Rechaza de plano cualquier conjetura respecto del fin del capitalismo, debido a la actual crisis financiera de Estados Unidos, y, por el contrario, sostiene con decisión la necesidad del libre mercado. "El Estado es un horror", afirma, tajante, Guillermo Calvo, para criticar las últimas intervenciones de la Reserva Federal (FED) y del gobierno de George W. Bush. En este sentido, avizora un panorama más que preocupante para la salud de la economía global; estima que el mundo entrará en una recesión de la que no escaparán las naciones emergentes, como la Argentina. Calvo habló telefónicamente con LA GACETA desde Manhattan para interpretar las turbulencias de los mercados.
- ¿Cómo interpreta esta crisis?
- Nos estamos olvidando un poco de la historia reciente, que ha sido para el mundo muy exitosa, tanto que aquí, en Estados Unidos, al período comprendido entre 1982 y agosto de 2007 se le ha dado nombre: the great moderation (la gran moderación). Y este estuvo caracterizado por una muy baja volatilidad de las variables financieras y reales y altas tasas de crecimiento acompañadas por una expansión más que proporcional del comercio internacional. Mientras tanto, tuvimos el desarrollo de grandes bloques que también contribuyeron al crecimiento, como China y, más recientemente, India, al que se ha sumado también Brasil. Venimos de un período muy exitoso, en el que la industria financiera ha jugado, a mi entender, un papel muy importante y positivo. En este contexto, se subestimó la posible volatilidad de la economía. Por ejemplo, el precio de las casas se veía que estaba subiendo fuertemente, pero por otro lado se pensaba que eso podía ser un proceso que reflejaba una mayor productividad. En consecuencia, si bien había algunas dudas, nadie tenía una prueba para asegurar que eso no se iba a sostener, excepto algunos pocos que llamaban la atención, pero no era fácil hacer pronósticos. La Reserva Federal (FED) pensó que no tenía ninguna injerencia en supervisar más de cerca el sector de construcciones e inmuebles. Y allí se empezaron a ver algunas anormalidades. Las hipotecas subprime son unos contratos abusivos, porque se las daba a gente muy poco sofisticada, que no sabía lo que estaba firmando. Pero esa fue sólo una parte del problema. La otra parte es que después esto se las securitizó. Las hipotecas se destitularizaron. Los bancos se las sacaron de encima. Hicieron malos préstamos, digamos, y los metieron en bonos que empezaron a circular. Al final llega el momento de la verdad que, a mi criterio, comienza cuando la FED empieza a subir las tasas de interés. Cuando suben las tasas de interés el valor de los activos cae; y cae más el de los activos más riesgosos. Entonces, era de esperar que el valor de esos bonos que tenían atrás las hipotecas iba a caer. Y generaron un efecto dominó. Aquí lo discutimos mucho. En febrero de 2007 ya sabíamos que había un inconveniente con las subprime. Después se recuperó rápidamente. Pero luego vino otro golpe en agosto, y de ahí en adelante la cosa se fue complicado y, le aseguro, sin que la mayoría de los economistas haya supuesto que la cosa se empeoraría tanto. Enseguida empezaron a aparecer los bancos centrales, de una manera muy activa. Pusieron un montón de liquidez en el mercado, y parecía, de pronto, que habían apagado el fuego, pero el fuego siguió.
- ¿Y seguirá el fuego?
- Yo no tengo mucha fe ahora respecto de que esto cambie. Tal vez uno se pone más pesimista con estas cosas. El crédito está totalmente congelado. El crédito interbancario en Londres está a unas tasas increíbles. Todo el que puede está acumulando bonos del Tesoro de Estados Unidos, que están pagando cero, o tasas negativas. Esta semana había pánico. Y al paquete de medidas que anunció el gobierno norteamericano yo le veo una serie de dificultades. Primero, que U$S 700.000 millones es el 5% del PBI de Estados Unidos. No nos olvidemos que el paquete de México para el Tequila era de U$S 50.000 millones, y era el 17% del PBI. Y a México se le cayó el PBI un 6%. Si eso llega a pasar en Estados Unidos será catastrófico.
- ¿Se refiere a que es insuficiente la cifra del plan Bush?
- Hay que tener mucho cuidado con estos salvatajes, porque aun cuando han sido muy grandes, no han podido prevenir una caída grande del producto. Eso, como primera observación. No digo que vaya a caer el 6%. Sólo señalo que en México pasó lo que pasó. Los salvatajes deben ser muy bien hechos, porque sino se corre el riesgo de entrar en una recesión profunda. Además, por los números que he estado mirando de Goldman Sachs, que sugiere que estos bonos tóxicos que les llaman podrían exceder ampliamente la suma de U$S 700.000, y estar más cerca de U$S 1 billón. Entonces, si queda esto en los balances seguirá la desconfianza. Es difícil saberlo.
