Ayer a la mañana los pasillos de los hospitales de la capital estaban tranquilos. Los médicos coincidieron en que el número de pacientes atendidos por quemaduras pirotécnicas disminuyó considerablemente con respecto al año pasado.Una de las causas principales de esta inusual situación se debe a que se tiraron menos fuegos artificiales que años anteriores, sostuvo el jefe de guardia del Hospital de Niños, Gustavo Muzzo.
“Tuvimos 10 casos de niños quemados y solo uno de gravedad: fue el caso de Martín Albornoz, que perdió la falange un dedo”, precisó. Además, advirtió sobre el peligro de dejar que los niños usen y jueguen con cualquier tipo de fuego artificial. Recomendó que solamente los adultos deben usar o encender fuegos artificiales. En el hospital Nicolás Avellaneda el personal de la salud permanecía distendido en las primeras horas de ayer, debido a la escasa cantidad de pacientes que ingresaron con quemaduras. El jefe de guardia, Marcelo Gómez, contó que llegó un 50% menos de personas quemadas en comparación a la Navidad anterior. El caso más dramático se registró en el hospital Padilla, cuando ingresó, poco antes de las una de la mañana, un hombre que perdió un ojo. “Sin contar este caso, los demás fueron leves”, informó la doctora Ana Costa, jefa de guardia del hospital.