26 Agosto 2009
BUENOS AIRES.- La Iglesia criticó duramente hoy la despenalización parcial de la tenencia de marihuana. Horacio Castellano, de la Comisión Nacional de la Pastoral de Drogadependencia, aseguró que la despenalización promueve el consumo porque dice que no es malo. En ese sentido, sentenció que para la Iglesia es malo de por sí y consideró que al no estar penalizado, no permite tomar una medida curativa y lo deja librado al azar.
Uno de los rechazos más fuertes al fallo fue el que expresó el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, quien sin medias tintas afirmó: "La droga es sinónimo de muerte". Advirtió que hay que tener en cuenta que no se está ante un juego de libertades de adultos, sino que los adultos están comprometiendo a la juventud.
En esa línea, Arancedo aseguró que no hay que penalizar al que consume, pero se preguntó: ¿cuántas veces el que consume se convierte en narcotraficante?
También expresó sus reflexiones el equipo de sacerdotes para las villas de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires, que a principio de este año emitieron un informe en el que advirtieron que la droga estaba despenalizada de hecho.
Ahora, los denominados "curas villeros" focalizaron su crítica en el fallo en que no ataca la raíz del problema de las adicciones, mientras el narcotráfico avanza ante grandes proporciones de la sociedad en extrema pobreza. Dijeron que sin un buen sistema de salud, sin políticas fuertes de prevención, sin un sistema educativo realmente inclusivo y eficiente, el único encuentro del adicto y su familia - que pide ayuda- con el Estado es la justicia.
En ese marco, indicaron que muchos de los niños, adolescentes y jóvenes de los barrios marginales "no viven, sino que sobreviven" y están expuestos a diversos flagelos.
Según los sacerdotes, a esos jóvenes, muchas veces, la oferta de droga les llega antes que un ambiente dichoso y sano para jugar, que la escuela y que un lugar para aprender un oficio y poder tener un trabajo digno. (DyN-NA-Télam)
Uno de los rechazos más fuertes al fallo fue el que expresó el arzobispo de Santa Fe, José María Arancedo, quien sin medias tintas afirmó: "La droga es sinónimo de muerte". Advirtió que hay que tener en cuenta que no se está ante un juego de libertades de adultos, sino que los adultos están comprometiendo a la juventud.
En esa línea, Arancedo aseguró que no hay que penalizar al que consume, pero se preguntó: ¿cuántas veces el que consume se convierte en narcotraficante?
También expresó sus reflexiones el equipo de sacerdotes para las villas de emergencia de la Ciudad de Buenos Aires, que a principio de este año emitieron un informe en el que advirtieron que la droga estaba despenalizada de hecho.
Ahora, los denominados "curas villeros" focalizaron su crítica en el fallo en que no ataca la raíz del problema de las adicciones, mientras el narcotráfico avanza ante grandes proporciones de la sociedad en extrema pobreza. Dijeron que sin un buen sistema de salud, sin políticas fuertes de prevención, sin un sistema educativo realmente inclusivo y eficiente, el único encuentro del adicto y su familia - que pide ayuda- con el Estado es la justicia.
En ese marco, indicaron que muchos de los niños, adolescentes y jóvenes de los barrios marginales "no viven, sino que sobreviven" y están expuestos a diversos flagelos.
Según los sacerdotes, a esos jóvenes, muchas veces, la oferta de droga les llega antes que un ambiente dichoso y sano para jugar, que la escuela y que un lugar para aprender un oficio y poder tener un trabajo digno. (DyN-NA-Télam)
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