06 Agosto 2008
CONTRA TODOS. La decisión de los jueces de suspender la audiencia debido al estado de salud de Bussi enardeció a los manifestantes. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
La interminable hilera de ómnibus y taxis que cada mañana atesta la esquina de Crisóstomo Alvarez y Chacabuco mutó ayer en una congestión de gendarmes, de familiares de desaparecidos y de activistas políticos que confluyeron allí durante la primera jornada del juicio oral público contra los militares retirados Antonio Bussi y Luciano Benjamín Menéndez.
El movimiento comenzó poco antes de las siete, cuando los imputados arribaron en una ambulancia y en una camioneta del Ejército, respectivamente, protegidos por una numerosa custodia. A esa hora, la esquina ya había sido vallada para evitar el tránsito vehicular. Las antenas satelitales y las combis de los canales de televisión le dieron un marco distinto a la esquina del edificio del Tribunal Oral en lo Criminal Federal. Justo sobre la ochava del inmueble, dos pantallas plasma de 29 pulgadas retrasmiteron las imágenes de lo que sucedió en la sala de audiencias.
Alrededor de las 8.30, referentes de las agrupaciones de izquierda y familiares de desaparecidos comenzaron a copar la esquina de Chacabuco y Crisóstomo Alvarez con banderas y fotos en blanco y negro. El clima de tensión, que concluiría pasado el mediodía con escaramuzas entre gendarmes y manifestantes, comenzó a percibirse cerca de las nueve. Por calle Chacabuco, pero del otro lado de las vallas, los hermanos y legisladores Ricardo y Luis José Bussi llegaron acompañados por un grupo de militantes, en su mayoría mujeres y niños, con banderas y pañuelos celestes y blancos.
Algunos, según pudo constatar LA GACETA, ni siquiera estaban al tanto del motivo de su asistencia. "Me pidieron que viniera para el ?juntaje?", reconoció Rodrigo Vega, un joven de 26 años que vive en el barrio Olleros. ¿Trabajás con alguno de los legisladores?, se le consultó. "No, nos dijeron que después de esto capaz que nos daban algo", respondió. A sus espaldas, una joven, con dos cajas de alfajores "Jorgito", gritaba por la libertad del "general Bussi". Junto a ella, Juana Herrera insistió en reclamar la inocencia del fundador de Fuerza Republicana. "Antes había seguridad, ahora nos gobiernan los montoneros", bramó María, una anciana de 70 años que no quiso dar a conocer su apellido. "Soy del general desde que vivo", agregó enardecida la mujer.
El nerviosismo de uno y otro bando fue tan palpable que Gendarmería Nacional decidió reforzar los vallados perimetrales. A las 10.21, de una vieja camioneta de la Policía provincial se bajaron cinco estructuras de hierro. Al grito de "fuera montoneros de la provincia", desde el otro sector respondían con más cánticos: "cárcel común, perpetua y efectiva; ni un solo genocida por las calles de Argentina". Sobre la ochava norte, los familiares de desaparecidos seguían con atención la lectura del requerimiento de elevación a juicio. ¿Por qué venís?, le preguntó LA GACETA a una joven bonaerense de 21 años. "Mi tía tenía 19 años cuando desapareció. Militaba en Montoneros. Este es un hecho histórico, más en una provincia en donde Bussi ganó dos elecciones", dijo Amanda Ocampo, estudiante de Arqueología. "Mi tía se llamaba igual que yo", añadió.
Al mediodía, el grupo de seguidores bussistas se había reducido a la mitad. Del otro lado, en tanto, los manifestantes seguían firmes el desarrollo de la audiencia. Incluso, el ánimo variaba según las alternativas que trasmitían las pantallas instaladas en la calle. La ira los envolvió cuando, tras el cuarto intermedio dispuesto por los jueces del tribunal, se anunció el retiro de Bussi por cuestiones de salud. Las vallas fueron vencidas y los manifestantes se abalanzaron sobre los gendarmes que, con escudos, intentaron frenar el avance. Del otro lado de la batahola, entre insultos, flashes fotográficos y recostado en una camilla, Bussi fue subido a una ambulancia del Siprosa y trasladado a un centro médico privado.
