Vos sabés que levanté esa página de Santiago sin cobrar un peso..."
(Se refiere a un diario de Santiago del Estero que fue hackeado en julio de 2009. Le intervinieron la portada y publicaron un título falso que decía "Murió Maradona". Sin que nadie lo pidiera, el "hacker bueno" identificó al agresor, bloqueó el ataque y normalizó el sitio en minutos).
En otra oportunidad, el "hacker bueno" estaba en un sanatorio, esperando en la guardia que lo dejaran pasar para visitar a un amigo que había sufrido un accidente automovilístico. Notó que una empleada administrativa tenía un problema con la computadora y le preguntó si podía ayudarla. Al borde del llanto, la muchacha le dijo que había borrado todos los archivos, supuestamente historias clínicas y movimientos contables. El "hacker bueno" le pidió permiso a la chica y tomó el teclado. En 15 minutos le recuperó todos los archivos y le armó un sistemita para que no ocurriera de nuevo el error. "El problema es que en ese sanatorio no podrán borrar nunca más un archivo sin llamarme", contó divertido.
Crackers vs hackers
Hay quienes hacen diferencias entre hackers y crackers. Hacker es un apasionado por la seguridad informática, muy creativo y solidario. Por el contrario, el cracker (término que podría derivar del inglés "crack", romper, o de la síntesis de "criminal hacker") es una persona destructiva, dañina y que sólo busca obtener beneficios personales.
Esto, que parece un tema de películas californianas, es una realidad que subyace en un Tucumán desconocido para la mayoría de sus habitantes, aunque bastante reconocida fronteras afuera.
Tal vez, empujado por la gran oferta académica (hay pocas ciudades en Sudamérica con tres universidades que enseñen informática); otro tanto por el gran nivel de formación que tienen esas carreras, y otro poco porque la picardía está en el ADN de los tucumanos, pese a que existe un discurso autodestructivo muy arraigado, denostativo y pesimista, que acaba con nuestra autoestima desde la cuna.
"Aunque un hacker porteño sepa la mitad de lo que sabe un hacker tucumano, lo escuchás hablar y parece que sabe el doble", sostiene el "hacker bueno".
Será por eso que hay tucumanos expertos en sistemas trabajando en Europa, en EEUU, en Silycon Valley, en Microsoft o en Apple. O será por ello que ya son varias las empresas de desarrollo web que han abierto oficinas en Tucumán, sin contar los nuevos emprendimientos autóctonos, al menos 15 en el último año. El gobierno ha comprendido, en parte, este fenómeno, y ha promovido una serie de subsidios destinados al desarrollo del software en la provincia, aunque muchos ingenieros se quejan porque son inalcanzables para los más chicos y afirman que sólo las empresas grandes pueden acceder a estos beneficios.
Mala prensa
El "hacker bueno" supone que una sociedad muy distinta se está gestando a la sombra del poder actual. "Internet tiene mala prensa. Fijate en los titulares de los diarios, siempre que se habla de internet es sobre sus peligros, sobre la pornografía, la pedofilia, las estafas con tarjetas de crédito, los riesgos para la seguridad o para contar que una chica conoció a su violador en Facebook", se queja el experto en sacar las papas del fuego.
Para un adulto siempre será mejor un niño jugando a la pelota que sentado frente a una computadora, cuando tal vez lo óptimo es que hiciera las dos cosas. En el Siglo XXI, poco futuro tendrá un niño que se pase todo el día jugando al fútbol, salvo que -talento mediante- su padre quiera hacer negocios con su hijo.
Los nostálgicos que reniegan del presente y anhelan volver a jugar a la pelota en la calle -como si ello fuera menos estupidizante que la Play Station-, no han comprendido que el mundo de hoy es "on demand", a pedido. Ya no hay que esperar hasta el sábado a la noche para ver una película en Canal 10 ni esperar un año hasta que salga el Long Play con la canción que nos gusta. Todo está ahí, al alcance de la mano, para emocionarse, relacionarse, disfrutar, divertirse, trabajar, progresar, aprender.
"Nunca nada en la historia hizo emocionarse a tanta gente como YouTube", dijo el "hacker bueno". Y agregó: "Internet es infinita, es maravillosa, es una revolución cultural fenomenal y en Tucumán tenemos un buen puñado de los mejores expertos para ayudar a esta sociedad a salir adelante, a ser mejores, a conectarnos con el mundo sin pedirle permiso ni pagarle peaje a Buenos Aires".
¿Y qué podríamos hacer para ayudar a que eso pase?, le pregunté antes de cerrar el Messenger. "Publicá en LA GACETA que el gobierno podría empezar por imitar a San Luis, que le garantizó conectividad a internet al 100 % de la población, sobre todo a los más humildes y postergados y está promoviendo un verdadero cambio cultural, porque se están igualando las oportunidades".
"Te juro que jamás en mi vida hice un daño", escribió diez segundos más tarde.
"La bondad y la maldad de un hacker están en un límite muy discutible", respondí, también por el Messenger.
"Hay palestinos que te besarían los pies si amortiguás por media hora los servidores dedicados del Mossad", agregué desafiándolo.
"Puedo hacerlo; tendría que estudiar un poco, pero puedo hacerlo", aseguró.
