26 Julio 2009
ATIPICO. Una estatua de Wolfgang Amadeus Mozart niño tocando un violín. LA GACETA / ARCHIVO
Aseguran los historiadores que uno de los instrumentos musicales que más le gustaba a Wolfgang Amadeus Mozart era el clarinete; en cambio, no soportaba el sonido de la flauta. "Lo único peor a una flauta, son dos", solía decir el músico. De hecho los conciertos para flauta que escribió fueron todos por encargo, hasta que por primera vez sustituyó este instrumento por el clarinete, y creó el fantástico "Concierto para clarinete K 622". A partir de entonces empezó a considerarse este instrumento dentro de las orquestas. Claro que, la supremacía la tenía el piano. Para Mozart, ese instrumento fue su primer amor.
Un trampolín
En cambio, para Ludwig van Beethoven, los instrumentos eran una suerte de trampolín a otros mundos. Beethoven sacaba de los pianos sonidos que nunca nadie había sacado, pero no sólo porque el piano como tal apareciera en su época, pues antes existía el clavicordio, el piano forte, y por último el gran invento de Cristóphori, el creador del piano de macillos, que hacían al piano enriquecer la sonoridad. Así, el genial compositor de la Novena Sinfonía, hacía que el piano fuera otra cosa, una tormenta, un paseo a caballo, una caja de música, una caminata por la montaña, un saltar de duendes, un terremoto, un susurro en la noche estrellada... En su "Sonata para piano N° 30", -única no dedicada absolutamente a nadie- hay un momento en el que lo que está sonando es una campana en un campanario de un templo lejano y antiquísimo. Esa sonoridad asombrosa sorprendió a los musicólogos de aquella época y también a los de ahora, quienes no pueden entender, cómo hizo Beethoven para lograrlo.
Sin aire
Otro compositor que llevó a niveles asombrosos la performance de los instrumentos es Johann Sebastian Bach. Cuentan las crónicas que en los años del compositor (1685-1750) había un conde que tenía problemas de insomnio. El médico le aconsejó que antes de dormir, escuchara música relajante, así que contrató a Bach para que le escribiera una obra lo suficientemente larga como para dormirlo. Tras ser escrita (una obra para clave, el predecesor del piano), el músico de la corte cada noche la tocaba en una habitación cercana al dormitorio del insomne, consiguiendo los efectos deseados. Y esa obra se llama en honor al apellido de tal clavecinista, "Las variaciones Goldberg".
Lo cierto es que Bach dejaba sin aire tanto al público que reverenciaba su obra como a los músicos que la tocaba. En el estreno de una obra suya al aire libre, un trompetista murió por el sobreesfuerzo de los soplidos. Después de su desvanecimiento en pleno concierto, en su lecho de muerte sus últimas palabras fueron: "este Bach, ha conseguido acabar conmigo..."
Aactualmente hay reconocidos músicos que investigan de una forma muy especial a Bach y comparan sus obras con las de jazz. Según dicen, basta una simple modificación en el ritmo de algunas de las obras de Bach para convertirlas en auténticas piezas de este género musical. Dicen incluso que el compositor fue el primer músico en adelantarse a esta forma de composición.
Un trampolín
En cambio, para Ludwig van Beethoven, los instrumentos eran una suerte de trampolín a otros mundos. Beethoven sacaba de los pianos sonidos que nunca nadie había sacado, pero no sólo porque el piano como tal apareciera en su época, pues antes existía el clavicordio, el piano forte, y por último el gran invento de Cristóphori, el creador del piano de macillos, que hacían al piano enriquecer la sonoridad. Así, el genial compositor de la Novena Sinfonía, hacía que el piano fuera otra cosa, una tormenta, un paseo a caballo, una caja de música, una caminata por la montaña, un saltar de duendes, un terremoto, un susurro en la noche estrellada... En su "Sonata para piano N° 30", -única no dedicada absolutamente a nadie- hay un momento en el que lo que está sonando es una campana en un campanario de un templo lejano y antiquísimo. Esa sonoridad asombrosa sorprendió a los musicólogos de aquella época y también a los de ahora, quienes no pueden entender, cómo hizo Beethoven para lograrlo.
Sin aire
Otro compositor que llevó a niveles asombrosos la performance de los instrumentos es Johann Sebastian Bach. Cuentan las crónicas que en los años del compositor (1685-1750) había un conde que tenía problemas de insomnio. El médico le aconsejó que antes de dormir, escuchara música relajante, así que contrató a Bach para que le escribiera una obra lo suficientemente larga como para dormirlo. Tras ser escrita (una obra para clave, el predecesor del piano), el músico de la corte cada noche la tocaba en una habitación cercana al dormitorio del insomne, consiguiendo los efectos deseados. Y esa obra se llama en honor al apellido de tal clavecinista, "Las variaciones Goldberg".
Lo cierto es que Bach dejaba sin aire tanto al público que reverenciaba su obra como a los músicos que la tocaba. En el estreno de una obra suya al aire libre, un trompetista murió por el sobreesfuerzo de los soplidos. Después de su desvanecimiento en pleno concierto, en su lecho de muerte sus últimas palabras fueron: "este Bach, ha conseguido acabar conmigo..."
Aactualmente hay reconocidos músicos que investigan de una forma muy especial a Bach y comparan sus obras con las de jazz. Según dicen, basta una simple modificación en el ritmo de algunas de las obras de Bach para convertirlas en auténticas piezas de este género musical. Dicen incluso que el compositor fue el primer músico en adelantarse a esta forma de composición.
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