26 Diciembre 2008
Son las 22 del 24 de diciembre. Las calles de la ciudad están desoladas, salvo por los pocos transeúntes que se dirigen a pasar la Nochebuena en familia o con amigos. Sólo un restaurante de 25 de Mayo al 300 tiene sus luces encendidas. No hay clientes todavía, a excepción de una pareja de europeos, sentados al lado de un gran ventanal.
Sophie Coene y Pepiyn Raes, ambos de 26 años, están sorprendidos por el parecido de Villa Nougués con Suiza. El vive al noroeste de Polonia, antiguamente Prusia, y ella, en las afueras de Bruselas. Están admirados por la religiosidad que todavía se vive en estas tierras. "En Europa se veía esta devoción hace 10 años; hoy, todo esto se ha perdido", dice uno de ellos.
Sophie Coene y Pepiyn Raes, ambos de 26 años, están sorprendidos por el parecido de Villa Nougués con Suiza. El vive al noroeste de Polonia, antiguamente Prusia, y ella, en las afueras de Bruselas. Están admirados por la religiosidad que todavía se vive en estas tierras. "En Europa se veía esta devoción hace 10 años; hoy, todo esto se ha perdido", dice uno de ellos.
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