12 Agosto 2009
FANTASIA. Judy Garland con El hombre de Hojalata, el Espantapájaros y el León Cobarde, en una escena del filme. ARCHIVO
LOS ANGELES.- "El mago de Oz", uno de los grandes clásicos de la historia del cine, cumple hoy 70 años desde su estreno en EEUU con toda su magia intacta. La misma que la define como estandarte de ese cine que prácticamente se ha extinguido.
Los 101 minutos de aventuras de Dorothy, el león cobarde, el espantapájaros y el hombre de hojalata, que recorren el camino de baldosas amarillas en dirección a Ciudad Esmeralda para dar con el Mago de Oz, suponen "la quintaesencia de las películas de estudio en Hollywood". Así lo aseguró Randy Haberkamp, programador del ciclo "El mejor año de Hollywood: las candidatas a mejor película de 1939", organizado por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas en el Teatro Samuel Goldwyn, de Los Angeles.
"Cada toma fue rodada en un escenario. No hay nada real en el filme. Todo es una fantasía, una completa creación artística. Fue un trabajo específico correspondiente a una época específica, y eso convierte la película en un cuento de hadas eterno", comentó Haberkamp.
Basada en la novela de L. Frank Baum, la historia se centra en Dorothy (una adolescente Judy Garland), y en su perro Toto, quienes acaban en la tierra de Oz tras ser succionados por un tornado en Kansas. Allí conocen a la Bruja Buena del Norte, quien les sugiere que sigan el camino de baldosas amarillas hasta dar con el Mago de Oz, que podrá ayudarlos a volver a casa. Además, la hechicera regala unas zapatillas rojas a Dorothy que tendrá que hacer taconear para poder regresar a su hogar.
En ese camino conocen a tres acompañantes: un hombre de hojalata que añora un corazón, un león que sueña con recobrar la valentía perdida y un espantapájaros con ansias de tener un cerebro. Todos en busca también del Mago de Oz, para que los ayude a cumplir sus deseos. Pero en ese recorrido se toparán con las diabluras de la Malvada Bruja del Oeste, que pretende recobrar las zapatillas rojas que lleva Dorothy e impedir que los personajes consigan sus propósitos. "Todo el mundo se puede sentir identificado con la idea de desear ser algo más; todos tenemos también una bruja en nuestro interior y tenemos un hogar, ya sea físico o un estado mental. Además está el perro, todo el mundo debería tener uno", dijo Haberkamp.
Lo que no fue
Pero la cinta pudo haber tenido un aspecto muy diferente si se hubieran llegado a cumplir ciertas exigencias de los estudios Metro-Goldwyn-Mayer (MGM).
Por ejemplo, en un principio se pensó que la Malvada Bruja del Oeste debía tener un aspecto glamoroso, que las zapatillas de Dorothy serían plateadas como en la novela o que el célebre tema "Más allá del arcoiris" (Over the Rainbow) no aparecería en el corte final. "Fue un rodaje complicado, toda la producción resultó difícil y muy cara para la época", comentó.
Por entonces MGM buscaba dar competencia a "Blancanieves", el gran éxito de Disney en 1937, pero los estudios se toparon con un proyecto por el que pasaron cuatro directores (Victor Fleming, que filmó la mayor parte del metraje; Mervyn LeRoy, Richard Thorpe y King Vidor) y hasta 16 guionistas, la mayoría sin acreditar, encargados de pulir los diálogos. Pero tanto esfuerzo valió la pena porque el filme ganó dos Oscar (a la mejor banda sonora y a la mejor canción original, por "Over the Rainbow"), y su emisión en las televisiones de EEUU se convirtió en un ritual a lo largo de las décadas. (Especial)
Los 101 minutos de aventuras de Dorothy, el león cobarde, el espantapájaros y el hombre de hojalata, que recorren el camino de baldosas amarillas en dirección a Ciudad Esmeralda para dar con el Mago de Oz, suponen "la quintaesencia de las películas de estudio en Hollywood". Así lo aseguró Randy Haberkamp, programador del ciclo "El mejor año de Hollywood: las candidatas a mejor película de 1939", organizado por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas en el Teatro Samuel Goldwyn, de Los Angeles.
"Cada toma fue rodada en un escenario. No hay nada real en el filme. Todo es una fantasía, una completa creación artística. Fue un trabajo específico correspondiente a una época específica, y eso convierte la película en un cuento de hadas eterno", comentó Haberkamp.
Basada en la novela de L. Frank Baum, la historia se centra en Dorothy (una adolescente Judy Garland), y en su perro Toto, quienes acaban en la tierra de Oz tras ser succionados por un tornado en Kansas. Allí conocen a la Bruja Buena del Norte, quien les sugiere que sigan el camino de baldosas amarillas hasta dar con el Mago de Oz, que podrá ayudarlos a volver a casa. Además, la hechicera regala unas zapatillas rojas a Dorothy que tendrá que hacer taconear para poder regresar a su hogar.
En ese camino conocen a tres acompañantes: un hombre de hojalata que añora un corazón, un león que sueña con recobrar la valentía perdida y un espantapájaros con ansias de tener un cerebro. Todos en busca también del Mago de Oz, para que los ayude a cumplir sus deseos. Pero en ese recorrido se toparán con las diabluras de la Malvada Bruja del Oeste, que pretende recobrar las zapatillas rojas que lleva Dorothy e impedir que los personajes consigan sus propósitos. "Todo el mundo se puede sentir identificado con la idea de desear ser algo más; todos tenemos también una bruja en nuestro interior y tenemos un hogar, ya sea físico o un estado mental. Además está el perro, todo el mundo debería tener uno", dijo Haberkamp.
Lo que no fue
Pero la cinta pudo haber tenido un aspecto muy diferente si se hubieran llegado a cumplir ciertas exigencias de los estudios Metro-Goldwyn-Mayer (MGM).
Por ejemplo, en un principio se pensó que la Malvada Bruja del Oeste debía tener un aspecto glamoroso, que las zapatillas de Dorothy serían plateadas como en la novela o que el célebre tema "Más allá del arcoiris" (Over the Rainbow) no aparecería en el corte final. "Fue un rodaje complicado, toda la producción resultó difícil y muy cara para la época", comentó.
Por entonces MGM buscaba dar competencia a "Blancanieves", el gran éxito de Disney en 1937, pero los estudios se toparon con un proyecto por el que pasaron cuatro directores (Victor Fleming, que filmó la mayor parte del metraje; Mervyn LeRoy, Richard Thorpe y King Vidor) y hasta 16 guionistas, la mayoría sin acreditar, encargados de pulir los diálogos. Pero tanto esfuerzo valió la pena porque el filme ganó dos Oscar (a la mejor banda sonora y a la mejor canción original, por "Over the Rainbow"), y su emisión en las televisiones de EEUU se convirtió en un ritual a lo largo de las décadas. (Especial)