29 Agosto 2008
“NO HUBO REPRESION, SINO UNA GUERRA”. Lo afirmó Menéndez. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
Con el rostro pétreo y gran firmeza en la voz, Luciano Benjamín Menéndez reivindicó ideológicamente el accionar del Ejército contra los grupos insurgentes.
"Sin tener arte ni parte, simplemente porque estábamos en la ruta de conquista del comunismo internacional, los argentinos sufrimos el asalto de la subversión marxista. Era la más total de todas las guerras: la revolucionaria, que no buscaba arrancarnos un pedazo de territorio, un paso entre dos océanos o una zona de influencia política o económica, sino que apuntaban al alma de nuestro pueblo, para someterlo a un régimen despiadado y brutal. En lo externo, seríamos un satélite de Rusia; y en lo interno, no seríamos libres de pensar, expresarnos, poseer bienes o entrar y salir del país o disponer de nuestras vidas o de nuestras familias. El pueblo no fue un convidado de piedra, sino el objetivo a dominar", subrayó. En la parte central de su discurso, reprodujo lo que manifestó en Córdoba en julio, cuando fue condenado a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad.
El relato histórico del ex comandante del III Cuerpo del Ejército se remontó a documentos de ministros del Gobierno de Arturo Illia, luego de que se destruyera un campamento insurreccional en agosto de 1964, en Salta. "Los guerrilleros no eran pacíficos ciudadanos defendiendo la democracia, porque estaba bien defendida. No hubo represión a los opositores políticos, sino una guerra que se vivió bajo gobiernos de todos los signos, y se ensayaron todos los métodos para defenderse de la agresión", señaló.
Como ejemplo, mencionó modificaciones a las leyes penales; la creación de la Cámara Federal Penal ("condenó a 1.600 guerrilleros, pero se los amnistió en 1973", sostuvo); la declaración de ilegalidad del ERP y de Montoneros; el terrorismo de Estado durante el peronismo, con la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) y, finalmente, afectó al Ejército a Tucumán. "Los terroristas intentaron usar la cuna de la independencia, pero se encontraron con un pueblo de valientes, con una larga tradición de libertad, que se plantó ante ellos, los aisló, y respaldó y reforzó al Ejército. Coincidencias con 1812, cuando los españoles chocaron con una barrera infranqueable", dijo.
Menéndez recordó que no se podía ir a Tafí del Valle por la ruta 37, porque aparecían guerrilleros para cobrar peaje o asaltar viajeros, y reconoció que llegaron a conformar ejércitos clandestinos sumamente organizados. "Los derrotados se mimetizaron en la sociedad, pero no abandonaron sus objetivos. No conciben la armonía y la concordia, sino el conflicto constante. No se sacaron aún la piel de cordero, porque les falta dominar algunos resortes del poder; cuando sientan que anularon la capacidad de reacción, darán el zarpazo y utilizarán toda la violencia para imponernos su doctrina. Estamos en guerra; hoy, los terroristas se apropiaron de la legalidad", finalizó.
"Sin tener arte ni parte, simplemente porque estábamos en la ruta de conquista del comunismo internacional, los argentinos sufrimos el asalto de la subversión marxista. Era la más total de todas las guerras: la revolucionaria, que no buscaba arrancarnos un pedazo de territorio, un paso entre dos océanos o una zona de influencia política o económica, sino que apuntaban al alma de nuestro pueblo, para someterlo a un régimen despiadado y brutal. En lo externo, seríamos un satélite de Rusia; y en lo interno, no seríamos libres de pensar, expresarnos, poseer bienes o entrar y salir del país o disponer de nuestras vidas o de nuestras familias. El pueblo no fue un convidado de piedra, sino el objetivo a dominar", subrayó. En la parte central de su discurso, reprodujo lo que manifestó en Córdoba en julio, cuando fue condenado a reclusión perpetua por delitos de lesa humanidad.
El relato histórico del ex comandante del III Cuerpo del Ejército se remontó a documentos de ministros del Gobierno de Arturo Illia, luego de que se destruyera un campamento insurreccional en agosto de 1964, en Salta. "Los guerrilleros no eran pacíficos ciudadanos defendiendo la democracia, porque estaba bien defendida. No hubo represión a los opositores políticos, sino una guerra que se vivió bajo gobiernos de todos los signos, y se ensayaron todos los métodos para defenderse de la agresión", señaló.
Como ejemplo, mencionó modificaciones a las leyes penales; la creación de la Cámara Federal Penal ("condenó a 1.600 guerrilleros, pero se los amnistió en 1973", sostuvo); la declaración de ilegalidad del ERP y de Montoneros; el terrorismo de Estado durante el peronismo, con la Alianza Anticomunista Argentina (AAA) y, finalmente, afectó al Ejército a Tucumán. "Los terroristas intentaron usar la cuna de la independencia, pero se encontraron con un pueblo de valientes, con una larga tradición de libertad, que se plantó ante ellos, los aisló, y respaldó y reforzó al Ejército. Coincidencias con 1812, cuando los españoles chocaron con una barrera infranqueable", dijo.
Menéndez recordó que no se podía ir a Tafí del Valle por la ruta 37, porque aparecían guerrilleros para cobrar peaje o asaltar viajeros, y reconoció que llegaron a conformar ejércitos clandestinos sumamente organizados. "Los derrotados se mimetizaron en la sociedad, pero no abandonaron sus objetivos. No conciben la armonía y la concordia, sino el conflicto constante. No se sacaron aún la piel de cordero, porque les falta dominar algunos resortes del poder; cuando sientan que anularon la capacidad de reacción, darán el zarpazo y utilizarán toda la violencia para imponernos su doctrina. Estamos en guerra; hoy, los terroristas se apropiaron de la legalidad", finalizó.
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