A 157 años de la gran batalla

A 157 años de la gran batalla

Repercusión en Tucumán del triunfo de Caseros, en 1852. Por Carlos Páez de la Torre (h)

LA CAIDA DE ROSAS. En una batalla de trámite rápido, el ejército que mandaba Justo José de Urquiza batió al del jefe de la Confederación Argentina, Juan Manuel de Rosas. LA GACETA LA CAIDA DE ROSAS. En una batalla de trámite rápido, el ejército que mandaba Justo José de Urquiza batió al del jefe de la Confederación Argentina, Juan Manuel de Rosas. LA GACETA
04 Febrero 2009

Ayer se cumplieron 157 años de la batalla de Caseros. En ella, como es sabido, la victoria del general Justo José de Urquiza, al frente del Ejército Unido de Vanguardia, puso término al largo mando del general Juan Manuel de Rosas y abrió el camino a la organización definitiva del país.
La noticia de Caseros llegó a Tucumán posiblemente el 25 de febrero de 1852, ya que ese día fechaba el gobernador, general Celedonio Gutiérrez, su nota de adhesión al jefe victorioso. Por esos días arribó también una carta de Amancio Alcorta, escrita el 11. Informaba que "el 3 del corriente sucumbió para siempre la dictadura de Rosas. En la chacra de Caseros, al frente de Morón, combatieron 50.000 hombres con menos muertos que en cualquier guerrilla en que triunfó Rosas. Desde ese día estuvo a bordo de un buque inglés y antes de ayer se fue llevando nuestro anatema".
La misiva -publicada en 1946 por Alberto G. Padilla- agregaba un párrafo elocuente. "Nuestros hijos gozarán de la felicidad de su ausencia (la de Rosas); a nosotros no nos deja ni salud ni fuerzas para gozarla. Nos ha robado y humillado hasta su caída. Urquiza es un valiente, y digno de las bendiciones de la República Argentina".
El doctor Luis F. Aráoz, niño tucumano de 8 años entonces, recordaría (en su artículo "Urquiza. Impresiones íntimas"), que el día que supo lo ocurrido en Caseros, su madre arrancó de la ropa de sus hijos escolares el moño punzó reglamentario, exclamando: "¡Bendito sea Dios!". Por la noche, se rezó en su casa el Rosario en grupo, para pedir por las víctimas. El inquieto niño siguió luego a un grupo de gente en la calle. Unas sesenta personas, dando vítores y mezcladas con la Banda de Música que tocaba la canción de Lavalle, se dirigieron a varias viviendas, entre ellas la del coronel Cecilio Lucero, guerrero de la Independencia. La hermana mayor de Aráoz le contó que "las niñas y damas buscaban añil de Prusia en los almacenes para teñir el género blanco, bramante, con los colores de la bandera de Belgrano, azul y blanco, pues no había género de color celeste para reemplazar la tela colorada, obligada por la tirania".

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