10 Agosto 2008
PERSONALIDAD. María Pía no tiene vergüenza en el escenario. LA GACETA / ANTONIO FERRONI
Se muestra callada y expectante. Como si estuviera ante un tribunal examinador. Sin embargo, a medida que transcurre la charla, se distiende y comienza a contar anécdotas casi sin parar. “En el escenario no tengo vergüenza”, dice María Pía Delgado.
Con tan sólo siete años, esta pequeña de impactantes ojos pardos y sonrisa luminosa ya es toda una profesional en el mundo de los musicales. Ha participado en varias puestas realizadas por la Casa de la Zarzuela, que dirige Ana María Ternavasio y actuó en distintos escenarios, incluyendo el teatro San Martín. De hecho, el año pasado fue una de las niñas bailarinas de “La verbena de la Paloma” y una de las cantantes de “Agua, azucarillos y aguardientes”. “Comencé a cantar cuando tenía cuatro años. Mi tía me preguntó qué me gustaría hacer y yo le dije que quería cantar y bailar. Entonces me llevó primero al Coro de Niños y después comencé a bailar en las zarzuelas”, cuenta María Pía con cierta vergüenza.
Pero no sólo le gusta la zarzuela. También canta folclore y pop. “Cuando hay fiesta en mi casa canto junto con mi papá, que toca la guitarra. Es muy divertido”, dice pausadamente. Entre las canciones que más de gusta se encuentran “Chiquitita”, del grupo sueco Abba. “La aprendí en el coro y ahora la canto siempre, ¿querés escucharla?”, pregunta. Y, sin esperar la respuesta, comienza a cantar la primera estrofa con asombrosa entonación: “Chiquitita, dime por qué/tu dolor hoy te encadena...”. Cuando finaliza vuelve a adoptar esa postura típica de las bailarinas de flamenco. “A mí me gusta mucho el zapateo. En la última obra que hice en el teatro San Martín hice un par de cuadros que tenía mucho zapateo”, cuenta. Eso sí, a la hora de salir al escenario, se comporta como toda una profesional. “No me da vergüenza ni miedo. Sólo salgo a bailar y hago lo que me dicen. Para mí es muy divertido”, cuenta. A la hora de hablar de la televisión. María Pía dice que lo que más le gusta es “Hannah Montana”, el popular programa musical de Disney. En cambio, cuando habla de lo que quiere ser cuando sea grande, la música queda relegada a un segundo plano. “Quiero ser maestra jardinera como mi mamá”, señala con un brillo pícaro en los ojos.
Con tan sólo siete años, esta pequeña de impactantes ojos pardos y sonrisa luminosa ya es toda una profesional en el mundo de los musicales. Ha participado en varias puestas realizadas por la Casa de la Zarzuela, que dirige Ana María Ternavasio y actuó en distintos escenarios, incluyendo el teatro San Martín. De hecho, el año pasado fue una de las niñas bailarinas de “La verbena de la Paloma” y una de las cantantes de “Agua, azucarillos y aguardientes”. “Comencé a cantar cuando tenía cuatro años. Mi tía me preguntó qué me gustaría hacer y yo le dije que quería cantar y bailar. Entonces me llevó primero al Coro de Niños y después comencé a bailar en las zarzuelas”, cuenta María Pía con cierta vergüenza.
Pero no sólo le gusta la zarzuela. También canta folclore y pop. “Cuando hay fiesta en mi casa canto junto con mi papá, que toca la guitarra. Es muy divertido”, dice pausadamente. Entre las canciones que más de gusta se encuentran “Chiquitita”, del grupo sueco Abba. “La aprendí en el coro y ahora la canto siempre, ¿querés escucharla?”, pregunta. Y, sin esperar la respuesta, comienza a cantar la primera estrofa con asombrosa entonación: “Chiquitita, dime por qué/tu dolor hoy te encadena...”. Cuando finaliza vuelve a adoptar esa postura típica de las bailarinas de flamenco. “A mí me gusta mucho el zapateo. En la última obra que hice en el teatro San Martín hice un par de cuadros que tenía mucho zapateo”, cuenta. Eso sí, a la hora de salir al escenario, se comporta como toda una profesional. “No me da vergüenza ni miedo. Sólo salgo a bailar y hago lo que me dicen. Para mí es muy divertido”, cuenta. A la hora de hablar de la televisión. María Pía dice que lo que más le gusta es “Hannah Montana”, el popular programa musical de Disney. En cambio, cuando habla de lo que quiere ser cuando sea grande, la música queda relegada a un segundo plano. “Quiero ser maestra jardinera como mi mamá”, señala con un brillo pícaro en los ojos.
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