Por Fabio Ladetto
19 Febrero 2010
La relación entre Antonio Domingo Bussi y Luciano Benjamín Menéndez siempre fue tensa y distante. Con las exposiciones de cada uno ante el Tribunal Oral en lo Criminal Federal, quedaron nuevamente en evidencia sus diferencias e, incluso, la intención de mostrarse independiente uno del otro en los 70, con poder absoluto y control total de sus decisiones.
Ambos se reivindicaron como los comandantes operativos sobre el territorio y exculparon a sus subordinados (en la escala militar, Bussi lo era respecto de Menéndez) de cualquier hecho. De este modo, la puja reedita lo que vivieron hace más de 30 años, en la carrera castrense.
El discurso del ex gobernador tucumano abundó en una detallada descripción de lo ocurrido en esos años, tanto en las acciones militares contra el ERP y los Montoneros como en la actividad política y de gestión. El comandante del III Cuerpo del Ejército, en cambio, se abocó a descalificar el proceso judicial (responsabilizó a los Kirchner de los juicios penales) y a defender su actuación a partir de la orden constitucional dada por la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón.
Bussi, mucho más firme y enérgico que hace dos años (y menos emotivo también), resaltó el alto grado de autonomía que existía en las operaciones en Tucumán, y remarcó que sólo atendía instrucciones del Gobierno nacional (primero de la viuda de Perón y luego de la junta militar). Con sus dichos, dejó de lado sus propias palabras, cuando en el proceso por la desaparición de Guillermo Vargas Aignasse, aseveró que había un férreo control de sus superiores, incluso hasta en la confección de las listas de personas a detener.
Menéndez, por su parte, demostró otra vez su perfil ideológico. Casi con ironía y con orgullo, admitió que siempre dice lo mismo, sean quienes sean el acusador y las víctimas.
Hace más de tres décadas, estos dos militares se disputaron el poder interno y cada uno trató de quedarse con un pedazo de la historia. Nada cambió en la relación entre ellos en este presente que los tiene como imputados.
Ambos se reivindicaron como los comandantes operativos sobre el territorio y exculparon a sus subordinados (en la escala militar, Bussi lo era respecto de Menéndez) de cualquier hecho. De este modo, la puja reedita lo que vivieron hace más de 30 años, en la carrera castrense.
El discurso del ex gobernador tucumano abundó en una detallada descripción de lo ocurrido en esos años, tanto en las acciones militares contra el ERP y los Montoneros como en la actividad política y de gestión. El comandante del III Cuerpo del Ejército, en cambio, se abocó a descalificar el proceso judicial (responsabilizó a los Kirchner de los juicios penales) y a defender su actuación a partir de la orden constitucional dada por la entonces presidenta María Estela Martínez de Perón.
Bussi, mucho más firme y enérgico que hace dos años (y menos emotivo también), resaltó el alto grado de autonomía que existía en las operaciones en Tucumán, y remarcó que sólo atendía instrucciones del Gobierno nacional (primero de la viuda de Perón y luego de la junta militar). Con sus dichos, dejó de lado sus propias palabras, cuando en el proceso por la desaparición de Guillermo Vargas Aignasse, aseveró que había un férreo control de sus superiores, incluso hasta en la confección de las listas de personas a detener.
Menéndez, por su parte, demostró otra vez su perfil ideológico. Casi con ironía y con orgullo, admitió que siempre dice lo mismo, sean quienes sean el acusador y las víctimas.
Hace más de tres décadas, estos dos militares se disputaron el poder interno y cada uno trató de quedarse con un pedazo de la historia. Nada cambió en la relación entre ellos en este presente que los tiene como imputados.
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