Uno de los sectores que más valoriza el sentido de las tradiciones es el ligado a las canciones, a las poesías y a las danzas folclóricas. Y ese respeto y coherencia se observan no sólo en la vestimenta sino también en las comidas, las costumbres y el lenguaje. Además, en las peñas y en los festivales, pueden palparse y vivenciarse esas características. En esos ámbitos, los espectadores acompañan bailando y cantando a quienes brindan desde el escenario su aporte a la cultura nativa.
“El folclore tiene que ser una materia teórico práctica obligatoria en los colegios y debe estar conectada con la historia y la geografía, porque el chico tiene que saber el origen y conocer el lugar de dónde viene la danza que baila o la canción que está interpretando”. Así se expresó ante LA GACETA Nicolás Brizuela, director del Ballet Tucumán, quien admitió que hay tradiciones que ya están olvidadas. No obstante ello reconoció que “por suerte las danzas folclóricas aún se bailan en estado puro en muchos lugares del interior, como en los Valles Calchaquíes, en La Candelaria, de Salta, o en La Banda y Quimilí, de Santiago del Estero, por nombrar algunos lugares”.
Exhortación
El artista exhortó a los que buscan aprender a bailar una zamba o una chacarera a que se animen a concurrir a una academia. “En las peñas y en los festivales sólo se revolea el pañuelo. No se aprende a bailar”, destacó. “Alrededor de más de 5.000 personas, en 28 años de existencia de esta academia, aprendieron a bailar las distintas danzas de nuestro folclore”, apuntó con un indisimulado orgullo. Brizuela también reclamó apoyo oficial para las academias de folclore. “De esa manera se podrá difundir mejor nuestras tradiciones. Tanto en Perú como en Chile y en Paraguay, a diferencia de Argentina, lo primero que muestran al turista son sus danzas”.
Mario Herrera, bailarín del Ballet Tucumán, consideró que en las ciudades la globalización inhibe las costumbres autóctonas. “Sin embargo -aseveró- las tradiciones siguen vigentes en los pequeños pueblos. Por ello debemos poner énfasis al difundir nuestras cosas entre los jóvenes. Ellos se obnubilan ante la invasión de modos de vida distintos a los nuestros que descubren por internet y por los canales de cable. Un ejemplo de ello es la fiesta de Halloween o la de San Valentín”, precisó.
"Cosa de viejos"
Florencia Lamas, bailarina de 17 años, apuntó que “los chicos dicen que el folclore es ‘cosa de viejos’. Yo creo que tiene que haber materias en las escuelas para que uno aprenda sobre las costumbres nativas, la historia de las danzas y el origen del mate, del asado, del gaucho; de lo contrario se perderán esas tradiciones”.
Brizuela, a su vez, recordó que los payadores, a través de los cielitos, relataban lo que sucedía en la época colonial, y que esa danza fue una de las primeras que existió. Dijo también que alrededor de 1840 existió un baile tucumano que se llamó “el cañaveral”, con un ritmo vivaz y alegre.
Actuación y magia
Destacó que “la danza incluye expresión corporal y actuación; magia que fluye del interior del bailarín. Hacemos representaciones, por ejemplo, sobre todas las facetas de la industria azucarera, empezando por el origen en la casa del Obispo Colombres”.