Austeridad y cautela podrían ser las palabras que sintetizaron el espíritu con el que los tucumanos celebraron la Navidad. Este año en los balcones y en los frentes de las casas no se vio tanta decoración como años anteriores. En los supermercados, las segundas marcas llenaron el carrito y la sidra reemplazó al champán.
Una de las mayores diferencias con respecto a 2007 fue la falta de festejos para los empleados en las empresas. Mientras que años anteriores se reservaban hoteles y restaurantes para llevar a todo el personal a cenar, este año sólo hubo brindis y buenos deseos. Las liquidaciones y las ofertas se adelantaron para tentar a los compradores, que prefiriron cuidar el bolsillo. En las vidrieras se ofrecían rebajas si se llevaban varias prendas.