Un factor negativo es quedar pegado en la vida de los otros

Un factor negativo es quedar pegado en la vida de los otros

Esa es la esencia misma del chisme. Se pierde así lo que hace más valiosa una vida: que sea propia. Inexistencia de lo íntimo. Por José Azar - Psicoanalista.

CONFIDENCIAS. Las reuniones se prestan para hablar de los ausentes. LA GACETA / ARCHIVO CONFIDENCIAS. Las reuniones se prestan para hablar de los ausentes. LA GACETA / ARCHIVO
26 Julio 2009
La vida psíquica se constituye sobre la base de lo que los otros primordiales, llamados padres, dicen de su hijo. Es la vida "ajena" de los padres que paso a paso, palabra a palabra, mirada a mirada, se va convirtiendo en propia, en íntima. O sea que el alma, el ser de lo humano, se forma por las palabras ajenas que se hacen propias. Es lo extraño que se vuelve íntimo lo que constituye la mismidad. Se aprehende la vida sobre la base de la vida de los otros.

El viejo maestro Pichon Rivière insistía en que la curiosidad infantil, el afán de investigación, se expresaba en la fantasía de espiar por el ojo de la cerradura, especialmente del dormitorio de los padres.

Espionaje
Lo que intento mostrar es cómo espiar en la vida ajena es parte de cómo se constituye la estructura del ser de la palabra, que en el mejor de los casos, se resuelve en desujetarse de la mirada de y hacia el otro, de diferenciarse de ellos en pos de lograr una vida propia. Cuando esto no ocurre, quedamos morbosamente pegados, atrapados en la vida de los otros: la esencia misma del chisme. Es el otro el que ama, el que odia, el que triunfa o el que fracasa. Es el otro el que, para bien o para mal, lleva  el papel activo, quedando el chismoso del otro lado. Pero ya no investigando, curioseando para hacer lo suyo, sino cual ojo obsceno alienado a la escena del otro y así perdiendo el camino de su deseo.
Esta situación muchas veces es perversamente utilizada como una forma de instaurar sospechas que, al repetirse, se convierten en verdades sobre individuos o grupos determinados.
Recordemos el lema propagandístico de Goebbels en la Alemania nazi: "miente, miente que algo quedará", haciendo circular chismes sobre ese otro a quien hacía responsable de sus desdichas. O los actuales programas televisivos donde la intimidad de lo más íntimo, como la sexualidad y la muerte, parecieran no existir. Nada que deje lugar a una mirada, a una pregunta sobre la vida propia.
Una sutil forma de dominación es favorecer a individuos chismosos, alienados a la palabra, a la vida de otros, perdiendo así, quizás lo que hace más valiosa una vida: que sea propia. Los chismes no son de las "bien-diciones", de las buenas palabras o bendiciones que acompañan las partidas. Más bien responden a las "mal-diciones", que favorecen los encierros.
En el imaginario social se dice, al igual que un chisme, que las mujeres son más chismosas que los hombres. Probablemente esto fue así en el todavía muy cercano tiempo de exclusión, en el que las mujeres estaban relegadas a mirar desde afuera lo que los hombres podían hacer. Sólo les quedaba chusmear sobre la vida ajena al no tener permitida la propia. Lo que no es tan así en nuestro tiempo, quedando al descubierto lo que los hombres tenemos de chismosos, índice de un temeroso posicionamiento ante los obstáculos que la vida propia enfrenta.
A modo de conclusión. Mientras más "tomado" se está por el chisme, por la vida ajena, más perdido se está de la propia. No es lo mismo tomar una copa de vino con amigos, que ser tomado por el vino. Porque además, a quien no le gusta, de vez en cuando, tomar una copa con amigos y espiar sobre la vida ajena: "Se acuerdan de? Me enteré de que?"
Aunque  jugando con la raíz común "chis", mucho más creativo y divertido es contar o escuchar un chiste, que quedarse pegado con un chisme.

 

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