16 Julio 2008
Gatos y chacareras en Palermo. ¿Quién diría? La señorial y vertiginosa avenida del Libertador, nada más diferente a una tierra surcada y silenciosa del interior, se pareció ayer a un festival folclórico, pero con poco para celebrar.
El Monumento de los Españoles, una estructura obsequiada por España a la Argentina cuando nuestro país cumplió el 100 aniversario de la Independencia, constituyó un escenario singular donde entre una masa diversa y auténtica de ciudadanos se pudo reconocer un único reclamo: el cambio en el modelo de gestión del Gobierno nacional.
Las retenciones al 44,1% para la soja y el esquema de movilidad instaurado el 11 de marzo pasado han quedado ya en un segundo plano. Desde entonces, el campo ha hecho crecer su malestar por la polémica resolución 125, y miles de argentinos le añadieron los suyos: las mentiras del Indec; la conducción a dedo; el unitarismo en el manejo de las finanzas; la maquiavélica relación con gobernadores, con intendentes y con parlamentarios; la corrupción; la presión de las fuerzas piqueteras de choque paraoficiales; los agravios; el autoritarismo, la falta de transparencia. Todo se ha convertido en una inmensa bola de nieve que no para de crecer.
La administración de Cristina Fernández de Kirchner -y su influyente entorno- necesariamente debe admitir que la movilización de ayer ya no fue sólo un reclamo sectorial, sino claramente general, y entender que pase lo que pase hoy en el Senado, el país seguirá aturdido en las próximas semanas. De una considerable vuelta de tuerca depende que la situación encuentre una salida potable a estas difíciles arenas movedizas que han atrapado a todo el país.
El Monumento de los Españoles, una estructura obsequiada por España a la Argentina cuando nuestro país cumplió el 100 aniversario de la Independencia, constituyó un escenario singular donde entre una masa diversa y auténtica de ciudadanos se pudo reconocer un único reclamo: el cambio en el modelo de gestión del Gobierno nacional.
Las retenciones al 44,1% para la soja y el esquema de movilidad instaurado el 11 de marzo pasado han quedado ya en un segundo plano. Desde entonces, el campo ha hecho crecer su malestar por la polémica resolución 125, y miles de argentinos le añadieron los suyos: las mentiras del Indec; la conducción a dedo; el unitarismo en el manejo de las finanzas; la maquiavélica relación con gobernadores, con intendentes y con parlamentarios; la corrupción; la presión de las fuerzas piqueteras de choque paraoficiales; los agravios; el autoritarismo, la falta de transparencia. Todo se ha convertido en una inmensa bola de nieve que no para de crecer.
La administración de Cristina Fernández de Kirchner -y su influyente entorno- necesariamente debe admitir que la movilización de ayer ya no fue sólo un reclamo sectorial, sino claramente general, y entender que pase lo que pase hoy en el Senado, el país seguirá aturdido en las próximas semanas. De una considerable vuelta de tuerca depende que la situación encuentre una salida potable a estas difíciles arenas movedizas que han atrapado a todo el país.
NOTICIAS RELACIONADAS
Lo más popular