Villalba pidió que el amor supere las rupturas sociales

Villalba pidió que el amor supere las rupturas sociales

El arzobispo lavó los pies a 12 fieles.

MOMENTO EMOTIVO. Villalba le lava los pies al viudo Eduardo Juan Paz. LA GACETA / ANALIA JARAMILLO MOMENTO EMOTIVO. Villalba le lava los pies al viudo Eduardo Juan Paz. LA GACETA / ANALIA JARAMILLO
10 Abril 2009

Sentado en una silla de plástico blanca y con el pie derecho descalzo, a Eduardo Juan Paz las lágrimas le estaban jugando una mala pasada. Mientras el arzobispo Luis Villalba se acercaba al lugar donde él estaba sentado no era difícil advertir que en su espíritu la emoción y los recuerdos entablaban una batalla agridulce. Hace un mes, la muerte le arrebató a la mujer con la que compartió 44 años de matrimonio. “Estoy triste, pero es extraordinario que el obispo me lave los pies. Es un gesto de humildad inconmensurable. Es muy importante para mí estar aquí hoy”, dijo con voz suave y entrecortada de hombre emocionado.
Paz fue uno de los 12 fieles a los que Villalba les lavó los pies anoche en la parroquia Nuestra Señora de Fátima, donde celebró la misa de la Cena del Señor. En el altar estuvieron ancianos, jóvenes, niños e incluso una nena paralítica y un chico con síndrome de Down.
“Esta noche celebramos la hora de Jesús. El sabe que está en la vigilia de su pasión que termina en la cruz. En ese momento culminante, reúne a sus discípulos y les deja su testamento, un testamento para todos nosotros”, afirmó el arzobispo en su homilía.
En otro tramo del sermón que pronunció en una iglesia repleta de fieles, explicó: “Jesús nos dejó tres regalos esa noche. El primero fue la eucaristía. El sabe que va a morir y encuentra la manera de seguir con nosotros en el pan y en el vino”.
Villalba dijo que el segundo regalo fue la institución del sacerdocio. “Por eso les pido que demos gracias por los sacerdotes, que recemos por ellos y por las vocaciones sacerdotales, para que nunca falten sacerdotes que cumplan la misión que les encomendó Jesús”, les pidió a los feligreses.
El arzobispo agregó que el tercer regalo fue el Mandamiento del Amor. “Les lavó los pies a los discípulos y les dijo: ‘les doy un mandamiento nuevo, ámense los unos a los otros como yo los he amado’. Y el nos amó hasta el final; dio su vida por nosotros. Entonces, eso nos demuestra que el cristiano es el que se pone al servicio del otro. En un mundo tan egoísta, con tantas rupturas en la sociedad, el mensaje es el mandamiento del amor. Tenemos que amar al otro, incluso al enemigo”, sostuvo Villalba.
Por la mañana, el arzobispo celebró en la iglesia Catedral la Misa crismal, donde bendijo los óleos que se usarán durante todo el año litúrgico en distintas ceremonias. Ante los sacerdotes del clero hizo hincapié en la importancia de la misión como vocación definitiva de la Iglesia Católica.

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