"El Mosad te cortaría las manos antes de preguntarte si sos bueno", refuté.
"Dije que puedo hacerlo, no que lo haría", aclaró rápido.
"Te aseguro que por 50.000 dólares paralizás los servidores de todo Israel", insistí.
"Jajajaja (risa de chat), claro, por mucho menos... Pero te dije que soy bueno, tal vez por culpa de mi papá que me educó así. Nunca usaría lo que sé para hacer daño ni por toda la plata del mundo. Vos sabés que levanté esa página de Santiago sin cobrar un peso..."
(Se refiere a un diario de Santiago del Estero que fue hackeado en julio de 2009. Le intervinieron la portada y publicaron un título falso que decía "Murió Maradona". Sin que nadie lo pidiera, el "hacker bueno" identificó al agresor, bloqueó el ataque y normalizó el sitio en minutos).
En otra oportunidad, el "hacker bueno" estaba en un sanatorio, esperando en la guardia que lo dejaran pasar para visitar a un amigo que había sufrido un accidente automovilístico. Notó que una empleada administrativa tenía un problema con la computadora y le preguntó si podía ayudarla. Al borde del llanto, la muchacha le dijo que había borrado todos los archivos, supuestamente historias clínicas y movimientos contables. El "hacker bueno" le pidió permiso a la chica y tomó el teclado. En 15 minutos le recuperó todos los archivos y le armó un sistemita para que no ocurriera de nuevo el error. "El problema es que en ese sanatorio no podrán borrar nunca más un archivo sin llamarme", contó divertido.
Crackers vs hackers
Hay quienes hacen diferencias entre hackers y crackers. Hacker es un apasionado por la seguridad informática, muy creativo y solidario. Por el contrario, el cracker (término que podría derivar del inglés "crack", romper, o de la síntesis de "criminal hacker") es una persona destructiva, dañina y que sólo busca obtener beneficios personales.
Esto, que parece un tema de películas californianas, es una realidad que subyace en un Tucumán desconocido para la mayoría de sus habitantes, aunque bastante reconocida fronteras afuera.
Tal vez, empujado por la gran oferta académica (hay pocas ciudades en Sudamérica con tres universidades que enseñen informática); otro tanto por el gran nivel de formación que tienen esas carreras, y otro poco porque la picardía está en el ADN de los tucumanos, pese a que existe un discurso autodestructivo muy arraigado, denostativo y pesimista, que acaba con nuestra autoestima desde la cuna.
"Aunque un hacker porteño sepa la mitad de lo que sabe un hacker tucumano, lo escuchás hablar y parece que sabe el doble", sostiene el "hacker bueno".
Será por eso que hay tucumanos expertos en sistemas trabajando en Europa, en EEUU, en Silycon Valley, en Microsoft o en Apple. O será por ello que ya son varias las empresas de desarrollo web que han abierto oficinas en Tucumán, sin contar los nuevos emprendimientos autóctonos, al menos 15 en el último año. El gobierno ha comprendido, en parte, este fenómeno, y ha promovido una serie de subsidios destinados al desarrollo del software en la provincia, aunque muchos ingenieros se quejan porque son inalcanzables para los más chicos y afirman que sólo las empresas grandes pueden acceder a estos beneficios.
Mala prensa
El "hacker bueno" supone que una sociedad muy distinta se está gestando a la sombra del poder actual. "Internet tiene mala prensa. Fijate en los titulares de los diarios, siempre que se habla de internet es sobre sus peligros, sobre la pornografía, la pedofilia, las estafas con tarjetas de crédito, los riesgos para la seguridad o para contar que una chica conoció a su violador en Facebook", se queja el experto en sacar las papas del fuego.
Para un adulto siempre será mejor un niño jugando a la pelota que sentado frente a una computadora, cuando tal vez lo óptimo es que hiciera las dos cosas. En el Siglo XXI, poco futuro tendrá un niño que se pase todo el día jugando al fútbol, salvo que -talento mediante- su padre quiera hacer negocios con su hijo.
Los nostálgicos que reniegan del presente y anhelan volver a jugar a la pelota en la calle -como si ello fuera menos estupidizante que la Play Station-, no han comprendido que el mundo de hoy es "on demand", a pedido. Ya no hay que esperar hasta el sábado a la noche para ver una película en Canal 10 ni esperar un año hasta que salga el Long Play con la canción que nos gusta. Todo está ahí, al alcance de la mano, para emocionarse, relacionarse, disfrutar, divertirse, trabajar, progresar, aprender.
"Nunca nada en la historia hizo emocionarse a tanta gente como YouTube", dijo el "hacker bueno". Y agregó: "Internet es infinita, es maravillosa, es una revolución cultural fenomenal y en Tucumán tenemos un buen puñado de los mejores expertos para ayudar a esta sociedad a salir adelante, a ser mejores, a conectarnos con el mundo sin pedirle permiso ni pagarle peaje a Buenos Aires".
¿Y qué podríamos hacer para ayudar a que eso pase?, le pregunté antes de cerrar el Messenger. "Publicá en LA GACETA que el gobierno podría empezar por imitar a San Luis, que le garantizó conectividad a internet al 100 % de la población, sobre todo a los más humildes y postergados y está promoviendo un verdadero cambio cultural, porque se están igualando las oportunidades".
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