11 Noviembre 2009
La escuela, según demostró otro estudio, es un lugar ideal para comenzar a revertir el sedentarismo (y la obesidad) creciente en los niños. "Si tomamos en cuenta que el 96% de los chicos en edad escolar está efectivamente escolarizado en la Argentina, esto nos muestra que el ámbito escolar es un excelente lugar para incrementar la actividad física de los chicos", comentó el licenciado Carlos Siffredi, director de la institución Club de Amigos. Siffredi dirigió un estudio realizado en el Municipio de General Rodríguez, Buenos Aires, en el que evaluó el impacto de clases de educación física a alumnos de entre 9 y 12 años.
Los resultados fueron rotundos: "entre una y dos clases extra de educación física son suficientes para mejorar la capacidad física de los chicos, a la vez que reducimos el riesgo de sobrepreso y obesidad", aseguró el licenciado en actividad física y deporte. Para llegar a esta conclusión los investigadores dividieron a los 400 alumnos que participaron del estudio en dos grupos: uno recibió tres clases semanales adicionales de educación física, de 90 minutos de duración cada una; mientras que el otro grupo fue utilizado como control. En la clase de educación física los chicos hacían actividades que implicaban correr, saltar, que estimulaban la fuerza y la flexibilidad, siempre a través del juego. Luego hicieron deportes. "La experiencia fue de significación estadística. Demostró que de una a dos sesiones extra de educación física a la semana son suficientes para mejorar capacidades como la fuerza, la velocidad y agilidad, la flexibilidad y la resistencia aeróbica", concluyó Siffredi.
Los resultados fueron rotundos: "entre una y dos clases extra de educación física son suficientes para mejorar la capacidad física de los chicos, a la vez que reducimos el riesgo de sobrepreso y obesidad", aseguró el licenciado en actividad física y deporte. Para llegar a esta conclusión los investigadores dividieron a los 400 alumnos que participaron del estudio en dos grupos: uno recibió tres clases semanales adicionales de educación física, de 90 minutos de duración cada una; mientras que el otro grupo fue utilizado como control. En la clase de educación física los chicos hacían actividades que implicaban correr, saltar, que estimulaban la fuerza y la flexibilidad, siempre a través del juego. Luego hicieron deportes. "La experiencia fue de significación estadística. Demostró que de una a dos sesiones extra de educación física a la semana son suficientes para mejorar capacidades como la fuerza, la velocidad y agilidad, la flexibilidad y la resistencia aeróbica", concluyó Siffredi.
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