- ¿Por qué es un desafío esta obra?
- Por que es un proyecto riesgoso. Sobre todo cuando hay un personaje con una gran multiplicidad de conductas. No sé por qué tuve que decirle que si a mi amigo Víctor Hugo Cortés. Aunque debo reconocer que estoy feliz de poder trabajar con él aquí en Tucumán.
- ¿Cómo hizo para encarar un personaje tan complejo como Bukowski?
- No fue nada fácil, desde luego. Fue un hombre que pasó por la experimentación del rechazo y del abandono, tuvo una infancia casi perversa y, como si fuera poco, era extremadamente vago. Tenía una predilección por las experiencias duras, lo que lo llevó a transitar caminos que intimidarían a cualquier ser humano normal. Y, al mismo tiempo, tiene un enorme talento que lo hace diferente a todos. De manera que retratarlo en el teatro es un enorme compromiso.
- Hacer esta obra como un unipersonal, en el que tendrá que vérselas a solas con el público, ¿no agrega un plus de dificultad?
- Una vez concebida la puesta, uno se lanza a actuar. Yo no hice muchos monólogos. Creo que sólo tengo tres o cuatro en toda mi carrera, tanto teatral como cinematográfica y televisiva, pero este sin dudas es el más complicado. Porque debo pasar por una gran cantidad de estados de ánimo, empezando por un estado etílico moderado, hasta la gran borrachera final, para terminar diciendo: "aún es agradable ser Bukowski.
- ¿Hay una diferencia grande entre hacer este personaje en teatro o en el cine?
- La interpretación del personaje es la misma. Lo que cambia es la técnica. En el teatro uno está absolutamente solo con su alma frente al público. En cine, el contrapunto lo da la cámara. Lo mismo sucede en la televisión.
- Esta obra marca su retorno a los escenarios tucumanos...
- Así es. Hace 27 años que no hago teatro en Tucumán, de manera que vengo a reencontrarme con mi público. Aunque también aspiro a que me conozcan, por lo menos, dos generaciones más. Hace tiempo que me fui a probar suerte en Buenos Aires y, al menos conmigo, siempre hubo esa expectativa que llevó a mis comprovincianos a decir: "veamos que aprendió este hombre en Buenos Aires". Y, en este sentido, creo que muchos se equivocan. Porque, en mi caso particular, el hecho de haber pertenecido al Elenco Estable, me habilitó para hacer una gran cantidad de trabajos. Hasta yo mismo quedé sorprendido con las puertas que se abrieron.
- ¿Fueron duros sus comienzos en la Capital?
- Debo reconocer que tuve una suerte enorme. Porque sin conocer a nadie pude hacer contactos importantes, como Adolfo Aristarain, con el que trabajé en mi primer largometraje importante.
- ¿Lo llaman para hacer televisión?
- Considero a la TV como un medio nobilísimo de expresión. Pero creo que se está haciendo un mal uso de ella. La pequeña pantalla crea mucha expectativa y está desalojando a los verdaderos actores; a los que, por ejemplo, no necesitan micrófonos para hablar en el escenario y que hoy ni siquiera tienen espacio en los teatros.