24 Julio 2008
BUENOS AIRES.- Alberto Fernández acompañó a los Kirchner desde que comenzaron a soñar con llegar a la Casa Rosada, cuando el colapso de 2001 todavía hacía sentir muy fuerte los efectos de la crisis. Se convirtió en el hombre de confianza del matrimonio, a tal punto que llegó a ser considerado una bisagra entre ambos.
Esa cercanía le granjeó los celos de otros funcionarios importantes del Gobierno, pero más allá de la política siempre estuvo la economía: contó siempre con los superpoderes que hicieron de su lapicera la más poderosa del país. El Gobierno no se movía si una firma suya no lo avalaba. Con los poderes extraordinarios, el jefe de Gabinete puede modificar partidas presupuestarias a discreción y reasignar recursos presupuestarios con su propia firma. En 2006, Alberto Fernández manejó discrecionalmente $ 106.000 millones. Ahora, su reemplazante, Sergio Massa, heredará la lapicera millonaria.
La nota
Fernández renunció con una breve misiva (tiene sólo cuatro párrafos) pero anticipa la posibilidad de más cambios. Habla de una nueva etapa del Gobierno. Allí, el jefe de Gabinete saliente asegura que desde el 25 de mayo de 2003, día en que asumió el cargo de la mano del ex presidente Néstor Kirchner, ha puesto su “más absoluta convicción” de que se estaba protagonizando “un profundo cambio de la realidad argentina” (ver más detalles en “Se abre…). Su alejamiento del Gobierno, sin embargo, no se produjo en buenos términos.
El matrimonio presidencial no esperaba su dimisión, al menos ahora, y ya habían manifestado su intención de que continúe en el Poder Ejecutivo. Pero, desgastado por su enfrentamiento con Julio De Vido y por el diferendo con el campo, precipitó su decisión. Fueron varias las gotas que rebasaron el vaso: la última fue el nombramiento de un funcionario ligado al ministro de Planificación al frente de la Secretaría de Agricultura, Carlos Cheppi, en reemplazo de Javier de Urquiza. La jugada implicó un fuerte aval al polémico De Vido, quien cobra así más poder dentro del gabinete y gana la pulseada que siempre mantuvo con Fernández. Sus discrepancias con los cuestionados secretarios de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y de Transporte, Hugo Jaime, entre otros adversarios, tampoco fueron un secreto para quienes conocían las internas de Balcarce 50. En la intimidad, Fernández siempre estuvo en primera fila para criticar los controvertidos métodos del secretario de Comercio en el control de precios. (DyN-NA-Especial)
Esa cercanía le granjeó los celos de otros funcionarios importantes del Gobierno, pero más allá de la política siempre estuvo la economía: contó siempre con los superpoderes que hicieron de su lapicera la más poderosa del país. El Gobierno no se movía si una firma suya no lo avalaba. Con los poderes extraordinarios, el jefe de Gabinete puede modificar partidas presupuestarias a discreción y reasignar recursos presupuestarios con su propia firma. En 2006, Alberto Fernández manejó discrecionalmente $ 106.000 millones. Ahora, su reemplazante, Sergio Massa, heredará la lapicera millonaria.
La nota
Fernández renunció con una breve misiva (tiene sólo cuatro párrafos) pero anticipa la posibilidad de más cambios. Habla de una nueva etapa del Gobierno. Allí, el jefe de Gabinete saliente asegura que desde el 25 de mayo de 2003, día en que asumió el cargo de la mano del ex presidente Néstor Kirchner, ha puesto su “más absoluta convicción” de que se estaba protagonizando “un profundo cambio de la realidad argentina” (ver más detalles en “Se abre…). Su alejamiento del Gobierno, sin embargo, no se produjo en buenos términos.
El matrimonio presidencial no esperaba su dimisión, al menos ahora, y ya habían manifestado su intención de que continúe en el Poder Ejecutivo. Pero, desgastado por su enfrentamiento con Julio De Vido y por el diferendo con el campo, precipitó su decisión. Fueron varias las gotas que rebasaron el vaso: la última fue el nombramiento de un funcionario ligado al ministro de Planificación al frente de la Secretaría de Agricultura, Carlos Cheppi, en reemplazo de Javier de Urquiza. La jugada implicó un fuerte aval al polémico De Vido, quien cobra así más poder dentro del gabinete y gana la pulseada que siempre mantuvo con Fernández. Sus discrepancias con los cuestionados secretarios de Comercio Interior, Guillermo Moreno, y de Transporte, Hugo Jaime, entre otros adversarios, tampoco fueron un secreto para quienes conocían las internas de Balcarce 50. En la intimidad, Fernández siempre estuvo en primera fila para criticar los controvertidos métodos del secretario de Comercio en el control de precios. (DyN-NA-Especial)
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