"El neoliberalismo de los 90 abonó el terreno de la ?antipolítica?"

"El neoliberalismo de los 90 abonó el terreno de la ?antipolítica?"

La socióloga Josefina Doz Costa sostiene que los cambios en el perfil de los conductores políticos se vinculan de modo directo con las transformaciones socio-políticas del país.

12 Octubre 2008
"El acontecimiento más revelador de la historia de la cultura política argentina contemporánea tiene que ver con el pasaje a nuevos modos de participación y a la identificación con un líder de numerosos y diversos sectores sociales. Este fenómeno ocurrió al calor del peronismo". El concepto es de la socióloga Josefina Doz Costa, quien manifiesta, en diálogo con LA GACETA, que los cambios en el caudillismo son propios de las transformaciones de la cultura política de la Argentina. Porque ella comparte el diagnóstico acerca de que los caudillos políticos actuales ya no necesitan ser referentes de intelectualidad o de militancia.
"Las prácticas políticas y culturas sufrieron un quiebre decisivo con la irrupción del terrorismo de Estado, que ataca los núcleos más activos de la vida social y destruye los lazos comunitarios", asevera. "Esa fractura, desde discursos como el ?no te metas?, ?por algo será? o ?en algo andaría?, sumergió a la sociedad argentina definitivamente en una ética individualista. Y esto continuó profundizándose apenas Carlos Menem se deshizo de sus patillas y se abrazó al liberalismo", describió.
Para Doz Costa, la década del 90 abonó con neoliberalismo el terreno de la "antipolítica". "Se naturalizó una actitud ciudadana de apatía. Surgió una brecha entre una elite política y la comunidad", consignó. El caudillismo también cambió en este contexto, en que la política -advierte la especialista- se traslada a los escenarios simplificadores de los lenguajes audiovisuales, "con discursos desideologizados y pasteurizados, en medio de una cultura signada por la lógica brutal del mercado. En ese marco, las ideas, objetivos, proyectos y programas de país dejan de ser "redituables" en términos políticos, dando paso al éxito del pragmatismo y de discursos tecnocráticos como los de Mauricio Macri, que se sitúan por afuera de la política", puntualizó.
Sin embargo, concede, también surgieron espacios de la sociedad civil organizada y de la intelectualidad, que construyen una cultura política diferente. "Ejemplo de ello es la ?Carta Abierta?, que al calor de la reacción sojera de los últimos tiempos, plantea un modo diferente de entender la práctica política, poniendo la palabra en acto. Se rescata el valor de la institucionalidad democrática y a la comunidad como contralor", manifestó.

- Pareciera que la única contención que dan hoy los caudillos es de índole económica...
- El individualismo propio de la ética neoliberal produce un claro vaciamiento de los contenidos de la política y genera -en una lógica complementaria- las condiciones para su mercantilización. Las transformaciones de los aparatos partidarios responden también al proceso socio-histórico descripto.

- ¿Esto significa que se han acabado los caudilllos o que el caudillismo se ha pervertido?
- No hablaría de "perversión", sino de productos de un proceso socio-histórico. Es necesario hacerse cargo como sociedad de todas estas transformaciones. Es necesario ponerlas sobre la mesa, profundizar en sus orígenes, entenderlas y discutirlas. La política ingresa en la lógica de mercado, mercantilizándose. El caudillismo, en esa lógica, se terceriza. En términos generales la respuesta a un puntero político, hoy, no se corresponde con una identificación con su líder. Se ha roto la vía directa de identificación entre el líder y las bases. En el mismo sentido en que en una empresa las distintas actividades se canalizan por su vía más eficiente, en la política los aparatos canalizan lealtades, votos y demás componentes necesarios para su permanencia en el poder. Sobre todo en una sociedad en la cual reconstruir la política constituye una tarea de primer orden, pero cuya mayor dificultad radica muchas veces en la extrema pobreza de los que hoy constituyen los cuadros de la política. Condición de pobreza que se suma, con absoluta lógica, a los resultantes de un proceso de profundización de la lógica neoliberal abrazada por nuestro Estado desde 1976.

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