22 Noviembre 2009
El origen del Libertador y la construcción del mito
Durante marzo y abril de 2001, cuatro autores que investigaron sobre la vida de San Martín sostuvieron una ardua polémica en torno al posible origen mestizo del héroe argentino y a la manera en que se inscribió su figura en el imaginario popular. A continuación, reproducimos pasajes de un debate que se plasmó en diferentes ediciones de este suplemento.
San Martín. Mito e historia
Por José Ignacio García Hamilton *
A principios del siglo XX, con el objetivo de homogeneizar a los hijos de inmigrantes, el Consejo de Educación de nuestro país inició una campaña de educación patriótica que incluyó en los primeros grados el "ciclo de los héroes" a través de una "enseñanza legendaria". Eran los años en que el ministro de Instrucción Pública, Joaquín V. González, sostenía: "el patriotismo es una religión"; y Ricardo Rojas expresaba: "la patria es una forma visible de la divinidad".
Las figuras de nuestra independencia fueron perdiendo entonces sus características mundanales y sus limitaciones humanas, para convertirse en personajes sobrenaturales, sagrados, generalmente asexuados, que hasta morían en forma especial diciendo frases ejemplares como "viva la patria aunque yo perezca" o lograban detener las agujas de los relojes al expirar (como San Martín)?
José de San Martín, como héroe militar, quedó intacto en el mundo de lo trascendente, con sus restos instalados en la Catedral de Buenos Aires y su propia oración inventada por Belisario Roldán: "Padre nuestro que estás en el bronce"?
El psicoanalista Roberto Rusconi, en su libro El fantasma de la realidad, considera que los argentinos tenemos una orfandad de base que nos ha llevado a la creación de un mito de un padre de la patria, a quien la exaltada ideología nacionalista, llena de embriaguez narcisista y conducta megalomaníaca ("somos los mejores del mundo"), elevó al nivel de un "Santo de la espada", según el contradictorio título de la biografía escrita por Ricardo Rojas. Esta manía de grandeza -conjetura- oculta un sometimiento masoquista nacional que se expresa en la tristeza musicalizada por el tango. Por haberse constituido ese mito sobre un "parricida culposo en relación con España", de reiteradas desobediencias al Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata y que no pudo asumir plenamente la paternidad de su hija biológica Mercedes, la función mítica habría fracasado y los argentinos hijos de ese padre de la patria, nos hemos identificado con los rasgos negativos y masoquistas de esta imagen, lo que nos lleva al sometimiento a caudillos y tiranos, y al cumplimiento de las leyes?
La propia Eva Duarte de Perón, a quien según Rusconi nuestra orfandad la convirtió en madre mítica de pecho inagotable que brinda bienestar, o bruja de boca insaciable que succiona y quita, prefirió claramente el San Martín blanco y sagrado antes que el hombre morocho y seguramente mestizo descripto por tantos testigos del siglo XIX (Juan B. Alberdi, Pastor Obligado, Benjamín Vicuña Mackenna, Mary Graham, Bartolomé Mitre, que habló de su "instinto de raza", el propio Don José que dijo a los caciques pehuenches "yo soy un indio como ustedes" y Joaquina Alvear de Arrotea, cuya afición por el sexo opuesto o declarada "erotomanía" no puede invalidar todas las manifestaciones de su álbum familiar)?.
El predominio de los elementos mitológicos sobre los históricos sirvió para "argentinizar a los descendientes de los gringos", pero lo hizo a costa de subestimar la inteligencia de los escolares y pretender congelar su entendimiento en los mecanismos propios de la magia: rebajar la ciencia histórica al nivel de los dogmas, desalentar las investigaciones críticas e incentivar los torneos de elogios a los próceres; y desarrollar en la población un espíritu xenófobo y a la vez sumiso, que ha sido el germen de aventuras belicistas y prolongadas dictaduras militares.
(*) Fragmento de artículo publicado aquí el 1 de abril de 2001.
