NUEVA YORK.- La industria estadounidense de defensa vivió buenos momentos en administraciones demócratas, y con Barack Obama presidente podría continuar en ese estado. El sector de la defensa todavía emplea mano de obra intensiva, como en los viejos tiempos, y ningún presidente quiere afectar el empleo, especialmente en momentos de crisis económica. “La gente se sorprendería de cuán estable será el gasto en armamento. ¿Va Obama realmente a recortar las compras militares y las grandes fábricas de armamento en Estados oscilantes como Florida, Virginia y Colorado?”, preguntó Loren Thompson, un analista de defensa. Por otra parte, Estados Unidos todavía enfrenta amenazas de seguridad y el crecimiento de las ambiciones de China, lo que haría aún más impopular un recorte en los programas de defensa.
El crecimiento del gasto militar debería moderarse después de la bonanza de la guerra durante la gestión de George W. Bush, pero nadie espera que disminuya.
El gasto de defensa creció más de un 60% durante la administración Bush, a U$S 542.500 millones en el año fiscal 2009, más otros U$S 70.000 millones en fondos complementarios para las guerras en Irak y Afganistán. El presupuesto complementario sería lo primero en eliminarse, si es que Obama toma medidas para reducir la presencia militar en Irak. Eso afectaría a las empresas que proporcionan equipos y logística, pero liberaría dinero para contratos de largo plazo para construir cazas, bombarderos, barcos de guerra y misiles, el principal negocio de firmas como Lockheed Martin y Northrop Grumman.