En el centro del escenario
06 Mayo 2009

La presidenta Cristina Fernández  llegó al Teatro San Martín a las 18.15 de ayer. Se instaló en un camarín preparado exclusivamente para ella. En su interior se instaló un juego de sillones de pana color bordó y un espejo de cuerpo entero. En el baño, revestido de color blanco, sobresalía una silla afrancesada bordó y una margarita encima de un juego de toallas blancas.

La jefa de Estado lució un traje de piel de poule de color gris-celeste, con una blusa azul con moño, un trench azul, un fouler celeste y zapatos cerrados al tono. También utilizó un collar de perlas.  

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Las plateas, el pullman y el gallinero  del teatro se poblaron cerca de las 18. La “banda de Alperovich” (el coro integrado por simpatizantes de Bella Vista y de Aguilares, que sigue al gobernador en cada acto) se instaló en el gallinero y entonó la marcha peronista. A la misma hora ingresaron las Madres, con el tradicional pañuelo blanco en la cabeza. Fueron unas de las más aplaudidas.

Cristina pisó el escenario a las 18.25. Desde las plateas soltaron globos celestes y blancos. Ella saludó al público con su mano en el corazón. Detrás, el jefe de Gabinete, Sergio Massa, transmitió al mandatario su sorpresa por el recibimiento. La postal se completó con las sonrisas del vicegobernador Juan Manzur, del intendente, Domingo Amaya, y de la diputada Beatriz Rojkés. El secretario de Agricultura, Carlos Cheppi, era el menos expresivo de la mesa principal.

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La presidenta sentía el calor alperovichista y del ambiente en el teatro. Utilizó un abanico de color naranja y bebió medio litro de agua mineral. El gobernador y la primera dama le regalaron una caja de productos regionales (“el año pasado se quedó con las ganas de probar dulces”, se comentó oficialmente). Amaya, en tanto, le obsequió un mate de plata.

Alperovich fue el primero en hablar durante el acto. Lo hizo durante 10 minutos y recibió 18 aplausos. Luego, lo hizo la Presidenta, durante 28 minutos, y recibió 15 aplausos. Los asistentes hicieron un silencio prolongado para escuchar la descripción de los actos de Gobierno que hizo Cristina.

Durante su alocucion, Cristina llamó cuatro veces “José” a Alperovich y en otras tres le dijo “gobernador”. El mandatario escuchó el discurso de la mano de su esposa, quien se acomodó en su hombro para escuchar a la Presidenta. “Es la química de los Alperovich”, dijo alguien desde el foyer del teatro.

Al detallar los datos socioeconómicos, la Presidenta cometió una gaffe. Al afirmar que, según la Encuesta Permanente de Hogares, la desocupación del primer trimestre del año se mantuvo en un dígito, lo comparó con igual período de 2007 y no de 2008.

A las 19.11, la Presidenta terminó su mensaje. Los asistentes al teatro la despidieron de pie y con un aplauso prolongado. José Alperovich agradeció sus presencias y ofreció su corazón pero golpeándose la parte derecha del pecho.

Cristina Fernández rompió el protocolo. Bajó del escenario para saludar a legisladores, ministros, ediles, comisionados rurales y a las Madres. No hubo fotos para el afiche de campaña. Roque Alvarez (que no es candidato) fue uno de los primeros en sacarse fotos con la Presidenta.

La Presidenta no ingresó ni salió por la puerta principal del teatro. Usó uno de los ingresos laterales. La guardia de honor de la Policía esperó en vano a la mandataria. Sin embargo, Cristina quiso despedirse de los tucumanos, estrechándoles la mano. Lo hizo durante 250 metros antes de subirse a la combi.

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