La forma que tienen los jóvenes de vincularse, actualmente, difiere de las prácticas surgidas en décadas anteriores, y es notable la incorporación de las tecnologías de la información y la comunicación en sus maneras de comunicarse; pero es bueno recordar que la búsqueda de identidad se encuentra relacionada justamente con esa necesidad de diferenciarse y crear grupos que transgredan pautas culturales o, de algún modo, los singularice y haga sentir que el grupo los contiene. Esta actitud (según afirman los psicólogos) es un comportamiento esperado en la adolescencia, por ende, no parece tan alarmante que conformen grupos con características propias.
Ahora bien, el tema parece ser un tanto más profundo cuando analizamos a la sociedad en general, y no sólo a los jóvenes y sus ideales, pues paradójicamente, encontramos adultos cuyos referentes sociales tienen que ver con personajes vacíos o teñidos de superficialidad. Un público masificado que disfruta con espectáculos televisivos que poco contribuyen a la superación interior o al crecimiento intelectual, una especie de alienación, donde se transita del trabajo a las distintas formas de consumo, olvidando, quizás, el encuentro genuino con uno mismo y con nuestro entorno. ¿Qué espacio ocupa la creación, lo lúdico y los momentos de ocio? ¿En qué medida, los adultos, superamos ese nivel superficial para cultivar nuestro cuerpo-mente-alma? Podríamos inferir, entonces, que no resulta sorprendente que en una sociedad donde los adultos no se interesan por cultivar en profundidad su ser (y valoren más el tener), los adolescentes se encuentren en diversidad de búsquedas identitarias.
Transitamos tiempos donde la información y la comunicación son elementos que marcan la diferencia entre el posible acceso o la exclusión del sistema, por lo tanto, comprender las dimensiones que adquiere la web 2.0 (web social), es indispensable para ampliar nuestro espectro de comprensión.
La conformación de redes y comunidades virtuales es cada vez más dinámica y mutante; asimilar la información, seleccionarla, clasificarla, resignificarla y aprender a recrear contenidos a partir del gran bagaje de información en los medios, es un desafío para nuevos procesos de socialización, y para el sistema educativo, puesto que han de estimularse nuevas habilidades y destrezas cognitivas para convivir y aprender a pensar de manera crítica y creativa en la sociedad de la información.