Hace dos años, en el ciclo de LA GACETA, Víctor Massuh habló de “Tucumán, las huellas de una utopía”. En su recorrido por esa utopía, el filósofo mostró amor por su provincia natal y gratitud y entusiasmo por la Facultad de Filosofía y Letras. “En las aulas de la Facultad de Filosofía y Letras reforcé ese utopismo provinciano”, afirmó entonces el filósofo, que también destacó cómo las mujeres de esa casa de estudios influyeron en su vida afectiva e intelectual. Dos de esas mujeres, las filósofas “Gennie” Valentié y Lucía Piossek Prebisch de Zucchi, coincidieron ayer, conmovidas, en que Massuh fue “el pensador brillante, pero, más que eso, el amigo excepcional”.
“ El privilegiaba la amistad. Me gustaba de él su interés por los otros; muy pocas veces hablaba de sus éxitos; más bien quería saber cómo estaba el amigo, qué lo angustiaba o qué estaba escribiendo. Con él se hablaba de personas concretas. Apreciaba la tierra donde había nacido: siempre volvía a Tucumán, donde vivían familiares, pero también a ver a sus amigos”, afirmó.
“En su pensamiento -prosiguió-se destacaron siempre dos elementos fundamentales: el subrayar la necesidad de libertad del ser humano, y reconocer al mismo tiempo las características de los individuos. Todos formamos la especie humana, pero hay características que nos hacen únicos. En esa profundidad destacaba la identidad propia que valoró y respetó siempre de los seres humanos”.
Lucía de Zucchi, por su parte, le dijo a LA GACETA: “Massuh fue una de las inteligencias más lúcidas y más interesadas por su país y por su gente que yo haya conocido”. “Fue un ensayista brillante, que ha tomado temas acuciantes como la violencia, la relación con la libertad, la dificultad de razonar normalmente en nuestro tiempo. Me acuerdo cuando Leda Valladares me llevó los trabajos de un muchacho de 19 años sobre América: “yo te recomiendo que los leas. Leelo, porque vale la pena”, me dijo Leda. “Fue la primera noticia que tuve sobre Víctor ”, dijo la profesora Piossek Prebisch, en su semblanza de su amigo. La filósofa destacó que el interés por América fue una constante en la vida de Massuh. “Fue una idea juvenil para nada común en nuestra generación”, afirmó.