“Se trata de una población de escasos recursos, con muchísimas carencias, a lo que se suma el flagelo de la aparición de una droga de altísima toxicidad. Estamos muy preocupados porque, además, sabemos que no es una problemática que se resuelva de un día para otro, ni mucho menos”, indicó el ministro de Salud, Pablo Yedlin, al ser consultado sobre las consecuencias del consumo de “paco” entre los adolescentes del barrio Costanera.
“Nosotros estamos al tanto de lo que ocurre allí, ya que trabajamos con programas de atención a las adicciones en el hospital Avellaneda, que recibe a muchos chicos de la Costanera que consumen ‘paco’. Pero el hecho de que lo sepamos desde hace tiempo no significa que no estemos igualmente preocupados, ya que las soluciones son difíciles”, indicó el funcionario. “Se está trabajando en un programa de capacitación para el personal de los distintos hospitales para que sepan actuar en casos de intoxicación. Desde el Ministerio de Salud estamos haciendo todo lo que se puede, pero considero que en el fondo esta es una problemática directamente relacionada con el trabajo de la secretaría de Prevención de las adicciones”, finalizó Yedlin.
Según vecinos de la Costanera, la mayor parte de los adictos es atendida en principio en el CAPS de la zona (al que llegan unos 10 adolescentes por día), y posteriormente derivada a otros centros asistenciales, como el Hospital Avellaneda.
Jóvenes internados
La psiquiatra y psicoanalista Trinidad Bo de Astudillo es jefa del servicio de Salud Mental del Hospital Padilla y encargada de supervisar los tratamientos ordenados por la Justicia para jóvenes adictos a las drogas que están sometidos a procesos penales. Según explicó, ella recibe cada semana un nuevo caso en su consultorio. En el hospital Padilla, confiesa, se internan jóvenes con adicciones a la marihuana y a la cocaína, las drogas de mayor circulación en la provincia. Sobre el consumo de ‘paco’ en la provincia, la médica precisó que en todos los casos registrados hasta el momento se confirmó que los adictos son menores de edad y que viven en zonas marginales de la capital. “Es una droga muy barata y altamente nociva, que ganó mucho terreno en Tucumán en los últimos meses”, dijo.