19 Julio 2009
LADY DAY. Eleanore Fagan Gough (1915-1959), o Billie Holiday, es considerada una de las voces femeninas más influyentes del jazz.
Nueva York, 17 de julio de 1959. Golpes de luz. Parpadeos. El pasadodilata sus pupilas. Imágenes tartamudean en su alma. Voces que entran.Salen. Gritos. Dolor que aúlla en esa sala de guardia, donde aguardaque el sol se convierta en esperanza. "Cuando eres pobre, creces deprisa", le dice la sombra que se ha apoyado en la angustia de sucorazón. Débil. Cansada. Un empujón de droga y el alcohol la abisman.La perturban. Los 44 años le pesan en las pestañas que resucitan entrediálogos de saxos y trompetas. El olor a cárcel y a burdel le traerumores del Baltimore natal, de Welfare Island... Lady mira hacia lanada y dice: "Creo que engancharme mató a mi madre. Al menoscontribuyó, sin duda. Y pienso que si un hijo mío se enganchara, memataría. No tengo coraje para ver a otro soportar las torturas quesoporté para curarme y mantenerme sana. Lo único que la droga puedehacer por ti es matarte... lenta y duramente. Y al mismo tiempo puedematar a la gente que quieres. Esta es la verdad, toda la verdad y nadamás que la verdad".
La sombra incuba un gesto de reproche. (Se oyela voz melancólica de un saxo tocando "Solitude"). Lady Day encorva elsilencio de sus manos. "Mamá y papá eran un par de criaturas cuando secasaron. El tenía dieciocho años, ella, dieciséis y yo, tres. Aquelmiércoles 15 de abril de 1915, cuando nací en Baltimore, mamá teníatrece años... Luego, mi padre, Clarence Holiday, se enroló la orquestade Fletcher Henderson y borró todo paradero; mi madre, Sadie Fagan, quetrabajaba como sirvienta, me dejaba por temporadas con su prima Ida,que me castigaba hasta por sonreír... Mi bisabuela me quería de verdad.Había sido esclava en una gran plantación de Virginia. Tenía su casapropia, aunque pequeña en el fondo de la plantación. El señor CharlesFagan -el apuesto y elegante propietario irlandés de la plantación-tenía su esposa blanca y sus hijos en la casona. Y a mi bisabuela en lacasita del fondo. Tuvo dieciséis hijos de él, ahora todos muertos conexcepción del abuelo..."
Sobresalto. "¡Disculpe!", le dice porcompromiso la mujer que acaba de empujarla. Las voces rebotan en sumente. Necesita urgentemente atención médica. Por lo menos, un gesto deamor. Levanta una mano izquierda suplicante. Palabras obnubiladas seamontonan en su garganta. La desesperación estalla en taquicardia. Enlas camillas atropelladas viaja la agonía... la tragedia del destino..."¡Eleanora Holiday, todavía no aprendiste que los negros son siemprefurgón de cola!", le gritan los grotescos bigotes de una enfermera.
Lasombra no la deja en paz. Se asienta en sus cejas. Los diez años laencuentran como mensajera en el burdel de Alice Dean. "Yo hacía recadospara ella y sus chicas; incluso lavaba las palanganas, retiraba eljabón Lifebuoy y las toallas. Cuando llegaba el momento de pagarme, ledecía a Alice que podía guardarse el dinero si me dejaba subir a susala de estar para escuchar a Louis Armstrong y a Bessie Smith (unatrompeta rumorea "Let?s Do It")... Supongo que no soy la única que oyóbuen jazz por primera vez en un prostíbulo. Un burdel era casi el únicolugar donde se encontraban blancos y negros de manera natural. Nopodían codearse en las iglesias..."
La sombra le remueve dolor. Unhombre, huésped de la pensión donde vive con su madre, aprovecha suausencia y engatusa a la niña. "El señor Dick cayó sobre mí. Comencé apatalear y a gritar como una loca. Al oírme, la dueña de la casa entróy trató de sujetarme la cabeza y los brazos para que él pudiera hacermeeso. Les hice pasar un mal rato con patadas, rasguños y alaridos. Alinstante, mi madre y un policía tiraron la puerta abajo. Nunca olvidaréesa noche. Aunque fueras prostituta no te gustaría que te violaran. Eslo peor que puede ocurrirle a una mujer y a mí, me estaba ocurriendo alos diez años".
