26 Abril 2009
En enero de 1990 conocí a Francesco Tonucci en el Instituto de Investigaciones Psicopedagógicas que él dirigía, en Roma. El lugar estaba ubicado en un gran predio donde funcionaban laboratorios de investigación, bibliotecas, salas de reuniones y un parque botánico y zoológico. Parecía que el lugar convocaba a este pedagodo excepcional a crear el escenario para sus investigaciones sobre el aprendizaje de los niños y de los jóvenes y sobre la distancia entre enseñar y aprender. Allí intercambiamos ideas. Tonucci contó: "a este lugar llegan los niños a enseñarnos cosas que ellos saben, y a decirnos qué les preocupa; y lo demuestran en pequeños talleres, reunidos en grupos, o sentados en círculos".
Mi pregunta fue ¿y los docentes que hacen?. Me respondió que se prefiere que ellos estén en la biblioteca. Los observadores, allí, son los investigadores, pedagogos, psicólogos, psicopedagogos, que ven cómo se comportan los niños ante determinada situación; qué se preguntan; qué dicen; qué se dicen entre ellos. Desde esas observaciones sobre el aprendizaje vivencial, los observadores enriquecen sus propuestas teóricas, observando la realidad en un lugar distinto al del aula. Fue enriquecedor observar el material de trabajo de los chicos posterior a la experiencia realizada: maquetas, dibujos, canciones, logradas en el Instituto.
Tonucci considera que la actividad del juego en los niños es la base de los aprendizajes posteriores, porque el niño vive en el juego una experiencia rara en la vida del hombre. La experiencia de enfrentarse por sí solo a la complejidad del mundo, él con toda su curiosidad, con todo lo que sabe y con todo lo que sabe hacer; y con todo lo que no sabe y que desea saber.
Mi pregunta fue ¿y los docentes que hacen?. Me respondió que se prefiere que ellos estén en la biblioteca. Los observadores, allí, son los investigadores, pedagogos, psicólogos, psicopedagogos, que ven cómo se comportan los niños ante determinada situación; qué se preguntan; qué dicen; qué se dicen entre ellos. Desde esas observaciones sobre el aprendizaje vivencial, los observadores enriquecen sus propuestas teóricas, observando la realidad en un lugar distinto al del aula. Fue enriquecedor observar el material de trabajo de los chicos posterior a la experiencia realizada: maquetas, dibujos, canciones, logradas en el Instituto.
Tonucci considera que la actividad del juego en los niños es la base de los aprendizajes posteriores, porque el niño vive en el juego una experiencia rara en la vida del hombre. La experiencia de enfrentarse por sí solo a la complejidad del mundo, él con toda su curiosidad, con todo lo que sabe y con todo lo que sabe hacer; y con todo lo que no sabe y que desea saber.
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