Atlético, la lucha continúa
Javier Páez se anima a todo. Aceptó un desafío imaginario con el yudoca Eduardo Costa para una producción propuesta por LA GACETA. Esta noche, el defensor saldrá a la cancha para jugar por Atlético, que inicia la segunda rueda de la "B" Nacional con la ilusión de pelear por un lugar en Primera. Por Leo Noli - Redacción LA GACETA. Video del backstage
Javier no se siente un trotamundos, sí un luchador que viajó de puerto en puerto sumando experiencia y algo más en su vida. El color y la calidez de Ecuador quizás contrasten un poco con el temor de haber vivido a menos de una hora de Palestina, cuando su hoja de ruta marcó como siguiente destino Israel, aunque tampoco reniega de ello ni de la paranoia inicial. "Al principio te hacés la cabeza, pero nada más. Nunca sentí un estruendo de una bomba ni nada por el estilo", cuenta Páez, hoy afincado en el "Jardín de la República", donde desde hace un semestre persigue el sueño del pueblo "decano", llamado ascenso a Primera. "Todos tenemos la cabeza puesta en cumplir el objetivo. Debemos ir paso a paso y no adelantarnos a los hechos, si queremos llegar a la meta", asegura este soldado de mil batallas, mientras se prepara para una lucha de otro cuartel, en un escenario ajeno al fútbol.
El rival de turno asusta al principio. Eduardo Costa, diplomado en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 y participante en Beijing 2008 (China), espera a "Satanás", que no reniega del asunto, aunque sí de su apodo. "Me lo pusieron en el ?97, por la barba candado. Después de eso, me la saqué y nunca más la usé", cuenta entre risas "Fito" como descargando tensiones previas al inicio de la contienda. "En nuestro puesto es vital saber marcar diferencias con el rival. No podés dejar que el delantero te primeree. Eso me lo enseñó hace mucho tiempo Enzo Trossero.?Tenés que hacerte sentir y respetar?", cuenta Páez el consejo de antaño del DT, que le sirvió para acomodarse en la posición de marcador central. Eso sí, la profesión también tiene sus riesgos, aclara con la mirada el nacido en Deportivo Merlo y muestra un par de marcas en el rostro, cortesía de Esteban Fuertes y de Rolando Schiavi.
Preparen, apunten...
La pelea pinta despareja. Las apuestas apuntan ganador a Costa. Del otro lado, Javier corre como punto frente a una banca de alta trayectoria. Pero, recuerda, tantas veces dijeron lo mismo del "decano" y se equivocaron. Entonces, por qué no...
La tribuna apoya al visitante en el Complejo Belgrano. El rubio se motiva y va al frente. Sus hijos, sus sobrinos y su mujer no paran de alentar. "Fito" busca el ippón, Costa no lo deja y aprieta el acelerador. Hábil con los pies, Páez amaga y dispara para otro lado. El tiempo dice basta; el duelo queda en pardas y los dos se retiran contentos del set. "Me considero un luchador. Necesito llegar a mi casa y saber que dejé todo por el equipo; hasta la última gota de sudor. Es la única forma que tengo de dormir tranquilo", afirma el seguidor del temperamental Juan Simón. "Me gustaba como era él en cancha", describe el "Flaco", que tiene bien en claro cómo debe tratarse el balón en el terreno. "Cuando se puede jugar, se juega. Cuando no, a la tribuna; tampoco es cuestión de arriesgar", sonríe.
Estilo Páez
El tipo es de los que bancan la parada, apelan al corazón en cada palabra que utilizan y guarda el casete futbolero para otro momento. "Gracias a la gente, que nos bancó un montón, logramos levantar partidos complicados de local. Su apoyo en este semestre será vital para nosotros", asevera el zaguero, cuyo destino hubiese sido otro si los libros y el colegio se hubieran impuesto al fútbol. "Dejé a los 15. Mi viejo me preguntó que quería hacer y le dije: ?jugar al fútbol?. En realidad, como estudiante, siempre fui un gran futbolista", suelta una carcajada este ex "Satanás" que, si cambia de profesión, le apunta a la mecánica.