26 Agosto 2008
Tucumán debe ser uno de los pocos lugares del país en el que una misma obra se hace dos o tres veces; suele suceder, por ejemplo, con la repavimentación. Una situación similar se ha producido en el sur de la provincia con el puente sobre el río Chirimayo, que comenzó a construirse en noviembre de 2006. En agosto de 2007 el presidente del Centro de Defensa Comercial del Sur advirtió que la obra, que iba a comunicar Concepción con el barrio Iltico, en el oeste de la ciudad, había sido realizada muy angosta y baja, razón por la cual traería problemas en épocas de tormenta. El agua arrastraría desechos y plantas que, al no encontrar espacio suficiente para escurrirse, formarían un dique.
El líquido se irá juntando hasta finalmente desbordar hacia la calle San Martín -la principal de Concepción-, por lo que el centro se inundará en cuestión de minutos", afirmó el arquitecto de la Perla del Sur.
Se planteó el asunto ante el Concejo Deliberante y se solicitó a la empresa responsable que elevara y lo ensanchara, pero los vecinos no obtuvieron respuesta. El puente había sido inaugurado y en su construcción se había invertido $ 1,13 millón. Sin embargo, nunca había sido habilitado.
Las deficiencias en la construcción fueron confirmadas más tarde por profesionales de la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación. En noviembre de 2007 se conoció un informe que ratificaba lo observado por vecinos: el viaducto era bajo y dejaba una muy reducida luz para el paso del agua. El estudio había sido encargado por el intendente de la ciudad sureña.
A mediados de diciembre pasado se anunció que el puente iba a ser elevado a seis metros de altura (dos más de los que tenía); la modificación iba a ser ejecutada por la misma empresa, esta vez con un presupuesto de $ 400.000.
Hace unos días, informamos que la ampliación fue concluida, pero el puente carece de terraplenes; en consecuencia, los usuarios se vieron obligados a construir precarias escaleras de madera para poder atravesarlo.
Los ciclistas, por su parte, están obligados a descender de su rodado y a cargarlo al hombro para subir o bajar las escaleras. Niños y ancianos, principalmente, se exponen a diario a sufrir percances. La ilusión vecinal se transformó rápidamente en una nueva frustración.
El intendente dijo que presentó una nota en la Secretaría de Obras Públicas de la Provincia en la que solicitó que se realizaran lo antes posible las obras que restan. Estimó que la elevación del puente representó una erogación extra y habría faltado dinero para construir los terraplenes.
Hasta el momento, construir el puente ha costado $ 1.513.000. Se desconoce si alguien se hizo responsable de las deficiencias cometidas en la construcción de 2007.
Cabría preguntarse también si en esa ocasión, los planos del viaducto habían sido supervisados por la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación o por el organismo que correspondiere.
El sentido común lleva a pensar que todo puente debe tener accesos para poder subirse a él y cruzarlo. Si bien la obra fue realizada con recursos de la Nación, no deja de ser dinero público, es decir de la ciudadanía.
Si los trabajos se efectuaron mal en ambas oportunidades cabe analizar cuáles fueron los errores y sancionar a los responsables, para que la mala costumbre de hacer mal las cosas y tener que rehacerlas, sin hacerse cargo de las consecuencias, no vuelva a repetirse.
El líquido se irá juntando hasta finalmente desbordar hacia la calle San Martín -la principal de Concepción-, por lo que el centro se inundará en cuestión de minutos", afirmó el arquitecto de la Perla del Sur.
Se planteó el asunto ante el Concejo Deliberante y se solicitó a la empresa responsable que elevara y lo ensanchara, pero los vecinos no obtuvieron respuesta. El puente había sido inaugurado y en su construcción se había invertido $ 1,13 millón. Sin embargo, nunca había sido habilitado.
Las deficiencias en la construcción fueron confirmadas más tarde por profesionales de la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación. En noviembre de 2007 se conoció un informe que ratificaba lo observado por vecinos: el viaducto era bajo y dejaba una muy reducida luz para el paso del agua. El estudio había sido encargado por el intendente de la ciudad sureña.
A mediados de diciembre pasado se anunció que el puente iba a ser elevado a seis metros de altura (dos más de los que tenía); la modificación iba a ser ejecutada por la misma empresa, esta vez con un presupuesto de $ 400.000.
Hace unos días, informamos que la ampliación fue concluida, pero el puente carece de terraplenes; en consecuencia, los usuarios se vieron obligados a construir precarias escaleras de madera para poder atravesarlo.
Los ciclistas, por su parte, están obligados a descender de su rodado y a cargarlo al hombro para subir o bajar las escaleras. Niños y ancianos, principalmente, se exponen a diario a sufrir percances. La ilusión vecinal se transformó rápidamente en una nueva frustración.
El intendente dijo que presentó una nota en la Secretaría de Obras Públicas de la Provincia en la que solicitó que se realizaran lo antes posible las obras que restan. Estimó que la elevación del puente representó una erogación extra y habría faltado dinero para construir los terraplenes.
Hasta el momento, construir el puente ha costado $ 1.513.000. Se desconoce si alguien se hizo responsable de las deficiencias cometidas en la construcción de 2007.
Cabría preguntarse también si en esa ocasión, los planos del viaducto habían sido supervisados por la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la Nación o por el organismo que correspondiere.
El sentido común lleva a pensar que todo puente debe tener accesos para poder subirse a él y cruzarlo. Si bien la obra fue realizada con recursos de la Nación, no deja de ser dinero público, es decir de la ciudadanía.
Si los trabajos se efectuaron mal en ambas oportunidades cabe analizar cuáles fueron los errores y sancionar a los responsables, para que la mala costumbre de hacer mal las cosas y tener que rehacerlas, sin hacerse cargo de las consecuencias, no vuelva a repetirse.