El victimario va a parar a la cárcel y la víctima aun convento, donde la obligan a dormir durante una noche con el cadáverde una muchacha. Madre e hija comprenden que en Baltimore la vida lesestá negada. Parten a Nueva York. Como el dinero no alcanza, Billie seafilia sin vergüenza al oficio más viejo del mundo. 1931. Miseria.Hiriente frío. Una madre en el lecho. Billie, desabrigada, lanza sulocura a las calles. Un poco de dinero. Llega a la calle 139. Entra alnight club Pod?s and Jerry?s. Se ofrece como bailarina. El hambre bailaentre sus piernas. "Oye, chica, no me sirves". La desesperación legolpea el rostro al pianista. "¿Sabes, por lo menos, cantar?" Cierralos ojos y los ronroneos de Armstrong la marean. Una vieja melodíaacuna el dolor en su garganta. Aplausos en todo el recinto. Ese es elcamino. "No se me había ocurrido que podía cantar, aunque lo habíahecho desde chica. Cuando finalicé, todos aullaron y levantaron susvasos de cerveza. Recogí 38 dólares del suelo... Las chicas solíanllamarme ?Duquesa? y me decían: ?Mírala, se cree una lady?. Aún no mehabían dado el título de Lady Day, pero fue así como la gente comenzó allamarme Lady".
Un borracho tropieza con ella y le asusta el pasadoen la sala de guardia. Piensa que si cada persona tuviera por nombreuna canción que resumiera su vida, ella se llamaría Night and Day. "Sidescubres una melodía y tiene algo que ver contigo, no hay nada quedesarrollar. Sencillamente la sientes y cuando la cantas los que teescuchan también sienten algo. En mi caso, no tiene nada que ver con eltrabajo, los arreglos o los ensayos. Dame una canción que me llegue ynunca significará trabajo. No puedes copiar a alguien con la esperanzade funcionar mejor. Si copias, trabajarás sin verdaderos sentimientos.Y sin sentimientos, todo lo que hagas equivaldrá a nada". (La guitarratoca unos acordes de "Night and Day"). La sombra la acorralanuevamente. Le arrima el amor melodioso de Benny Goodman, quien le abrelas ventanas a su primer disco. Ahora, un eco tenor en saxo inaugurauna sonrisa en la oscuridad. "Ese mismo día que conocí a Lester Youngsupe cuánto me gustaba que fuera a escucharme e interpretara solosacompañándome... Lester cantaba con su saxo: lo escuchabas y casi oíaslas palabras. Pasamos hambre juntos y siempre lo adoraré, lo mismo quea su saxo... El nombre de Lady perduró. Lester lo emparejó con las tresúltimas letras de Holiday y empezó a llamarme Lady Day".
Los huesosduelen. Sed. El sudor navega su negritud. Abre los ojos. Guardapolvoscon sangre. Enfermeras con jeringas y sondas driblean las camillas. Lasoledad golpea sus pupilas, cuando la sombra se le sienta a la par. (Elbordoneo de una guitarra escapa un "Solitude" en Nueva York). Mira dereojo y casi con naturalidad a través el vidrio del restaurante. Suscompañeros engullen vertiginosamente un sabroso menú. La sonrisa de untrompetista de Artie Shaw se dibuja en la ventana. Un color losseparaba. En la vereda, sentada en un banco, ella, la cantante de labanda, muerde con urgencia una hamburguesa y agita la gaseosa entre suspensamientos. Está acostumbrada. "Soy mujer, soy negra. Hay cosas delas cuales no quiero acordarme. Llevo pegado en la frente un cartel conla inscripción Por la puerta de atrás". Grabaciones. Debutcinematográfico en un corto con Duke Ellington. Contratos. Un portazo ala pobreza. La fama se cobija en su nuevo nombre: Billie Holiday. Unagardenia perfuma por poco tiempo su alma. La llaman Lady Day. ConStrange fruit se gana los corazones. "La primera vez que la canté,pensé que había cometido un error. El poema expresaba todas las cosasque habían matado a papá... No hubo ni siquiera un amago de aplausocuando terminé. Luego una sola persona comenzó a batir palmas y depronto, estos estallaron en una salva atronadora de aplausos".