- Durante los últimos días algunos analistas hablaron sobre el rompimiento del paradigma del capitalismo e ironizaron sobre el socialismo de Bush. ¿Cree que se ha puesto en tela de juicio el sistema capitalista?
- Hay que tener cuidado para no exagerar. Este es un accidente financiero. Hay que acordarse cuánta gente venía saliendo de la pobreza en China y en India. Hacía tiempo que no teníamos una crisis muy grande, y yo creo que es inevitable una recesión mundial. Pero hay que pensar en cuál es la alternativa al capitalismo. Porque en los años 30 teníamos al comunismo. Pero hoy en día los comunistas son más capitalistas que nosotros. Yo creo que entraremos seguramente en un período en el que al sistema financiero se lo controlará un poco más. Pero no creo que a estas crisis las vayamos a poder evitar. Están en la naturaleza de una economía descentralizada en la que agarramos nuestros ahorros y se los damos a entidades que los manejan. Puede haber una crisis del capitalismo, pero a un sustituto del capitalismo no lo conocemos. Y el Estado es un horror. Mire usted que la discusión en torno de estos U$S 700.000 millones, si sigue el debate aquí en el Congreso, verá que se ha politizado totalmente. Y encima no se los van a dar a los U$S 700.000 millones, si no U$S 200.000 para empezar. Y eso va a hacer que el plan no sea efectivo. Esa es la otra razón por la que yo soy pesimista: se metieron los políticos.
- ¿A qué le parece que es equiparable esta crisis financiera?
- Se habla mucho de que es la mayor crisis, pero resulta que el PBI de Estados Unidos no ha caído; sigue creciendo. Hemos hecho un ruido espantoso.
- ¿No hay tanta afectación a la economía real todavía?
- Todavía no. Pero yo creo que va a haber. Y ahí veremos si es la más grande. Hasta ahora no pasó nada. Estamos con el miedo de lo que nos puede llegar a pasar. Pero ojo, que hay un escenario en el que de repente la crisis puede salir disparada para arriba otra vez, y el problema va a ser pararla. No es imposible que esto suceda. Pero todavía no se pueden emitir comparaciones. Se la puede paralelizar con la de los años 30, pero se han hecho cosas debido a que se aprendió de esa crisis. Durante la crisis de los 30, se despedazó el sistema financiero y el banco central de Estados Unidos no hizo nada. Acá hicieron todo lo contrario: pusieron un montón de liquidez, pero el incendio se siguió expandiendo. Ese es el problema que tenemos ahora. Si bien pudo haber sido como en los 30, hasta ahora se ha evitado una mayor expansión. La pregunta es si esto será suficiente o no, pero honestamente no hay respuestas, porque estamos caminando sobre un terreno desconocido. Lo más parecido es lo que nos pasó a nosotros en las crisis, tanto argentina, como la del resto de los emergentes, durante los 90. La crisis turca, la rusa... Es lo más parecido. Tiene un poco esa característica de desapalancamiento. Desaparece el crédito, se pierde la confianza, etcétera. La gran diferencia es que nuestros países se podían ir al FMI o apoyarse en otros países. Pero acá Estados Unidos está solo. La única ventaja de la que dispone es que no tiene deuda en moneda extranjera. Tiene la maquinita de dólares que nosotros no teníamos.
- ¿Cómo afecta esta crisis a la economía argentina?
- Toda América Latina está bastante aislada de este problema. Pero un poco porque todavía, si bien ya han bajado los commodities, este es el principio de un proceso. Hemos visto que si los commodities bajaran al nivel de 2002 gran parte de América Latina estaría con déficits de cuenta corriente muy grandes y fiscales. En la Argentina mucha de nuestra recaudación fiscal está atada al comercio exterior. Yo creo que se van a empeorar las cuentas fiscales y que va a haber un efecto negativo sobre el crecimiento en toda América Latina. Si a eso se le suma que no se soluciona el problema del crédito, entonces, esto va a ser muy complicado, porque usted no puede tener un déficit de cuenta corriente; la va a tener que cerrar. La Argentina no tiene acceso al crédito, de modo que no habrá mucha diferencia, pero lo que le va a pegar fuertemente es el precio de los commodities. Ojalá no sea tan profunda esta recesión mundial, porque la Argentina estará en una posición delicada. Desde afuera se lo ve así. A la Argentina como una de las más delicadas, y a Chile como una de las más fuertes.
- En su opinión, ¿qué debe hacer la Argentina para que la economía gane solvencia y no dependa tanto del comercio exterior?
