29 Junio 2009
BUENOS AIRES.- Pérdida de bancas, crítica ciudadana a las supuestas bondades del modelo y casi el fin del sueño de una hegemonía que no fue. Hasta la provincia de Santa Cruz le dio la espalda al matrimonio Kirchner. Tres fueron las cuestas simultáneas que debió repechar el kirchnerismo en esta elección legislativa de medio término y el resultado final lo deja visiblemente desgastado para acompañar el tramo final del gobierno de Cristina Fernández. El control ciudadano ha determinado que, desde diciembre, el oficialismo ceda tantas bancas en ambas cámaras del Congreso que en conjunto no le permita al Gobierno disponer de mayorías legislativas tan rotundas como las que gozó hasta ahora. Primer traspié. Pero como el propio Gobierno hizo de este turno legislativo un plebiscito al "modelo" y a la gestión de los últimos seis años, esta propia dificultad que supo generar el propio Néstor Kirchner para mantener las lealtades le jugó en contra a la hora del voto, por derecha y por izquierda. La interpretación que dejan los números es que ni el modelo era tan bueno ni hay un apoyo irrestricto al modo de gobernar. Segundo y gran tropezón.
Ahora, la duda primordial pasa por saber hasta dónde los Kirchner serán capaces de apuntar hacia 2011 con un cambio rotundo en las formas que cambie la confrontación por el diálogo, sin la discrecionalidad que los caracterizó como una marca a fuego durante toda su vida política. Esta condición, que parece ser lo que ha solicitado la sociedad para lograr que se despeje el horizonte y se recupere la confianza, será la que incidirá finalmente en el modo de atacar todas los temas macro que han quedado pendientes en materia económica (relación con el mundo, financiamiento, índice de precios, nivel de tarifas, superávit fiscal y comercial, valor del dólar, salarios, etc.), que en medio de la recesión están golpeando muy duro desde el costado social. En tercer lugar, que es causa y no consecuencia de los dos anteriores, está el ex presidente Kirchner en su doble rol de numen del gobierno de su esposa y titular del justicialismo quien, voto más, voto menos, ha sido plebiscitado en contra.
Por último, en la interna del PJ y mirando al 2011, que se jugó en simultáneo a la elección nacional, los manotones de ahogado de Kirchner lo llevaron a sumar al gobernador bonaerense Daniel Scioli a la patriada testimonial, a riesgo de arrastrarlo a un pozo político dentro del PJ del que le será muy difícil salir. Por su parte, la irrupción de Carlos Reutemann y los apoyos que el santafesino sabrá conseguir del llamado Peronismo Federal lo ponen a Kirchner, muy debilitado, a las puertas de perder también la conducción del justicialismo.
Ahora, la duda primordial pasa por saber hasta dónde los Kirchner serán capaces de apuntar hacia 2011 con un cambio rotundo en las formas que cambie la confrontación por el diálogo, sin la discrecionalidad que los caracterizó como una marca a fuego durante toda su vida política. Esta condición, que parece ser lo que ha solicitado la sociedad para lograr que se despeje el horizonte y se recupere la confianza, será la que incidirá finalmente en el modo de atacar todas los temas macro que han quedado pendientes en materia económica (relación con el mundo, financiamiento, índice de precios, nivel de tarifas, superávit fiscal y comercial, valor del dólar, salarios, etc.), que en medio de la recesión están golpeando muy duro desde el costado social. En tercer lugar, que es causa y no consecuencia de los dos anteriores, está el ex presidente Kirchner en su doble rol de numen del gobierno de su esposa y titular del justicialismo quien, voto más, voto menos, ha sido plebiscitado en contra.
Por último, en la interna del PJ y mirando al 2011, que se jugó en simultáneo a la elección nacional, los manotones de ahogado de Kirchner lo llevaron a sumar al gobernador bonaerense Daniel Scioli a la patriada testimonial, a riesgo de arrastrarlo a un pozo político dentro del PJ del que le será muy difícil salir. Por su parte, la irrupción de Carlos Reutemann y los apoyos que el santafesino sabrá conseguir del llamado Peronismo Federal lo ponen a Kirchner, muy debilitado, a las puertas de perder también la conducción del justicialismo.
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