Lasombra dibuja la silueta de Sadie. Su madre, la vigila, la protege.Sufre. También muere. Lady se casa dos veces. Pese a todo, es inútilgambetear la segregación. Siempre en problemas. Urgencias económicas.Tropieza en la droga. Los agentes federales la olfatean a donde va.1947. "Si Su Señoría me permite, este es un caso de drogadicción,aunque más grave. La señorita Holiday es una artista profesional y seencuentra entre las de mayor categoría en lo que a ingresos se refiere.Nuestros agentes de Chicago informaron que es adicta a la heroína. Enlos últimos tres años ha ganado casi un cuarto de millón de dólares, delos que no le queda nada". "Estoy dispuesta a ingresar al hospital, SuSeñoría. Quiero curarme..." "Este tribunal la condena a presidiodurante un año y un día".
La suben a una camilla. Una máscara deoxígeno. La sombra lanza flashes de su salida de la cárcel. El CarnegieHall. Holiday on Broadway es un éxito. 1954. Ovaciones en Dinamarca,Suecia, Noruega, Alemania, Holanda, Suiza, Italia, Francia,Inglaterra... "Para mí, Night and Day es la canción más difícil delmundo. Jamás olvidaré la primera nota ni la segunda ni especialmente latercera cuando tuve que decir day..." La droga la vapulea nuevamente.17 de julio de 1959. Su corazón da arcadas de desesperación. Demasiadotarde. Agonía. Los agentes federales irrumpen torpemente en elhospital. Le ponen en la mano una nueva acusación por tenencia dedrogas. (La voz de un saxo la acaricia con "Solitude"). "Un cantante noes como un saxo. Si no suenas bien, no puedes salir a comprar unaslengüetas nuevas, darles forma y colocarlas. Un cantante es sólo unavoz, y una voz depende exclusivamente del cuerpo que Dios te ha dado.Cuando abres la boca, nunca sabes lo que ocurrirá". La sombra se arropaen la soledad. En la tristeza. Antes de caer la eternidad, en unparpadeo, Billie Holiday divisa la noche y el día de su vida: "Me handicho que nadie canta la palabra hambre como yo... ni la palabra amor".
© LA GACETA
RobertoEspinosa - Escritor y periodista de LA GACETA. Es autor de "El caracolde los sueños" y del Diccionario de la Cultura en el Tucumán del SigloXX.
La sombra incuba un gesto de reproche. (Se oyela voz melancólica de un saxo tocando "Solitude"). Lady Day encorva elsilencio de sus manos. "Mamá y papá eran un par de criaturas cuando secasaron. El tenía dieciocho años, ella, dieciséis y yo, tres. Aquelmiércoles 15 de abril de 1915, cuando nací en Baltimore, mamá teníatrece años... Luego, mi padre, Clarence Holiday, se enroló la orquestade Fletcher Henderson y borró todo paradero; mi madre, Sadie Fagan, quetrabajaba como sirvienta, me dejaba por temporadas con su prima Ida,que me castigaba hasta por sonreír... Mi bisabuela me quería de verdad.Había sido esclava en una gran plantación de Virginia. Tenía su casapropia, aunque pequeña en el fondo de la plantación. El señor CharlesFagan -el apuesto y elegante propietario irlandés de la plantación-tenía su esposa blanca y sus hijos en la casona. Y a mi bisabuela en lacasita del fondo. Tuvo dieciséis hijos de él, ahora todos muertos conexcepción del abuelo..."
Sobresalto. "¡Disculpe!", le dice porcompromiso la mujer que acaba de empujarla. Las voces rebotan en sumente. Necesita urgentemente atención médica. Por lo menos, un gesto deamor. Levanta una mano izquierda suplicante. Palabras obnubiladas seamontonan en su garganta. La desesperación estalla en taquicardia. Enlas camillas atropelladas viaja la agonía... la tragedia del destino..."¡Eleanora Holiday, todavía no aprendiste que los negros son siemprefurgón de cola!", le gritan los grotescos bigotes de una enfermera.