El movimiento comenzó poco antes de las siete, cuando los imputados arribaron en una ambulancia y en una camioneta del Ejército, respectivamente, protegidos por una numerosa custodia. A esa hora, la esquina ya había sido vallada para evitar el tránsito vehicular. Las antenas satelitales y las combis de los canales de televisión le dieron un marco distinto a la esquina del edificio del Tribunal Oral en lo Criminal Federal. Justo sobre la ochava del inmueble, dos pantallas plasma de 29 pulgadas retrasmiteron las imágenes de lo que sucedió en la sala de audiencias.
Alrededor de las 8.30, referentes de las agrupaciones de izquierda y familiares de desaparecidos comenzaron a copar la esquina de Chacabuco y Crisóstomo Alvarez con banderas y fotos en blanco y negro. El clima de tensión, que concluiría pasado el mediodía con escaramuzas entre gendarmes y manifestantes, comenzó a percibirse cerca de las nueve. Por calle Chacabuco, pero del otro lado de las vallas, los hermanos y legisladores Ricardo y Luis José Bussi llegaron acompañados por un grupo de militantes, en su mayoría mujeres y niños, con banderas y pañuelos celestes y blancos.
Algunos, según pudo constatar LA GACETA, ni siquiera estaban al tanto del motivo de su asistencia. "Me pidieron que viniera para el ?juntaje?", reconoció Rodrigo Vega, un joven de 26 años que vive en el barrio Olleros. ¿Trabajás con alguno de los legisladores?, se le consultó. "No, nos dijeron que después de esto capaz que nos daban algo", respondió. A sus espaldas, una joven, con dos cajas de alfajores "Jorgito", gritaba por la libertad del "general Bussi". Junto a ella, Juana Herrera insistió en reclamar la inocencia del fundador de Fuerza Republicana. "Antes había seguridad, ahora nos gobiernan los montoneros", bramó María, una anciana de 70 años que no quiso dar a conocer su apellido. "Soy del general desde que vivo", agregó enardecida la mujer.
El nerviosismo de uno y otro bando fue tan palpable que Gendarmería Nacional decidió reforzar los vallados perimetrales. A las 10.21, de una vieja camioneta de la Policía provincial se bajaron cinco estructuras de hierro. Al grito de "fuera montoneros de la provincia", desde el otro sector respondían con más cánticos: "cárcel común, perpetua y efectiva; ni un solo genocida por las calles de Argentina". Sobre la ochava norte, los familiares de desaparecidos seguían con atención la lectura del requerimiento de elevación a juicio. ¿Por qué venís?, le preguntó LA GACETA a una joven bonaerense de 21 años. "Mi tía tenía 19 años cuando desapareció. Militaba en Montoneros. Este es un hecho histórico, más en una provincia en donde Bussi ganó dos elecciones", dijo Amanda Ocampo, estudiante de Arqueología. "Mi tía se llamaba igual que yo", añadió.
Al mediodía, el grupo de seguidores bussistas se había reducido a la mitad. Del otro lado, en tanto, los manifestantes seguían firmes el desarrollo de la audiencia. Incluso, el ánimo variaba según las alternativas que trasmitían las pantallas instaladas en la calle. La ira los envolvió cuando, tras el cuarto intermedio dispuesto por los jueces del tribunal, se anunció el retiro de Bussi por cuestiones de salud. Las vallas fueron vencidas y los manifestantes se abalanzaron sobre los gendarmes que, con escudos, intentaron frenar el avance. Del otro lado de la batahola, entre insultos, flashes fotográficos y recostado en una camilla, Bussi fue subido a una ambulancia del Siprosa y trasladado a un centro médico privado.