José Ignacio García Hamilton era escritor y político; autor de "Don José", libro en el que reconstruye la vida de San Martín y que se transformó en un extraordinario fenómeno editorial. Falleció el pasado 18 de junio, a los 65 años.
El mestizo
Por Hugo Chumbita y Diego Herrera Vegas *
En el II Congreso Internacional Sanmartiniano (Buenos Aires, 14-16 de agosto de 2000) Hugo Chumbita sostuvo la ponencia sobre "el origen de San Martín y su proyecto americano", en la que presentó antiguas y nuevas evidencias de que José de San Martín habría sido en realidad hijo natural del marino español don Diego de Alvear y Ponce de León con una indígena correntina, quien, según la tradición oral popular, fue Rosa Guarú, recordada también como nodriza del niño en Yapeyú. Uno de los elementos probatorios son las memorias de Joaquina de Alvear, nieta del brigadier Diego de Alvear e hija del general Carlos de Alvear?
Según el informe médico ordenado por un juez de Rosario, Joaquina padecía lo que en su época se denominaba "erotomanía" -un trastorno mental estudiado por los franceses E. Esquirol y G. De Clérembault- que no perturbaba su memoria, pero que al liberarla de ciertas inhibiciones, probablemente la indujo a realizar una confesión a sus descendientes y transgredir los prejuicios de la sociedad de su tiempo que vedaban hablar de ciertas cosas?
(*) Fragmento de un artículo publicado en LA GACETA Literaria, el 18 de marzo 2001.
Hugo Chumbita es profesor de Historia política de la Universidad de La Matanza y autor de "El secreto de Yapeyú. El origen mestizo de San Martín" (Emecé, 2001).
Diego Herrera Vegas es presidente de la Academia Americana de Genealogistas y autor, junto a Chumbita, de "El manuscrito de Joaquina. San Martín y el secreto de la familia Alvear" (Catálogos, 2007).
Entre maniqueísmo y vaguedades
Por Patricia Pasquali *
ugo Chumbita y Diego Herrera Vegas hacen referencia al trabajo presentado por Chumbita en el II Congreso Internacional Sanmartiniano realizado en Buenos Aires entre el 14 y el 16 de agosto de 2000. Conozco el trabajo y no es verdad que contenga "antiguas y nuevas evidencias" de que San Martín fuera hijo de Diego de Alvear y de la aborigen guaraní Rosa Guarú (obsérvese que ésta falleció en 1880 sobreviviendo 30 años a su pretendido hijo, que murió a los 72, con lo cual el autor de marras calcula que habría vivido la friolera de 120 años). En esa ocasión, la ponencia de Chumbita fue refutada contundentemente por Diego Sarcona, luego de lo cual fue fundadamente rechazada, detalle que olvidaron consignar los autores del artículo al que contesto.
Aclarado esto, el mismo autor dice que "uno de los elementos probatorios son las memorias de Joaquina de Alvear". En verdad, esta era la única potencial evidencia a la que se aferraron con fruición, desconociendo que forma parte de una preceptiva metodológica básica para cualquier historiador profesional, que no debe nunca proceder a dar crédito de valor probatorio documental a una fuente de carácter testimonial aislada, por la posible arbitrariedad intrínseca a su subjetivismo. Sólo puede admitirse como verosímil su contenido, luego de haber sido confrontado y corroborado por otros datos concordantes. No es el caso del escrito de Joaquina?
Finalmente, la declaración judicial de hallarse Joaquina de Alvear en "estado de demencia", no se cambia poniendo el acento en su "erotomanía". ¿Y qué hay con respecto a su propensión a ligarse en sus desvaríos a personajes prominentes? El Papa, Thiers? ¿por qué no San Martín? Lo cierto es que queda en pie la insania mental de dicha señora, que termina de invalidar su testimonio, el único en que se fundó la nueva filiación del Libertador?
(*) Fragmento de la réplica publicada en estas páginas el 25 de marzo de 2001.
