"Me siento feliz y completa porque estoy trabajando en mi profesión. Además estoy muy bien con la persona que tengo a mi lado", dijo sin disimular su sonrisa Mabel Chávez, de 29 años. Para esta simpática morocha que trabaja como profesora en Burruyacu y Cruz Alta, el dinero es sólo un complemento para alcanzar la felicidad total, porque "hay otras cosas más importantes. Y entre esas están los amigos, tener salud y andar ’de 10’ con tu pareja, como es el caso mío", asegura. La joven dice que hay situaciones que la conmueven como la sonrisa de los chicos del interior cuando reciben una pequeña colaboración de su parte, como fotocopias o caramelos. "Te agradecen y les brillan los ojitos; realmente es conmovedor", dice. A su lado, su novio, Pablo Morán (23) da gestos de aprobación. Para él, ser feliz es tener una buena familia, compartir con los amigos y estar con gente que lo aprecia. "El dinero, si uno lo tiene disponible, es para disfrutarlo. Ir a ver una buena película, comer con los amigos, son cosas que realmente reconfortan", sostiene. Pablo se reúne con ex compañeros del secundario y también comparte con los compañeros del call center donde trabaja. "Aspiro a recibirme de arqueólogo e irme a trabajar a otra provincia, pero siempre que ella me acompañe", dice con un guiño a su chica.
Según Miriam Fernández (45), separada, parte de su vida es "trasnochar con mis amigas, pero en mi casa, tomando mate o café y hablando de todos los temas: esa es una parte de mi felicidad y la más grande son mis hijos". La mujer trabaja en una mutual, pero aspira a mejorar su situación laboral. "Existe la posibilidad de un trabajo mucho mejor, pero en el interior. La verdad es que creo que lo aceptaré porque significará un cambio de vida que realmente me hace falta", analiza. Miriam deja una reflexión: "ser feliz es un baño de pureza para el cuerpo y el espíritu. A las cosas que nos hacen bien hay que buscarlas, no esperar que lleguen del cielo".
María Eugenia (34) pasea por la peatonal Mendoza en compañía de su madre y de sus dos hijas. Al ser abordada por LA GACETA expresa que "a veces las personas buscan la felicidad en las cosas materiales y en la casa ajena, sin ver que hay cosas que pueden hacerlas felices en su propia casa". En cuando al dinero, opina que es importante: "ayuda a sobrevivir y da tranquilidad económica, sin duda. Si sacara mucha plata en algún juego no cambiaría mucho mi vida". La mujer se siente realizada porque trabaja en lo que le gusta. "Pero tengo colegas que no consiguen trabajo y por eso no se sienten felices", señala. La dicha de la madre de Eugenia, Pilar Pérez Cabello (61), es haber conseguido formar una familia "bien constituida" y disfrutar de sus hijos y nietos. "Estoy muy contenta con mi tarea de trabajadora social, que me da muchas satisfacciones, a pesar de que vea muchas injusticias", asegura. Dice que no le quedan cosas pendientes por realizar. Pero espera, "si Dios me da salud", realizar un viaje a la tierra de sus antepasados en Málaga, España. Para la pareja constituida por Carlos Arce (41) y Carmen Palacios (34) "lo que más nos causaría dicha es tener una casa propia para compartir con nuestro pequeño hijo". Carlos admite que el dinero no hace la felicidad "pero ayuda un montón", y dice que una de sus satisfacciones es jugar al fútbol y comer un asado con amigos. Carmen envió un mensaje de paz: "quiero que en las familias haya comprensión y tolerancia".
Estaban en un bar compartiendo un café: Marta (50), su hija y Miguel (40). "Mi existencia tiene sentido por ella (y señala a su hija); realmente me hace muy feliz", expresa la mujer. Dice que trabaja en un CAPS porque es pediatra y lamenta el conflicto entre los médicos y el Gobierno. "Soy una agradecida de la vida, aunque tenga poco dinero, porque amo mi carrera. ¿Usted cree que puedo vivir con $ 2.000 y con una hija estudiando en la facultad? Puedo hacerlo porque estoy en la casa de mi madre y llevo una vida austera", asevera. Miguel, por su parte, afirma que sus amigos juegan un papel importante: "me conocen, saben cuáles son mis debilidades y me ayudan; son un cable a tierra". Sostiene que hay que valorar las cosas simples para ser feliz, aun con los problemas que hay. "Cuando llego a mi casa, bajo un cambio y me entrego a mis afectos", dice.