30 Noviembre 2009
DE EUROPA A AMERICA. Alejandro Druetta descubrió que su bisabuelo había llegado a la Argentina cuando tenía 14 años, procedente del Piamonte, Italia. LA GACETA - FRANCO VERA
Una voz interna despierta de pronto. Transmite una necesidad imperiosa. Y es imposible de callar. Buscar pistas para reconstruir el pasado familiar refuerza la identidad de una persona y se ha transformado en un hábito cada vez más frecuente. Internet ha facilitado el trabajo de armar árboles genealógicos y, por lo general, los jóvenes son los más interesados en conocer su pasado.
En el Registro Civil, en las iglesias y en los cementerios aumenta el número de más personas que se acercan en búsqueda de pistas que les permitan reconstruir su historia familiar. A veces no se trata sólo de llenar el casillero de un árbol genealógico con un nombre; el interés lleva a la gente a estudiar historia e idiomas en un minucioso trabajo que puede extenderse por más de 10 años.
En los centros donde suele conseguirse información para reconstruir las historias familiares cuentan que el creciente interés por esta actividad comenzó hace dos años, cuando en las escuelas las maestras empezaron a pedirles como tarea a sus alumnos de tercer y cuarto grado que elaboren sus árboles genealógicos. Y la iniciativa parece haber contagiado a los miembros de la familia del estudiante.
Sin embargo, cada persona que trabaja para hallar su pasado tiene un motivo singular que la motorizó a empezar la búsqueda. A Alejandro Marcelo Druetta, de 37 años, lo movilizó una situación muy especial. El nunca pudo disfrutar de sus abuelos. Cuando era pequeño tuvo que abandonar su Santa Fe natal para instalarse junto a su familia en Tucumán.
"La distancia me marcó mucho", cuenta este especialista en electrónica, padre de tres hijos, vecino de Tafí Viejo. Hace nueve años decidió hacer realidad el sueño de indagar en su pasado. Comenzó por coleccionar leyendas familiares. Su humilde árbol consignaba, por entonces, tan sólo unos 15 integrantes.
Alejandro no se quedó quieto. Siguió rastreando la línea de su apellido paterno, de origen italiano. Su familia había llegado a Argentina desde el Piamonte (norte de Italia). "Me interesaba conocer a fondo por qué habían dejado su país de origen para instalarse en Argentina", explica.
La intriga lo llevó a viajar a Santa Fe, donde entrevistó a sus familiares. Así descubrió que su bisabuelo había llegado a los 14 años para trabajar la tierra.
Promesa alentadora
La gran miseria que por esos años, 1884, se padecía en Italia lo empujó a hacer un viaje sin rumbo junto a dos hermanos. Salieron buscando el progreso y en esos tiempos el horizonte que prometía Argentina era alentador.
De a poco, Druetta fue atando cabos hasta que halló que tenía familiares por muchas partes del país. En septiembre de este año, armó un mapa y se lanzó a recorrer la Argentina para completar el árbol. Durante un mes golpeó puertas de desconocidos que llevaban su misma sangre. Hoy se muestra orgulloso y cuenta que su ejemplar se ramificó tanto que ya cuenta con 379 integrantes.
"Obtuve resultados excelentes en los pueblos chicos, porque la gente es más confiada. Al principio, mis familiares me miraban raro. Después se producía un reconocimiento impactante y al final, la búsqueda terminaba siendo un encuentro afectuoso", describe Alejandro, cuyo próximo objetivo es visitar la tierra de sus ancestros en Italia.
De repente detiene el diálogo, se lleva las manos a la cara y reflexiona: "todo esto me ha llenado tanto... me ha permitido comprender muchas cosas acerca de lo que soy".
Cierra la entrevista contando una anécdota: "me encontré con que muchos hombres de mi familia tenemos una marca idéntica debajo de la tetilla. A veces, ese era el dato que terminaba confirmando el nexo sospechado".
El paso a paso del árbol genealógico
El primer paso, según aconsejan los expertos, es consultar a los parientes por nombres, fechas de nacimiento y matrimonios.
Indagar sobre leyendas y costumbres familiares. Buscar cartas y fotos. Consulte en internet información sobre apellidos y familias.
Consultar archivos históricos, de diarios, de los registros civiles y de las iglesias, que tienen datos sobre bautismos y matrimonios.
