03 Septiembre 2008
Para crear el dispositivo que acumula experiencia, Justin C. Sánchez, profesor de Neurología Pediátrica de la Universidad de Florida, y sus colegas inventaron un sistema basado en establecer metas y otorgar recompensas. Colocaron en los cerebros de tres ratas bajo estudio unos pequeños electrodos para capturar las señales cerebrales que la computadora iba a descifrar. Les enseñaron a los animales a mover un brazo robótico hacia un objetivo, usando sólo sus pensamientos. Cada vez que tenían éxito en la tarea, premiaban a las ratas con una gota de agua.
La computadora, por su parte, también tenía una “meta”, que era ganar tantos puntos como fuera posible. Cuanto más cerca del objetivo lograba una rata mover el brazo, más puntos recibía la máquina. De ese modo, la computadora podía registrar qué señales del cerebro de las ratas les daban mayor puntaje. Y utilizaban esos datos para influir, las veces siguientes, en el movimiento del robot y hacer el proceso más eficiente y fácil para el animal. A pesar de las dificultades crecientes, los animales completaron las tareas cada vez con más eficiencia a lo largo del tiempo y con una efectividad más alta de la que hubieron logrado por simple azar.
Los resultados de este estudio añaden una nueva dimensión a las investigaciones sobre las interfaces entre cerebro y máquina. Según los especialistas, que se haya podido entrenar a ratas para usar un brazo robótico y obtener resultados significativos a partir de animales que no tienen la destreza mental de los primates o de los humanos parece promisorio además de sorprendente: indicaría que la nueva metodología podría ser útil en situaciones donde otros dispositivos no lo son.
La computadora, por su parte, también tenía una “meta”, que era ganar tantos puntos como fuera posible. Cuanto más cerca del objetivo lograba una rata mover el brazo, más puntos recibía la máquina. De ese modo, la computadora podía registrar qué señales del cerebro de las ratas les daban mayor puntaje. Y utilizaban esos datos para influir, las veces siguientes, en el movimiento del robot y hacer el proceso más eficiente y fácil para el animal. A pesar de las dificultades crecientes, los animales completaron las tareas cada vez con más eficiencia a lo largo del tiempo y con una efectividad más alta de la que hubieron logrado por simple azar.
Los resultados de este estudio añaden una nueva dimensión a las investigaciones sobre las interfaces entre cerebro y máquina. Según los especialistas, que se haya podido entrenar a ratas para usar un brazo robótico y obtener resultados significativos a partir de animales que no tienen la destreza mental de los primates o de los humanos parece promisorio además de sorprendente: indicaría que la nueva metodología podría ser útil en situaciones donde otros dispositivos no lo son.