Bajo la espesa nube de humo provocada por la explosión de un cohete que manipulaba a Martín Albornoz, de 8 años, se le empañó la ilusión de encontrar su regalo en el árbol navideño pocos minutos antes de la medianoche de ayer.
"El es zurdo, y ahora voy a tener que enseñarle a escribir con la derecha", expresó acongojada su hermana. El artículo pirotécnico le amputó a Martín la falange del dedo índice de su mano izquierda, y debió ser intervenido quirúrgicamente para no perder el resto de los dedos de esa mano.
El niño había encontrado el cartucho de una bomba de estruendo sin explotar en la calle y decidió desarmarlo para hacer una"fogata". Debido a la gran cantidad de pólvora contenida, cuando la encendió reventó instantáneamente, arrojándolo al suelo. Cuando su hermana escuchó los alaridos y corrió a verlo estaba ensangrentado. De inmediato fue llevado al Hospital del Niño Jesús.
"Los padres son los exclusivos responsables de que los chicos no manejen pirotecnia y deben enseñarles lo peligroso que resulta",enfatizó Gustavo Muzzo, jefe de guardia del hostipal.
La mecha era muy corta
Los médicos de los distintos nosocomios de la capital coincidieron en que no hubo gran cantidad de accidentados por el uso indebido de cohetes y fuegos de artificio, pero aclararon que los pocos que hubo fueron de gravedad.
Gustavo Enrique Massenzio, de 38 años, festejaba junto a su familia en el barrio Echeverría la llegada de la Navidad. Luego de brindar salió a la puerta de su casa a tirar una bomba de estruendo. "Al parecer la mecha era muy corta. Explotó y me impactó en la cara sin darme tiempo a salir corriendo", relató el hombre. Contó luego que lo único que recuerda es que trás encender la mecha escuchó el estruendo y se desvaneció. Al volver en sí se enteró de que había sufrido un traumatismo en la base de la órbita ocular izquierda.
Como consecuencia del impacto perdió el ojo y deberá someterse a una serie de cirugías reconstructivas del rostro. "Los médicos nos dijeron que no hay nada que hacer", se lamentó Analía Robles, esposa del herido. El hombre llevado al hospital Nicolás Avellaneda en un principio, y posteriormente se lo trasladó al hospital Padilla debido a la magnitud del accidente, donde quedo internado. Rubén, el dueño de un negocio de venta de cohetes, recomendó no adquirir productos que estén deteriorados en su envoltura o sean de dudoso aspecto. Advirtió que no se deben tocar durante mucho tiempo los cohetes ya que el calor que genera puede encenderlos.