24 Julio 2009
Martín piensa y no cree lo que está pasando. "El lunes se inician las clases", le dice a su amigo Ale, que tiene los ojos eternamente cansados. La madre de Martín "escucha" el silencio de ambos y le recuerda que tiene que terminar de leer el libro que le compró hace ya tres semanas, cuando comenzó el receso por la gripe A. El primer contacto que tuvo con el libro fue tocándolo casi con asco -con apenas el pulgar y el índice- y le preguntó a su madre "de qué se trata esto". Vio con detenimiento la tapa con la figura de una niña indígena y deletreó Bru-ni-ta. "Ah!! es una niña india bien pobre", balbuceó. Su madre cerró los ojos con resignación. "Es un hermoso libro escrito por un autor argentino. A los chicos de tu edad les apasiona", lo incentivó. El chico, de 14 años, ni lerdo ni perezoso contestó: "resumime (sic), por favor, a ver si me gusta, pero esto es mucho y no voy a leer".
La situación es real. Los nombres sí son ficticios para reservar la identidad del menor, pero ocurrió en una de las tantas familias donde hay adolescentes, padres profesionales que cuentan con una buena biblioteca, y donde los adultos leen. "¿Qué hago para que cambie de actitud?", preguntó la madre a una amiga psicóloga. La respuesta fue que todos los chicos son iguales, que están acostumbrados a lo fácil y a no hacer esfuerzos. "Hay una crisis de autoridad, y los padres deben tomar conciencia que límite es amor. Hay que fomentar el aprendizaje de la responsabilidad y mantenerse firmes", aconseja la psicóloga Teresa Rodríguez.
La situación es real. Los nombres sí son ficticios para reservar la identidad del menor, pero ocurrió en una de las tantas familias donde hay adolescentes, padres profesionales que cuentan con una buena biblioteca, y donde los adultos leen. "¿Qué hago para que cambie de actitud?", preguntó la madre a una amiga psicóloga. La respuesta fue que todos los chicos son iguales, que están acostumbrados a lo fácil y a no hacer esfuerzos. "Hay una crisis de autoridad, y los padres deben tomar conciencia que límite es amor. Hay que fomentar el aprendizaje de la responsabilidad y mantenerse firmes", aconseja la psicóloga Teresa Rodríguez.
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