Buscar en centros de genealogía, cementerios y bibliotecas. Hay libros especiales referidos a diferentes familias tucumanas o del NOA.
Los viajes a los sitios que habitaron los antepasados constituyen una fuente inagotable de información sobre la historia familiar.
Anotar todos los datos de manera clara y prolija, y crear un registro en fichas con el material que se ha ido obteniendo.
En el Registro Civil, en las iglesias y en los cementerios aumenta el número de más personas que se acercan en búsqueda de pistas que les permitan reconstruir su historia familiar. A veces no se trata sólo de llenar el casillero de un árbol genealógico con un nombre; el interés lleva a la gente a estudiar historia e idiomas en un minucioso trabajo que puede extenderse por más de 10 años.
En los centros donde suele conseguirse información para reconstruir las historias familiares cuentan que el creciente interés por esta actividad comenzó hace dos años, cuando en las escuelas las maestras empezaron a pedirles como tarea a sus alumnos de tercer y cuarto grado que elaboren sus árboles genealógicos. Y la iniciativa parece haber contagiado a los miembros de la familia del estudiante.
Sin embargo, cada persona que trabaja para hallar su pasado tiene un motivo singular que la motorizó a empezar la búsqueda. A Alejandro Marcelo Druetta, de 37 años, lo movilizó una situación muy especial. El nunca pudo disfrutar de sus abuelos. Cuando era pequeño tuvo que abandonar su Santa Fe natal para instalarse junto a su familia en Tucumán.
"La distancia me marcó mucho", cuenta este especialista en electrónica, padre de tres hijos, vecino de Tafí Viejo. Hace nueve años decidió hacer realidad el sueño de indagar en su pasado. Comenzó por coleccionar leyendas familiares. Su humilde árbol consignaba, por entonces, tan sólo unos 15 integrantes.
Alejandro no se quedó quieto. Siguió rastreando la línea de su apellido paterno, de origen italiano. Su familia había llegado a Argentina desde el Piamonte (norte de Italia). "Me interesaba conocer a fondo por qué habían dejado su país de origen para instalarse en Argentina", explica.
La intriga lo llevó a viajar a Santa Fe, donde entrevistó a sus familiares. Así descubrió que su bisabuelo había llegado a los 14 años para trabajar la tierra.
Promesa alentadora
La gran miseria que por esos años, 1884, se padecía en Italia lo empujó a hacer un viaje sin rumbo junto a dos hermanos. Salieron buscando el progreso y en esos tiempos el horizonte que prometía Argentina era alentador.
De a poco, Druetta fue atando cabos hasta que halló que tenía familiares por muchas partes del país. En septiembre de este año, armó un mapa y se lanzó a recorrer la Argentina para completar el árbol. Durante un mes golpeó puertas de desconocidos que llevaban su misma sangre. Hoy se muestra orgulloso y cuenta que su ejemplar se ramificó tanto que ya cuenta con 379 integrantes.
"Obtuve resultados excelentes en los pueblos chicos, porque la gente es más confiada. Al principio, mis familiares me miraban raro. Después se producía un reconocimiento impactante y al final, la búsqueda terminaba siendo un encuentro afectuoso", describe Alejandro, cuyo próximo objetivo es visitar la tierra de sus ancestros en Italia.
De repente detiene el diálogo, se lleva las manos a la cara y reflexiona: "todo esto me ha llenado tanto... me ha permitido comprender muchas cosas acerca de lo que soy".
Cierra la entrevista contando una anécdota: "me encontré con que muchos hombres de mi familia tenemos una marca idéntica debajo de la tetilla. A veces, ese era el dato que terminaba confirmando el nexo sospechado".
El paso a paso del árbol genealógico
El primer paso, según aconsejan los expertos, es consultar a los parientes por nombres, fechas de nacimiento y matrimonios.
Indagar sobre leyendas y costumbres familiares. Buscar cartas y fotos. Consulte en internet información sobre apellidos y familias.
Consultar archivos históricos, de diarios, de los registros civiles y de las iglesias, que tienen datos sobre bautismos y matrimonios.
Buscar en centros de genealogía, cementerios y bibliotecas. Hay libros especiales referidos a diferentes familias tucumanas o del NOA.
Los viajes a los sitios que habitaron los antepasados constituyen una fuente inagotable de información sobre la historia familiar.
Anotar todos los datos de manera clara y prolija, y crear un registro en fichas con el material que se ha ido obteniendo.
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