20 Noviembre 2009
No sería extraño que alguno de los cinco hijos de Paula Martínez desarrolle la vocación de conductor. Su esposo, Eduardo Pacheco, es taxista, y ella maneja colectivos. Siempre estuvo ligada a los motores y considera que esta es una buena forma de ganarse la vida.
Paula se sonríe al recordar que varias veces le tocó llevar a amigos de sus hijos como pasajeros en el ómnibus. "En la escuela, mis hijos les cuentan a todos sus amigos lo que yo hago y se sienten orgullosos", asegura.
Paula ya tuvo otra experiencia como colectivera: trabajó cuatro años en la empresa El Ceibo. Luego, condujo un transporte escolar y hasta manejó un taxi. "La diferencia entre nosotras y los hombres es que ellos son menos tolerantes", dice.
Paula se sonríe al recordar que varias veces le tocó llevar a amigos de sus hijos como pasajeros en el ómnibus. "En la escuela, mis hijos les cuentan a todos sus amigos lo que yo hago y se sienten orgullosos", asegura.
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