Terrible anonimato de la red

Terrible anonimato de la red

Por Federico Turpe -Redacción LA GACETA.

Como un alud de montaña, internet globalizada arrasa con todo a su paso. Lo bueno, lo malo y lo feo. El curioso introvertido, el adicto al juego, el laburante empedernido y el ocioso incurable. Todos transitan las redes infinitas de la web y al hacerlo las siguen tejiendo.
Esta revolución de las relaciones humanas, antes que de las comunicaciones, como en general se la presenta, se sirve de un elemento fundamental, que es el combustible de este fuego virtual: el anonimato.
Sin los incógnitos de la red un gran porcentaje de los contenidos de internet no existiría. Y no hablamos de personas, sino de usuarios, de cuentas, de nicks.
El mismo chico “popular” de Facebook, o la jovencita que hace furor con una canción en YouTube, pueden ser además los hackers más peligrosos.
Degenerados aberrantes y genios tímidos se sirven por igual del anonimato. Y viene bien saber que uno de cada cinco niños ha recibido propuestas sexuales y uno de cada cuatro ha encontrado pornografía indeseada en la red.
El 60% de los adolescentes recibió correo electrónico o mensajes instantáneos de un extraño y la mitad ha contestado.
El 20% de los padres no supervisa a sus hijos cuando usan internet y el 71% deja de controlarlos después de que cumplen 14 años, cuando el 72 % de los niños desaparecidos relacionados a internet son adolescentes de más de 15 años.
Hace décadas, el pederasta del barrio cazaba a víctimas inocentes en la plaza o en su entorno familiar.  Ahora también lo hace en internet, porque hoy en la web hay más niños que en las plazas.

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