Lasombra no la deja en paz. Se asienta en sus cejas. Los diez años laencuentran como mensajera en el burdel de Alice Dean. "Yo hacía recadospara ella y sus chicas; incluso lavaba las palanganas, retiraba eljabón Lifebuoy y las toallas. Cuando llegaba el momento de pagarme, ledecía a Alice que podía guardarse el dinero si me dejaba subir a susala de estar para escuchar a Louis Armstrong y a Bessie Smith (unatrompeta rumorea "Let?s Do It")... Supongo que no soy la única que oyóbuen jazz por primera vez en un prostíbulo. Un burdel era casi el únicolugar donde se encontraban blancos y negros de manera natural. Nopodían codearse en las iglesias..."
La sombra le remueve dolor. Unhombre, huésped de la pensión donde vive con su madre, aprovecha suausencia y engatusa a la niña. "El señor Dick cayó sobre mí. Comencé apatalear y a gritar como una loca. Al oírme, la dueña de la casa entróy trató de sujetarme la cabeza y los brazos para que él pudiera hacermeeso. Les hice pasar un mal rato con patadas, rasguños y alaridos. Alinstante, mi madre y un policía tiraron la puerta abajo. Nunca olvidaréesa noche. Aunque fueras prostituta no te gustaría que te violaran. Eslo peor que puede ocurrirle a una mujer y a mí, me estaba ocurriendo alos diez años".
El victimario va a parar a la cárcel y la víctima aun convento, donde la obligan a dormir durante una noche con el cadáverde una muchacha. Madre e hija comprenden que en Baltimore la vida lesestá negada. Parten a Nueva York. Como el dinero no alcanza, Billie seafilia sin vergüenza al oficio más viejo del mundo. 1931. Miseria.Hiriente frío. Una madre en el lecho. Billie, desabrigada, lanza sulocura a las calles. Un poco de dinero. Llega a la calle 139. Entra alnight club Pod?s and Jerry?s. Se ofrece como bailarina. El hambre bailaentre sus piernas. "Oye, chica, no me sirves". La desesperación legolpea el rostro al pianista. "¿Sabes, por lo menos, cantar?" Cierralos ojos y los ronroneos de Armstrong la marean. Una vieja melodíaacuna el dolor en su garganta. Aplausos en todo el recinto. Ese es elcamino. "No se me había ocurrido que podía cantar, aunque lo habíahecho desde chica. Cuando finalicé, todos aullaron y levantaron susvasos de cerveza. Recogí 38 dólares del suelo... Las chicas solíanllamarme ?Duquesa? y me decían: ?Mírala, se cree una lady?. Aún no mehabían dado el título de Lady Day, pero fue así como la gente comenzó allamarme Lady".
Un borracho tropieza con ella y le asusta el pasadoen la sala de guardia. Piensa que si cada persona tuviera por nombreuna canción que resumiera su vida, ella se llamaría Night and Day. "Sidescubres una melodía y tiene algo que ver contigo, no hay nada quedesarrollar. Sencillamente la sientes y cuando la cantas los que teescuchan también sienten algo. En mi caso, no tiene nada que ver con eltrabajo, los arreglos o los ensayos. Dame una canción que me llegue ynunca significará trabajo. No puedes copiar a alguien con la esperanzade funcionar mejor. Si copias, trabajarás sin verdaderos sentimientos.Y sin sentimientos, todo lo que hagas equivaldrá a nada". (La guitarratoca unos acordes de "Night and Day"). La sombra la acorralanuevamente. Le arrima el amor melodioso de Benny Goodman, quien le abrelas ventanas a su primer disco. Ahora, un eco tenor en saxo inaugurauna sonrisa en la oscuridad. "Ese mismo día que conocí a Lester Youngsupe cuánto me gustaba que fuera a escucharme e interpretara solosacompañándome... Lester cantaba con su saxo: lo escuchabas y casi oíaslas palabras. Pasamos hambre juntos y siempre lo adoraré, lo mismo quea su saxo... El nombre de Lady perduró. Lester lo emparejó con las tresúltimas letras de Holiday y empezó a llamarme Lady Day".
