17 Mayo 2009
Quien invierte su dinero posterga el consumo presente hacia el futuro. A cambio, procura obtener una compensación, explican desde la Bolsa porteña.
El mercado ofrece una amplia gama de alternativas de inversión para que cada individuo pueda elegir aquélla que más le convenga a sus necesidades e intereses. Esta elección depende, entre otras variables, del monto que disponga para invertir, el tiempo durante el cual pueda prescindir de los fondos, el retorno que desea obtener y el nivel de riesgo que esté dispuesto a asumir.
Cada tipo de inversión tiene un nivel esperado de riesgo. Este riesgo se mide por la probabilidad de que la inversión reciba el impacto de hechos impredecibles que puedan obstaculizar el cumplimiento de los retornos esperados.
Que aquellos hechos sean positivos o adversos no significa que ello vaya a afectar la inversión en forma positiva o adversa: lo único que le interesa al inversor es conocer de antemano cuáles son los posibles impactos que dichos hechos puedan generar sobre la inversión.
El inversor que conoce el riesgo que implica una determinada inversión está en condiciones de tomar decisiones fundamentadas y sabe de antemano qué es exactamente lo que está arriesgando.
El nivel de riesgo de una inversión está directamente relacionado con la rentabilidad esperada. Cuanto más inciertos sean la evolución y el resultado de una inversión -y en consecuencia, el riesgo que ella implica-, mayor será la rentabilidad que exija el inversor.
No todas las personas tienen la misma tolerancia al riesgo. Las más conservadoras prefieren una inversión con mayor grado de certeza en el futuro pero saben que deben resignar rendimientos. En el otro extremo, los inversores más arriesgados eligen instrumentos de inversión que implican menor grado de certeza pero mayor promesa de ganancias futuras.
El mercado ofrece una amplia gama de alternativas de inversión para que cada individuo pueda elegir aquélla que más le convenga a sus necesidades e intereses. Esta elección depende, entre otras variables, del monto que disponga para invertir, el tiempo durante el cual pueda prescindir de los fondos, el retorno que desea obtener y el nivel de riesgo que esté dispuesto a asumir.
Cada tipo de inversión tiene un nivel esperado de riesgo. Este riesgo se mide por la probabilidad de que la inversión reciba el impacto de hechos impredecibles que puedan obstaculizar el cumplimiento de los retornos esperados.
Que aquellos hechos sean positivos o adversos no significa que ello vaya a afectar la inversión en forma positiva o adversa: lo único que le interesa al inversor es conocer de antemano cuáles son los posibles impactos que dichos hechos puedan generar sobre la inversión.
El inversor que conoce el riesgo que implica una determinada inversión está en condiciones de tomar decisiones fundamentadas y sabe de antemano qué es exactamente lo que está arriesgando.
El nivel de riesgo de una inversión está directamente relacionado con la rentabilidad esperada. Cuanto más inciertos sean la evolución y el resultado de una inversión -y en consecuencia, el riesgo que ella implica-, mayor será la rentabilidad que exija el inversor.
No todas las personas tienen la misma tolerancia al riesgo. Las más conservadoras prefieren una inversión con mayor grado de certeza en el futuro pero saben que deben resignar rendimientos. En el otro extremo, los inversores más arriesgados eligen instrumentos de inversión que implican menor grado de certeza pero mayor promesa de ganancias futuras.