30 Noviembre 2009
La genealogía en estos últimos tiempos tuvo un avance a pasos agigantados. Emerge de la esfera meramente familiar y de estudios realizados solitariamente, para lanzarse a un horizonte enriquecedor. Hoy nadie duda de que lo que antes era un simple pasatiempo se ha transformado en una pasión para consolidarse, prácticamente, como una obligación: conocer nuestros ancestros. Si bien es la historia de una familia, también es la de una región, para encauzarnos en las raíces mismas de la nación. Esta no se supera, sino que se asume, tomando como base tantas corrientes migratorias y las originarias. De allí su importancia de conocerla y palparla.
Lo podemos advertir hoy en la escuela primaria, que lo constituyó también como una necesidad, para enseñar al alumno no sólo a conocer su identidad y su procedencia como familia, sino como un signo de pertenencia a esta tierra. Nuestra experiencia, al presidir la Federación Argentina de Genealogía (miembro de la Confederación Internacional de Genealogía, con sede en Francia), nos llevó a concretar un gran proyecto: fundar en Tucumán la Escuela Argentina de Genealogía, en 2006, dirigida a interesados y estudiosos en la materia, por cuanto veíamos el interés en una ciencia que, por su interdisciplinariedad con la medicina, historia, derecho, genética, demografía, economía, sociología y psicología, entre otras, y sus relaciones con la toponimia, onomástica, paleografía y el folclore, hacían más que lógico su estudio en otro nivel.
En la universidad
Los métodos de investigación son idénticos a los utilizados por los historiadores, por lo que deben ser precisos y basarse en fuentes fidedignas. En este año, y gracias a la convocatoria de la Universidad de San Pablo-T, sobre la base de un proyecto nuestro se creó la Diplomatura en Genealogía y Heráldica, primera en el sistema universitario argentino y única en su género en toda Iberoamérica. Actúo como coordinador académico y se ha conformado un plantel con especialistas locales, de Buenos Aires, Córdoba, España y Canadá.
Esto demuestra claramente que antes se hablaba de una historia familiar para luego seguir un largo camino por la historia social, desembocando en lo que alentábamos hace tiempo en una genealogía cultural e institucional, forjándola hoy en los estudios superiores universitarios. Esto refuerza aún más el concepto de que la genealogía es patrimonio de cada uno e investigarla es hacer de periodista de nuestra propia familia y de nuestros ascendientes, logrando nuestro abolengo -que no es otra cosa que una larga lista de abuelos-, no sólo para consolidar nuestro árbol genealógico, sino también para solidificar las bases de nuestra patria chica, enriqueciendo la memoria de nuestra nación. No podemos encaminarnos en nuestro presente si no observamos el pasado, para lograr vislumbrar nuestro futuro.
Lo podemos advertir hoy en la escuela primaria, que lo constituyó también como una necesidad, para enseñar al alumno no sólo a conocer su identidad y su procedencia como familia, sino como un signo de pertenencia a esta tierra. Nuestra experiencia, al presidir la Federación Argentina de Genealogía (miembro de la Confederación Internacional de Genealogía, con sede en Francia), nos llevó a concretar un gran proyecto: fundar en Tucumán la Escuela Argentina de Genealogía, en 2006, dirigida a interesados y estudiosos en la materia, por cuanto veíamos el interés en una ciencia que, por su interdisciplinariedad con la medicina, historia, derecho, genética, demografía, economía, sociología y psicología, entre otras, y sus relaciones con la toponimia, onomástica, paleografía y el folclore, hacían más que lógico su estudio en otro nivel.
En la universidad
Los métodos de investigación son idénticos a los utilizados por los historiadores, por lo que deben ser precisos y basarse en fuentes fidedignas. En este año, y gracias a la convocatoria de la Universidad de San Pablo-T, sobre la base de un proyecto nuestro se creó la Diplomatura en Genealogía y Heráldica, primera en el sistema universitario argentino y única en su género en toda Iberoamérica. Actúo como coordinador académico y se ha conformado un plantel con especialistas locales, de Buenos Aires, Córdoba, España y Canadá.
Esto demuestra claramente que antes se hablaba de una historia familiar para luego seguir un largo camino por la historia social, desembocando en lo que alentábamos hace tiempo en una genealogía cultural e institucional, forjándola hoy en los estudios superiores universitarios. Esto refuerza aún más el concepto de que la genealogía es patrimonio de cada uno e investigarla es hacer de periodista de nuestra propia familia y de nuestros ascendientes, logrando nuestro abolengo -que no es otra cosa que una larga lista de abuelos-, no sólo para consolidar nuestro árbol genealógico, sino también para solidificar las bases de nuestra patria chica, enriqueciendo la memoria de nuestra nación. No podemos encaminarnos en nuestro presente si no observamos el pasado, para lograr vislumbrar nuestro futuro.
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