Mientras uno se esfuerza para perfeccionar su malambo, el otro se divierte con el teatro

Mientras uno se esfuerza para perfeccionar su malambo, el otro se divierte con el teatro

David Albarracín recorrió distintos escenarios y actuó en el programa de Marcelo Tinelli. En tanto, Camilo Peñok hizo llorar al público con su pequeño papel en la obra "Tiempo suspendido". Ambos tienen mucho talento, pero difieren en sus proyectos de vida.

TEMOR. Camilo se siente intimidado cada vez que sale a escena.  LA GACETA / HECTOR PERALTA TEMOR. Camilo se siente intimidado cada vez que sale a escena. LA GACETA / HECTOR PERALTA
10 Agosto 2008
Camilo Peñok tiene 9 años y actuó en la obra de teatro danza "Tiempo suspendido". David Albarracín (de 12 años) baila malambo en representación del ballet El Arriero. Tanto uno como el otro pasaron por numerosos escenarios de Formosa, Catamarca, Santa Fe, Salta, Mendoza, La Rioja, Jujuy y Santiago del Estero, pero se diferencian en una cosa fundamental: Peñok ya no quiere retornar a los escenarios, mientras que Albarracín, que estudia baile desde los cuatro años, tiene en claro su vocación artística.
David es el niño que bailaba el malambo con los ojos tapados entre botellas de vidrio, cumpliendo religiosamente con las 12 mudanzas de la tradicional coreografía desarrollada en tres minutos. Su destreza sorprendió en 2005 al mismísimo Marcelo Tinelli, en cuyo ciclo participó en ocho oportunidades. También fue subcampeón del Festival Pre Laborde, estuvo en el Festival Nacional de la Zamba, y últimamente apareció en "Talento argentino" donde pasó a la segunda rueda. No sólo baila, sino que también juega con las boleadoras y toca el bombo.
"Me siento cómodo en los escenarios y nunca me equivoqué en los pasos", le cuenta a LA GACETA con algo de suficiencia. Su rutina son los ensayos los lunes, miércoles y viernes, entre las 19 y las 22.30. "A veces me canso, porque corremos mucho y necesitamos una gran preparación física", señala. Con sus padres presentes, se le escapa que una vez quiso abandonar, pero no lo dejaron. "El malambo exige mucha firmeza, por eso es importante la gimnasia y todos esos ejercicios", justifica.
David confiesa que quisiera jugar a la pelota, pero el tema es que concurre a la Escuela Técnica, en la Banda del Río Salí en doble turno, por la mañana y por la tarde, y entonces no le queda tiempo. Pero sobre todo, porque cada vez que el ballet tiene algún compromiso, David figura en el programa.

Vergüenza en el escenario
Claro que no siempre la vocación está presente de una manera tan nítida. En diferentes momentos de la obra "Tiempo suspendido", creada y dirigida por Marcos Acevedo, un niño, que primero pega un pelotazo y luego corre a abrazarse al bailarín Claudio Luna, enterneció a los espectadores. Se trataba de Camilo Peñok, hijo de la bailarina Carolina Peñok. En "Tiempo suspendido", su autor trabaja con criterios no tradicionales respecto de las exigencias de cuerpo para los artistas; por eso, no debe llamar la atención que Camilo no haya estudiado danza ni teatro, y sí únicamente un poco de gimnasia artística.
Camilo corrió la misma suerte que la obra, así que tuvo que emprender giras por distintos festivales. De hecho, "Tiempo suspendido" representó a la provincia en la última Fiesta Nacional del Teatro, en Formosa. Pero, Camilo aclara de manera contundente: "siento vergüenza en el escenario". "Me llamó Marcos, que me había visto bailar con mi mamá en "Génesis"; con ella me entiendo bien y puedo salir sin problemas", relata el niño de ojos profundos y sonrisa franca durante una visita a LA GACETA. Y es la madre la que lo ayuda a recordar que en su casa antes había visto muchos videos. "Es un juego para mí y lo que más me gusta son los viajes, pero siento vergüenza. Ni siquiera me interesan los aplausos y me quiero bajar del escenario apenas termina la obra", dice Camilo.
"¿Qué indicación te daba Acevedo para la obra?", se le preguntó. "Me decía que viera bien a los otros chicos y los copiara. Yo sabía cuándo tenía que entrar a escena, porque era al final de cierta música y entonces eso marcaba mi entrada", cuenta.
Sin embargo, Camilo Peñok no piensa ser artista cuando sea mayor. Y su madre tiene en claro que no va a presionarlo para modificar esa elección. Por el momento, el chico que hizo llorar en el teatro dice que no quiere saber nada con volver al escenario; eso sí, quiere jugar al rugby y para el Día del Niño pidió de regalo discos de los grupos Rata Blanca y de Iron Maiden.

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