Los disfraces estimulan la imaginación
Día del Niño. Entre la vestimenta favorita de los chicos siempre hay algo que a los adultos no les agrada: porque es vieja, porque está rota, porque no combina o se ve ridículo. Sin embargo, lo que puede parecer un capricho infantil es de suma importancia para el desarrollo de su personalidad. La importancia de los disfraces y el juego.
Al elegir la ropa, el niño busca establecer su propia identidad
"No se saca el traje del Hombre Araña por nada del mundo. Si fuera por él, lo tendría puesto hasta para ir al jardín de infantes. No importa si está sucio o viejo, igual lo usa", cuenta Cecilia Reyes, de 32 años, mamá de Juan Pablo, que tiene apenas cuatro.
A Paulina Pedraza, que tiene seis años, nada la hace sentir más linda que su vestido de princesa. "Le gusta porque es rosa y ella dice que se parece a la Barbie. Tiene un tul bordado que, por el uso, está enganchado y con agujeros", contó su mamá. El disfraz, según el psicólogo Arturo Clariá, lejos de ocultar o tapar, descubre el mundo interno de los niños y revela todas las potencialidades. "Ponerse el disfraz, vestirse, le permite ?transformarse? y transformar su mundo", dice.
En su trabajo titulado "Ser un chico, un gran-des-cubrimiento. Consideraciones sobre la infancia, la ropa y los disfraces favoritos", el licenciado sostiene que jugar utilizando o creando disfraces puede ser uno de los mejores y mayores métodos de comunicación que encuentre el niño.
Con esta afirmación coincide Viviana Monserrat Aráoz, psicóloga especialista en niños, quien manifiesta que el disfrazarse permite ver la construcción de los chicos. "Al hacerlo, al vestir el cuerpo como si fuera tal o cual personaje, el niño no sólo se divierte con el engaño sino que explora, toma y deja los atributos significantes de lo que él interpreta que el mundo espera de él como persona", expresa.Para ella, no es lo mismo jugar a ser Blancanieves (cuya madrastra la odia por su belleza) que a ser Cenicienta (la mártir del trabajo doméstico por imposición de sus hermanas) o Barbie; como así tampoco es igual jugar a ser el hombre araña, destacado por su habilidad física y solidaridad, que Batman, quien lucha y protege a toda una ciudad.
Ambos especialistas coinciden en que resulta necesario permitirles a los chicos viajar hacia la fantasía, disponer de tiempo para divertirse, para imaginar y para crear, además de poner énfasis en la formación académica. "No es bueno someterlos a un régimen vertiginoso de tareas y olvidar el espacio lúdico", opina Clariá.
En el humano no hay nada heredado biológicamente, dice Monserrat Aráoz, porque no somos hijos de los instintos ni tampoco la reproducción de nuestros padres. "Somos particulares y esa particularidad para pensar, crear y producir se construye en la infancia a través del juego", analiza la psicóloga.
Para ella, jugar tiene razones que el adulto no comprende. "Sin embargo, es tan importante en la vida del niño, que su ausencia es el indicador de que algo no está bien. El niño con el jugar no sólo busca diversión sino que explora y crea los medios para representarse a sí mismo y a la realidad. Busca activamente construir su propio lugar en el mundo", precisa.
Dentro de los juegos aparecen los disfraces. Varones y mujeres, durante la infancia, ?juegan a ser otro?. Para Clariá la utilización de esas vestiduras colabora en la desinhibición del niño porque al estar enmascarado o disfrazado se atreve a actuar y decir cosas que en otra situación no haría. "En la elección de su ropa favorita el niño pone en juego la búsqueda y expresión de su propia identidad. Dentro de la relación de los niños con la vestimenta, el disfraz debe recibir principal importancia ya que en él se condensan ropa, creatividad, juego y fantasía y, por tanto, es un gran recurso expresivo para el niño", explica el profesional.
Algo que parece tan sencillo como una remera vieja, unos guantes de superhéroe, una pollera que ya no se usa o subirse a unos tacos altos puede tener, verdaderamente, muchas significaciones para los chicos."Para ellos, los colores, los olores, el tiempo de uso, la originalidad, de dónde o de quién proviene la ropa son algunas variables decisivas que condicionan la elección de una prenda u otra. La cuestión es que cada una lleva en sí misma un mensaje que los adultos debemos aprender a decodificar", concluyó Clariá.
Lo que un disfraz puede develar
RIVALIDAD entre hermanos o el nacimiento de un nuevo hermano si elige el disfraz de Cenicienta, que es excluida por sus hermanos.
PRESIONES o exigencias escolares y familiares. Cuando el chico se siente dominado por los adultos experimenta un enorme descontento que le lleva a desear poseer un reino de su propiedad.
IDENTIFICACION con su género o actividades propias de su género. Jugar ?a la mamá? y usar su ropa es buscar la identificación con la madre.
BRONCAS y enojos como ante la situación de pelear con un hermano y poder ?clavarle? la espada del príncipe en el juego.
DESEOS y sentimientos positivos.
MIEDOS y preocupaciones que se canalizan a través del juego.
¿Cómo se aprende o se enseña a jugar?
"No sé puede enseñar a jugar, nadie lo puede hacer", afirma la psicóloga Viviana Monserrat Aráoz. "Lo que se puede enseñar son las reglas de un juego o la aparente utilidad de los juguetes, pero resulta imposible instruir sobre cómo se juega porque, justamente, el juego es el hacer creativo, independiente y particular a través del cual el niño se hace a sí mismo porque elige como presentarse y relacionarse con el mundo".