- Mire, yo creo que la Argentina ha pasado por todo un período expansionario que se debió mucho al hecho de que se había ido al pozo. Hablo de un rebote más largo de lo que la gente esperaba, pero un rebote al fin. Con una inversión relativamente reducida, una devaluación muy fuerte que facilitó el rebote por el lado de las exportaciones. Y además se vio el crecimiento por términos de intercambio fabulosos. Entonces, todo el viento fue a favor. Ahora, el viento empieza a soplar en contra. Pero no se puede estar eligiendo el modelo en que uno vive en función de cómo sople el viento. No quisiera acusar a la Argentina de estar haciendo eso. Ahora están cambiando los vientos. Pero yo diría que, si vamos a cambiar el modelo, no lo hagamos porque esté cambiando el viento, si no porque estemos convencidos de que el modelo anterior está agotado y que queremos entrar al mundo. Eso es lo que hay que hacer. Creo que esta es la etapa de la inversión directa externa. Hay fuentes de financiación muy importantes esperando oportunidades, como son estos fondos soberanos de inversión, que son enormes, asiáticos, árabes y de China, por ejemplo. Pero para ello es necesario darles un marco legal y político estable. En esa dirección habría que ir. No creo que el mercado del crédito se reactive. No esperemos que nuestras empresas se puedan financiar con créditos. Tenemos un país que ahorra muy poco, y en consecuencia tenemos una inversión muy baja. No vamos a poder seguir creciendo de la mano del intercambio tecnológico, sino de la inversión extranjera.
- ¿Y ese marco legal y político por dónde pasa? ¿Tal vez por reformular el sistema tributario, implementar políticas de Estado, un gran acuerdo nacional...?
- En primer lugar, mirando desde afuera la Argentina, uno habla con la gente y da la sensación de que es un país que se maneja medio a los latigazos. No hay reglas. Uno ve el problema con el campo, y cuando aparece un grupo de gente que se queja, se los llama golpistas. Suena muy fuerte esto. Muy demandón. El inversor piensa: "no voy a entrar, si me van a tratar así". Creo que el impulso de esta administración fue muy bueno durante el rebote, pero eso que la Presidenta ha hablado tanto de reforzar las instituciones todavía no se ve. Creo que la parte política es muy importante. Después tenemos que ver las reglas y la política fiscal que vamos a seguir, etcétera. Yo creo que la Argentina ha perdido tanto la credibilidad, tanto... No veo que lo pueda hacer sola. Creo que debería, como se ha hecho alguna vez en algunos países, armar una comisión de expertos que estudie el tema de la tributación, que venga con una propuesta, y que esa propuesta se implemente, y con el apoyo no de un partido, sino de un conjunto multipartidario. Creo que hemos destruido las instituciones, y no por culpa de esta administración. En 2001 tuvimos un accidente gravísimo. Le hemos hecho daño al país. Hemos dañado la estructura institucional del país. Y es muy difícil. Cuando usted se lastima, va al hospital. No se queda en su casa lamiéndose las heridas. Y es un poco difícil lamerse las heridas especialmente cuando uno, además, es alcohólico. Es decir, lo tienen que tratar. No digo ir al Fondo, que ha perdido mucho su prestigio. Pero sí ir en búsqueda de profesionales serios, que tengan la menor agenda política. Ahora, es fácil decirlo, pero hacen falta años de trabajo.
"En el mundo la Argentina es mala palabra"
"La gran ventaja que tenemos para solucionar la crisis del Indec es que este instituto era muy, muy respetado. Si volvemos a incluir a los mismos técnicos y la estructura que había antes, ya con eso podemos ganar una buena parte de la credibilidad, y al mismo tiempo hacer del Indec un instituto independiente. Si bien le hemos pegado un flor de golpe al instituto, ha pasado todavía poco tiempo; entonces se puede recuperar todavía a los técnicos. Pero políticamente no sé cómo se hace, porque eso sería reconocer que se cometió un error garrafal. La situación del Indec le ha hecho un daño tremendo a la Argentina, porque, primero, usted no engaña a doña Rosa; que va al supermercado y ve que las cosas le suben. Y segundo, no se engañó sino que estafó al tipo que compró bonos indexados al IPC. La gente lo dice abiertamente: la Argentina hizo otro default. Si usted es un Gobierno capaz de dibujar los números para pagar menos, y bueno... ¡usted es un ladrón, señor! Fenómeno, usted me robó la cartera. Yo no tengo nada que hacer porque usted es un país soberano. Listo. ¡Pero no me pida un peso más! Esto le ha hecho un daño tremendo. En el mundo la Argentina es mala palabra. ?¿Y a tu país cómo lo ves??, te pregunta uno, con una risita socarrona. ?Contame alguna historia divertida. A ver, ¿a quién amenazó (Guillermo) Moreno esta vez??, te dicen. Me cuentan cada historia del secretario que... no sé. Este tipo de cosas hacen que no sea un país serio".