Patricia Pasquali era miembro de la Academia Nacional de la Historia. Escribió "San Martín. La fuerza de la misión y la soledad de la gloria" (Planeta, 1999) y "San Martín confidencial" (Planeta, 2000). Murió, a los 51 años, en 2008.
Por José Ignacio García Hamilton *
A principios del siglo XX, con el objetivo de homogeneizar a los hijos de inmigrantes, el Consejo de Educación de nuestro país inició una campaña de educación patriótica que incluyó en los primeros grados el "ciclo de los héroes" a través de una "enseñanza legendaria". Eran los años en que el ministro de Instrucción Pública, Joaquín V. González, sostenía: "el patriotismo es una religión"; y Ricardo Rojas expresaba: "la patria es una forma visible de la divinidad".
Las figuras de nuestra independencia fueron perdiendo entonces sus características mundanales y sus limitaciones humanas, para convertirse en personajes sobrenaturales, sagrados, generalmente asexuados, que hasta morían en forma especial diciendo frases ejemplares como "viva la patria aunque yo perezca" o lograban detener las agujas de los relojes al expirar (como San Martín)?
José de San Martín, como héroe militar, quedó intacto en el mundo de lo trascendente, con sus restos instalados en la Catedral de Buenos Aires y su propia oración inventada por Belisario Roldán: "Padre nuestro que estás en el bronce"?
El psicoanalista Roberto Rusconi, en su libro El fantasma de la realidad, considera que los argentinos tenemos una orfandad de base que nos ha llevado a la creación de un mito de un padre de la patria, a quien la exaltada ideología nacionalista, llena de embriaguez narcisista y conducta megalomaníaca ("somos los mejores del mundo"), elevó al nivel de un "Santo de la espada", según el contradictorio título de la biografía escrita por Ricardo Rojas. Esta manía de grandeza -conjetura- oculta un sometimiento masoquista nacional que se expresa en la tristeza musicalizada por el tango. Por haberse constituido ese mito sobre un "parricida culposo en relación con España", de reiteradas desobediencias al Gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata y que no pudo asumir plenamente la paternidad de su hija biológica Mercedes, la función mítica habría fracasado y los argentinos hijos de ese padre de la patria, nos hemos identificado con los rasgos negativos y masoquistas de esta imagen, lo que nos lleva al sometimiento a caudillos y tiranos, y al cumplimiento de las leyes?
La propia Eva Duarte de Perón, a quien según Rusconi nuestra orfandad la convirtió en madre mítica de pecho inagotable que brinda bienestar, o bruja de boca insaciable que succiona y quita, prefirió claramente el San Martín blanco y sagrado antes que el hombre morocho y seguramente mestizo descripto por tantos testigos del siglo XIX (Juan B. Alberdi, Pastor Obligado, Benjamín Vicuña Mackenna, Mary Graham, Bartolomé Mitre, que habló de su "instinto de raza", el propio Don José que dijo a los caciques pehuenches "yo soy un indio como ustedes" y Joaquina Alvear de Arrotea, cuya afición por el sexo opuesto o declarada "erotomanía" no puede invalidar todas las manifestaciones de su álbum familiar)?.
El predominio de los elementos mitológicos sobre los históricos sirvió para "argentinizar a los descendientes de los gringos", pero lo hizo a costa de subestimar la inteligencia de los escolares y pretender congelar su entendimiento en los mecanismos propios de la magia: rebajar la ciencia histórica al nivel de los dogmas, desalentar las investigaciones críticas e incentivar los torneos de elogios a los próceres; y desarrollar en la población un espíritu xenófobo y a la vez sumiso, que ha sido el germen de aventuras belicistas y prolongadas dictaduras militares.
(*) Fragmento de artículo publicado aquí el 1 de abril de 2001.
José Ignacio García Hamilton era escritor y político; autor de "Don José", libro en el que reconstruye la vida de San Martín y que se transformó en un extraordinario fenómeno editorial. Falleció el pasado 18 de junio, a los 65 años.
