15 Noviembre 2009
HONOR. Fesser tuvo su retrospectiva. LA GACETA ENVIADO ESPECIAL / ANTONIO FERRONI
MAR DEL PLATA (Enviado especial).- Declaró con absoluta sinceridad: "nunca le ha dicho que no a nada". Y para certificarlo, Javier Fesser contó que aceptó un trabajo como sonidista de un documental aunque no tenía la menor idea de cómo debía hacerse; al tal punto, que olvidó el micrófono para la grabación de una entrevista con Julio Iglesias, pero simuló todo el tiempo que estaba haciendo el registro sonoro. "Tuve la suerte de que el documental nunca se completó, de modo que nadie se enteró de que la entrevista no tenía sonido", contó.
Fesser, un director madrileño de 45 años, se ha ganado a fuerza de humor absurdo e ideas originales un lugar destacado en el cine español actual, y su obra ha merecido la organización de una muestra retrospectiva dentro del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Además de una serie de cortos realizados bajo su dirección, se vieron sus filmes "El milagro de P.Tinto", "La gran aventura de Mortadelo y Filemón" y "Camino", uno de los éxitos más grandes en la historia del cine español.
Fesser no cree que el mejor reconocimiento a la tarea de un artista deba medirse por los premios que recibe. "La importancia de cualquier tarea está más vinculada con la satisfacción que te da lo que haces, sea una película, una silla o pintar una pared", sostuvo. "Los premios son bienvenidos, los reconocimientos siempre son de agradecer, pero es anecdótico comparado con lo que te dan las películas cuando consigues conectar con alguien a través de ellas o logras transmitir o inspirar a alguna persona un sentimiento constructivo o positivo y, por cierto, el reírnos es una de las circunstancias más constructivas que se me ocurren", completó.
Extrañado
El realizador dijo que le resulta inquietante el hecho de que su obra sea motivo de una retrospectiva. "Es muy extraño para mí escuchar que dicen que tengo una larga trayectoria; yo siento que, por suerte, me queda todo por aprender y por investigar", agregó. Y narró que su interés por hacer cine se despertó cuando ya era un alumno universitario, en el momento en que un hermano mayor le regaló una cámara y un proyector Súper 8. "Fue un descubrimiento fascinante aquello de obtener las imágenes, llevar a revelar la película y, al cabo de una semana ver que aquellas imágenes se movían y tenían vida. Me pareció que era el invento del siglo", contó. Fesser comparó el proceso de aprendizaje del cine con el de un instrumento musical. "Cuando empiezas de cero y haces sonar por primera vez el violoncello, crees que lo vas a poder tocar alguna vez. Luego empiezas a tratar de aprender y descubres que no es tan fácil", graficó. Y completó la idea: "se aprende hasta cuando se hace el video de una boda, si se piensa que eso es construir imágenes para contar algo; todo se convierte en un aprendizaje, y yo he tenido la suerte de que siempre ese aprendizaje ha sido algo divertido y apasionante".
Fesser confesó que se siente más a gusto haciendo filmes cortos que dirigiendo largometrajes. Precisamente, sus 14 cortos grabados en el patio de su casa y subidos a internet, acerca del poco convencional tema de una abuela pateando a su nieto (en rigor, la madre y el hijo bebé de Fesser) sirvieron de disparador para un festival virtual de cortos que alcanzó un suceso impresionante en la red. Y también suena extraño el motivo que él mismo asegura que lo llevó a convertirse en realizador. "Descubrí que es difícil que te echen del puesto de director", declaró sin rodeos. "Se puede prescindir de los asistentes, de los sonidistas o de los iluminadores, pero es muy complicado echar al director", completó.
Fesser, un director madrileño de 45 años, se ha ganado a fuerza de humor absurdo e ideas originales un lugar destacado en el cine español actual, y su obra ha merecido la organización de una muestra retrospectiva dentro del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Además de una serie de cortos realizados bajo su dirección, se vieron sus filmes "El milagro de P.Tinto", "La gran aventura de Mortadelo y Filemón" y "Camino", uno de los éxitos más grandes en la historia del cine español.
Fesser no cree que el mejor reconocimiento a la tarea de un artista deba medirse por los premios que recibe. "La importancia de cualquier tarea está más vinculada con la satisfacción que te da lo que haces, sea una película, una silla o pintar una pared", sostuvo. "Los premios son bienvenidos, los reconocimientos siempre son de agradecer, pero es anecdótico comparado con lo que te dan las películas cuando consigues conectar con alguien a través de ellas o logras transmitir o inspirar a alguna persona un sentimiento constructivo o positivo y, por cierto, el reírnos es una de las circunstancias más constructivas que se me ocurren", completó.
Extrañado
El realizador dijo que le resulta inquietante el hecho de que su obra sea motivo de una retrospectiva. "Es muy extraño para mí escuchar que dicen que tengo una larga trayectoria; yo siento que, por suerte, me queda todo por aprender y por investigar", agregó. Y narró que su interés por hacer cine se despertó cuando ya era un alumno universitario, en el momento en que un hermano mayor le regaló una cámara y un proyector Súper 8. "Fue un descubrimiento fascinante aquello de obtener las imágenes, llevar a revelar la película y, al cabo de una semana ver que aquellas imágenes se movían y tenían vida. Me pareció que era el invento del siglo", contó. Fesser comparó el proceso de aprendizaje del cine con el de un instrumento musical. "Cuando empiezas de cero y haces sonar por primera vez el violoncello, crees que lo vas a poder tocar alguna vez. Luego empiezas a tratar de aprender y descubres que no es tan fácil", graficó. Y completó la idea: "se aprende hasta cuando se hace el video de una boda, si se piensa que eso es construir imágenes para contar algo; todo se convierte en un aprendizaje, y yo he tenido la suerte de que siempre ese aprendizaje ha sido algo divertido y apasionante".
Fesser confesó que se siente más a gusto haciendo filmes cortos que dirigiendo largometrajes. Precisamente, sus 14 cortos grabados en el patio de su casa y subidos a internet, acerca del poco convencional tema de una abuela pateando a su nieto (en rigor, la madre y el hijo bebé de Fesser) sirvieron de disparador para un festival virtual de cortos que alcanzó un suceso impresionante en la red. Y también suena extraño el motivo que él mismo asegura que lo llevó a convertirse en realizador. "Descubrí que es difícil que te echen del puesto de director", declaró sin rodeos. "Se puede prescindir de los asistentes, de los sonidistas o de los iluminadores, pero es muy complicado echar al director", completó.