¿Les mintió Cristina a los tucumanos? No. Con más educación que su marido, repitió los logros de un modelo que se diferencia claramente de los dos fallidos intentos radicales y del menemismo.
“Nosotros hacemos y la oposición también se ocupa de lo que sabe: de criticar”, fue su estiletazo desde las tablas del San Martín. Acaramelada por los aplausos “sijosesistas”, la Presidenta se relamió con lo que para ella parece un logro trascendental: la sepultura del sistema de jubilación privada.
Hubo guiños para Alperovich, quien prometió llenarle las urnas de votos. En síntesis, y como siempre, el mensaje fue político: hay que acompañar este modelo pase lo que pase para que no sobrevenga el Kaos.
Entonces comienza a desmoronarse el discurso de la mandataria. Porque no puede haber diluvio universal si hicieron tan bien las cosas. Porque la democracia tiene triunfos y derrotas. Unos sirven para ratificar la ruta y las otras para volver a la pista tras el derrape.
Cristina no mintió. Pero si el ex presidente necesita recurrir a las candidaturas ficticias (testimoniales las llaman, forzando la sabiduría de la Real Academia Española) es porque el modelo o el proyecto ha perdido base de sustentación.
No son sólo las ideas las que están en discusión. A los Kirchner se les está deshilachando la trama peronista. Hay gente que abandona el barco, pero eso no significa el hundimiento.
¿Y Alperovich? Aplaude, porque es un gran beneficiado, pero piensa -aunque no lo diga- en el mañana, porque el poskirchnerismo también es una idea actual.