Murió Victor Massuh, en quien conjugaron el intelectual lúcido y el hombre generoso
Nació en Tucumán, creó una obra filosófica vasta y cubrió distintos cargos diplomáticos, entre ellos el de embajador ante la Unesco. El autor de "Nihilismo y experiencia extrema" falleció a los 84 años, en Buenos Aires. Una trayectoria que empezó en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT.
El fallecimiento del doctor Víctor Massuh priva al pensamiento filosófico argentino de una de sus figuras más lúcidas y más representativas. Por cierto que el suceso, que enluta a la cultura nacional, resultó especialmente sensible en nuestra ciudad, tierra de su nacimiento, donde tenía numerosos parientes, amigos y admiradores, y adonde regresaba con frecuencia.
Hijo de Yubrán Massuh, conocido comerciante de nuestro medio, y de Balomia Bach, había nacido en Tucumán el 25 de febrero de 1924. Hizo la primaria en la Escuela Mitre y el bachillerato en el Colegio Nacional. En la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT se graduó de profesor de Filología y Pedagogía, y años más tarde se doctoró en Filosofía, con la tesis “Nietzsche y el problema religioso”, calificada “summa cum laude”. Cursaría también estudios de posgrado en las Universidades de Tübingen y de Chicago. Su primer libro, publicado en Tucumán, es de 1953, “En torno a Rafael Barrett”. Desde 1949 escribía en la sección literaria de LA GACETA, colaboración que mantuvo asidua hasta el fin de sus días.
En 1955 publicó “América como inteligencia y pasión” y “El diálogo de las culturas”. Un año más tarde, fue designado decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Nacional de Córdoba. Al comenzar la década de los 60, se desempeñó como profesor contratado en la Universidad Nacional del Sur. En 1963 publicó otro libro, “Sentido y fin de la historia”. Su larga y prestigiosa carrera docente en la Universidad de Buenos Aires se iniciaría en 1964. Obtuvo en la Facultad de Filosofía y Letras, por concurso, las cátedras de Filosofía e Historia de las Religiones y de Filosofía de la Historia. En esta última sucedió al destacado filósofo Vicente Fatone. Enseñó hasta 1987, año en que renunció. Por dos veces, además, había sido director del Departamento de Filosofía de la casa.
En lo que quedaba de ese decenio, siguieron apareciendo sus sólidos ensayos: “El rito y lo sagrado”, “La libertad y la violencia”, y “Nietzsche y el fin de la religión”, además de numerosos artículos en publicaciones especializadas. De 1975 es otro de sus grandes libros, “Nihilismo y experiencia extrema”. En 1976 fue designado embajador de la Argentina ante la Unesco. Permaneció en ese cargo hasta 1983, y en 1980 fue elegido presidente del Consejo Ejecutivo de la Unesco. Le complacía recordar que, en su mandato, procuró consolidar un espacio de receptividad para la cultura en lengua española, además de defender el espíritu universalista de la Organización, amenazado entonces por la parcialización ideológica o regional.
Además, durante los 80, publicó “La Argentina como sentimiento”, en 1982, y en 1983 “El llamado de la Patria Grande”. Ese mismo año la UNT le otorgó el doctorado “honoris causa”. En 1986 fue designado miembro de número de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. “Páginas de Víctor Massuh seleccionadas por su autor” y “La flecha del tiempo” se editaron en 1989, época en que volvió a ocupar un destino diplomático, como embajador argentino en Bélgica, hasta 1995. En los noventa siguieron apareciendo sus libros: “Agonías de la razón”, en 1994, y “Cara y contracara ¿una civilización a la deriva?”, en 1999. Publicó “Nuestra América” en 2002.
En suma, en sus escritos Massuh demostró la amplitud de sus preocupaciones, a través de temas como la violencia ideológica, la utopía, el humanitarismo ateo, el nihilismo, la mística, las relaciones entre ciencia y religión, y la crisis de la razón en la filosofía de nuestro tiempo. Analista de la actualidad, los ensayos sobre la realidad argentina y el contexto iberoamericano evidencian que nunca descuidó su circunstancia inmediata. La tarea intelectual de Massuh fue reconocida a través de numerosos premios, condecoraciones y designaciones. Entre ellos cabe citar la Medalla de Oro de la Unesco, la Gran Cruz de la Orden de Mérito de España, La Gran Cruz de la Orden de la Corona de Bélgica, el Konex de Platino, el Premio “Ensayo” de la Academia Argentina de Letras, el Premio “Consagración filosófica” de la Sociedad Argentina de Filosofía. La Legislatura de Tucumán lo designó “Figura destacada”, y la Fundación Miguel Lillo lo nombró “Miembro de Honor”. Asimismo, se editaron publicaciones colectivas de tributo a su obra, con artículos de destacados pensadores: “La trayectoria intelectual de Víctor Massuh” y “Homenaje a Víctor Massuh”, ambas de 2004. Más allá de su magna tarea intelectual, la persona de Massuh estaba rodeada de condiciones nada comunes. Alto, distinguido y elegante, su conversación resultaba seductora por el brillo, por la amenidad y por la simpatía que irradiaba hacia sus interlocutores. Firme y entusiasta en la amistad, generoso en los juicios, abierto a todos los rumbos del pensamiento, el gran pensador tucumano dejó en quienes lo conocieron una sensación difícil de olvidar.