Estuvieron los gestores, perono los hacedores

Estuvieron los gestores, perono los hacedores

Por Fabio Ladetto - Para LA GACETA - Tucumán.

26 Octubre 2008

El debate cara a cara de las ideas integra la esencia del ejercicio democrático. Esta experiencia fue saludablemente vivida en el reciente II Congreso Argentino de Cultura, que implicó la movilización de una parte reconocida del patrimonio intelectual más relevante del país, de representantes institucionales y de extranjeros de prestigio indiscutible.
A una semana del evento es prematuro agotar todas las perspectivas, en especial las que tienen que ver con las pautas mínimas de una acción de Gobierno, como las promesas de creación de un Consejo Federal de Cultura y de sanción de la ley nacional respectiva. Sin embargo, algunas conclusiones se hacen indispensables desde lo evidenciado en mesas y lugares de encuentro (o desencuentro).
La presencia de gestores y administradores del hecho cultural debería haber sido acompañada con la participación efectiva de los hacedores de esa oferta en un mismo espacio de debate. La inclusión de estos últimos como expositores en las mesas realizadas en las mañanas del viernes y del sábado estuvo reducida a una mínima expresión, casi anecdótica, mientras que fue numerosa en los foros vespertinos realizados sin funcionarios, técnicos ni responsables gubernamentales a la vista. Así, se presentan como dos realidades que se despliegan en paralelo y con graves dificultades de vinculación. Además, faltaron expositores de la SADE, de Argentores, de la Asociación Argentina de Actores y de colectivos de la plástica y de la música, entre muchos otros que hacen a la construcción ciudadana de las expresiones culturales, rasgo distintivo de los pueblos. Pensar el hacer y explicar cómo se lo hace deben ser aspectos inseparables.
La vinculación de la cultura con el mundo económico fue eje de numerosas exposiciones. Esta relación permite profundizar nexos entre campos tradicionalmente distanciados y despejar dudas acerca de su cercanía. Ya no se discute la irrupción de la industria cultural en la producción de bienes de consumo, en especial en un siglo que se caracterizará por la expectativa del mejoramiento de la calidad de vida en tiempo ocioso, particularmente en el área del conocimiento. El peso del dinero fue abordado desde la expectativa del volumen presupuestario asignado o de los ingresos obtenidos directa o indirectamente del hecho cultural. Marginalmente se trató la forma de repartirlo, y se pidieron mecanismos participativos que requieren definiciones profundas. No es lo mismo subsidiar una experiencia colectiva que hacerlo para una búsqueda individual.
Ambas lo merecerán, pero el monto dependerá del análisis de su objetivo social. No se debe levantar el fantasma de la censura estatal, ya que no se está hablando del contenido específico de una propuesta sino de su filosofía y de su alcance. Otro ejemplo: se habló de ampliar la distribución de las películas nacionales dentro del país, pero hace años se cerró la sala subsidiada por el Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales en Tucumán. Y se tocó apenas tangencialmente la propuesta de modificar la Ley Federal de Radiodifusión (cuyo contenido cultural y resultado patrimonial son innegables), sin un abordaje a fondo.
Sin fondos, no hay política (cultural o la que sea). Hubo una admisión tácita de que la distribución del erario depende de objetivos que exceden la buena voluntad, los planes a largo plazo y las ideas magistrales que tengan los funcionarios. La sensación subyacente es que se puede discutir sobre el diseño y el contenido de una política cultural, pero que "la caja" no se toca; que hay un ámbito exclusivo (y excluyente) de los administradores al que no se accede; que el artista (con más razón si es de raíz popular) es más expectador que protagonista de las decisiones; que el interés institucional estuvo más atento a los invitados antes que a las rondas de discusión horizontal de los congresistas que se dieron cita en forma autónoma.
En este cuarto de siglo democrático, bienvenidos sean los encuentros como el que tuvo lugar la semana pasada. Queda como desafío, para dentro de dos años, rendir cuenta de los compromisos cumplidos y apostar a la renovación antes que a la repetición.
© LA GACETA

Fabio Ariel Ladetto - Abogado,actor, periodista de LA GACETA, docente de Oratoria en la UNT y de Redacción y Práctica Comunicacional en la Unsta.

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