Los huesosduelen. Sed. El sudor navega su negritud. Abre los ojos. Guardapolvoscon sangre. Enfermeras con jeringas y sondas driblean las camillas. Lasoledad golpea sus pupilas, cuando la sombra se le sienta a la par. (Elbordoneo de una guitarra escapa un "Solitude" en Nueva York). Mira dereojo y casi con naturalidad a través el vidrio del restaurante. Suscompañeros engullen vertiginosamente un sabroso menú. La sonrisa de untrompetista de Artie Shaw se dibuja en la ventana. Un color losseparaba. En la vereda, sentada en un banco, ella, la cantante de labanda, muerde con urgencia una hamburguesa y agita la gaseosa entre suspensamientos. Está acostumbrada. "Soy mujer, soy negra. Hay cosas delas cuales no quiero acordarme. Llevo pegado en la frente un cartel conla inscripción Por la puerta de atrás". Grabaciones. Debutcinematográfico en un corto con Duke Ellington. Contratos. Un portazo ala pobreza. La fama se cobija en su nuevo nombre: Billie Holiday. Unagardenia perfuma por poco tiempo su alma. La llaman Lady Day. ConStrange fruit se gana los corazones. "La primera vez que la canté,pensé que había cometido un error. El poema expresaba todas las cosasque habían matado a papá... No hubo ni siquiera un amago de aplausocuando terminé. Luego una sola persona comenzó a batir palmas y depronto, estos estallaron en una salva atronadora de aplausos".
Lasombra dibuja la silueta de Sadie. Su madre, la vigila, la protege.Sufre. También muere. Lady se casa dos veces. Pese a todo, es inútilgambetear la segregación. Siempre en problemas. Urgencias económicas.Tropieza en la droga. Los agentes federales la olfatean a donde va.1947. "Si Su Señoría me permite, este es un caso de drogadicción,aunque más grave. La señorita Holiday es una artista profesional y seencuentra entre las de mayor categoría en lo que a ingresos se refiere.Nuestros agentes de Chicago informaron que es adicta a la heroína. Enlos últimos tres años ha ganado casi un cuarto de millón de dólares, delos que no le queda nada". "Estoy dispuesta a ingresar al hospital, SuSeñoría. Quiero curarme..." "Este tribunal la condena a presidiodurante un año y un día".
La suben a una camilla. Una máscara deoxígeno. La sombra lanza flashes de su salida de la cárcel. El CarnegieHall. Holiday on Broadway es un éxito. 1954. Ovaciones en Dinamarca,Suecia, Noruega, Alemania, Holanda, Suiza, Italia, Francia,Inglaterra... "Para mí, Night and Day es la canción más difícil delmundo. Jamás olvidaré la primera nota ni la segunda ni especialmente latercera cuando tuve que decir day..." La droga la vapulea nuevamente.17 de julio de 1959. Su corazón da arcadas de desesperación. Demasiadotarde. Agonía. Los agentes federales irrumpen torpemente en elhospital. Le ponen en la mano una nueva acusación por tenencia dedrogas. (La voz de un saxo la acaricia con "Solitude"). "Un cantante noes como un saxo. Si no suenas bien, no puedes salir a comprar unaslengüetas nuevas, darles forma y colocarlas. Un cantante es sólo unavoz, y una voz depende exclusivamente del cuerpo que Dios te ha dado.Cuando abres la boca, nunca sabes lo que ocurrirá". La sombra se arropaen la soledad. En la tristeza. Antes de caer la eternidad, en unparpadeo, Billie Holiday divisa la noche y el día de su vida: "Me handicho que nadie canta la palabra hambre como yo... ni la palabra amor".
© LA GACETA
RobertoEspinosa - Escritor y periodista de LA GACETA. Es autor de "El caracolde los sueños" y del Diccionario de la Cultura en el Tucumán del SigloXX.
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