El mestizo
Por Hugo Chumbita y Diego Herrera Vegas *
En el II Congreso Internacional Sanmartiniano (Buenos Aires, 14-16 de agosto de 2000) Hugo Chumbita sostuvo la ponencia sobre "el origen de San Martín y su proyecto americano", en la que presentó antiguas y nuevas evidencias de que José de San Martín habría sido en realidad hijo natural del marino español don Diego de Alvear y Ponce de León con una indígena correntina, quien, según la tradición oral popular, fue Rosa Guarú, recordada también como nodriza del niño en Yapeyú. Uno de los elementos probatorios son las memorias de Joaquina de Alvear, nieta del brigadier Diego de Alvear e hija del general Carlos de Alvear?
Según el informe médico ordenado por un juez de Rosario, Joaquina padecía lo que en su época se denominaba "erotomanía" -un trastorno mental estudiado por los franceses E. Esquirol y G. De Clérembault- que no perturbaba su memoria, pero que al liberarla de ciertas inhibiciones, probablemente la indujo a realizar una confesión a sus descendientes y transgredir los prejuicios de la sociedad de su tiempo que vedaban hablar de ciertas cosas?
(*) Fragmento de un artículo publicado en LA GACETA Literaria, el 18 de marzo 2001.
Hugo Chumbita es profesor de Historia política de la Universidad de La Matanza y autor de "El secreto de Yapeyú. El origen mestizo de San Martín" (Emecé, 2001).
Diego Herrera Vegas es presidente de la Academia Americana de Genealogistas y autor, junto a Chumbita, de "El manuscrito de Joaquina. San Martín y el secreto de la familia Alvear" (Catálogos, 2007).
Entre maniqueísmo y vaguedades
Por Patricia Pasquali *
ugo Chumbita y Diego Herrera Vegas hacen referencia al trabajo presentado por Chumbita en el II Congreso Internacional Sanmartiniano realizado en Buenos Aires entre el 14 y el 16 de agosto de 2000. Conozco el trabajo y no es verdad que contenga "antiguas y nuevas evidencias" de que San Martín fuera hijo de Diego de Alvear y de la aborigen guaraní Rosa Guarú (obsérvese que ésta falleció en 1880 sobreviviendo 30 años a su pretendido hijo, que murió a los 72, con lo cual el autor de marras calcula que habría vivido la friolera de 120 años). En esa ocasión, la ponencia de Chumbita fue refutada contundentemente por Diego Sarcona, luego de lo cual fue fundadamente rechazada, detalle que olvidaron consignar los autores del artículo al que contesto.
Aclarado esto, el mismo autor dice que "uno de los elementos probatorios son las memorias de Joaquina de Alvear". En verdad, esta era la única potencial evidencia a la que se aferraron con fruición, desconociendo que forma parte de una preceptiva metodológica básica para cualquier historiador profesional, que no debe nunca proceder a dar crédito de valor probatorio documental a una fuente de carácter testimonial aislada, por la posible arbitrariedad intrínseca a su subjetivismo. Sólo puede admitirse como verosímil su contenido, luego de haber sido confrontado y corroborado por otros datos concordantes. No es el caso del escrito de Joaquina?
Finalmente, la declaración judicial de hallarse Joaquina de Alvear en "estado de demencia", no se cambia poniendo el acento en su "erotomanía". ¿Y qué hay con respecto a su propensión a ligarse en sus desvaríos a personajes prominentes? El Papa, Thiers? ¿por qué no San Martín? Lo cierto es que queda en pie la insania mental de dicha señora, que termina de invalidar su testimonio, el único en que se fundó la nueva filiación del Libertador?
(*) Fragmento de la réplica publicada en estas páginas el 25 de marzo de 2001.
Patricia Pasquali era miembro de la Academia Nacional de la Historia. Escribió "San Martín. La fuerza de la misión y la soledad de la gloria" (Planeta, 1999) y "San Martín confidencial" (Planeta, 2000). Murió, a los 51 años, en 2008.
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