16 Julio 2008
BUENOS AIRES (De nuestro enviado especial, Juan José Domínguez).- El sol porteño alumbraba con claridad las arrugas del viejo gringo. Acostumbrado a su verde Rosario, Buenos Aires le sentaba un tanto extraña, poco familiar. Estaba apoyado en las rejas que dan al zoológico de Palermo y estaba impávido frente al fervor de la multitud que se acumuló en torno del Monumento de los Españoles. Pensaba en su tierra. Pensaba en los Kirchner. Pensaba en el futuro.
“Vine para participar de este acontecimiento, que, estoy seguro, es una bisagra en la historia del país. La Argentina después de hoy no será más la misma de ayer”, dice con gran convicción. “Quiero formar parte del nuevo país. Si me quedo en mi casa a mirar esto por la televisión, no sirve. No soy ningún nene. Dentro de unos días cumplo 69. Y realmente siento que, si no hago algo, dejo pasar el tren. Me faltarán, tal vez, 15 años de vida. Y voy a tratar de vivirlos lo mejor que pueda”, acota.
Horacio Enz, además de ser jubilado, posee “un pedacito de campo” de 40 hectáreas que heredó de sus padres. Es de los que últimamente se ha dado en llamar pequeño productor y se declara seguro de que el Gobierno nacional está haciendo mal las cosas.
“Las retenciones sí deben existir, porque, si no, realmente estaríamos ganando mucha plata. Un exceso de plata. Entonces, algo debe haber, pero no nos tienen que matar. No nos pueden impedir producir. Yo, para poder sembrar el trigo, por ejemplo, no puse fertilizantes. Así, en lugar de los 30 quintales por hectárea, saldrán 15. Y créame que no me alcanzó la plata para comprar los productos”, lamenta.
Descreído del proyecto oficialista que se debatirá hoy en el Senado, Enz sostiene que el conflicto se va a solucionar el día en que cambie la mentalidad de los gobernantes. “Si se aprueba esta ley, voy a tener que entregar certificado hasta el ADN de mi tatarabuelo para poder cobrar la devolución de lo que ya me quitaron. Es ridículo. Yo tengo absolutamente todo en blanco. No tengo ni un gramo de trigo sin declarar. Ni un centavo sin declarar. Sin embargo, no tiene sentido hacer el trámite para tratar de recibir la compensación. Primero, porque no significa nada. Y segundo, porque no lo calculan sobre el valor real de la soja, sino sobre el que dice el Gobierno nacional”, explica, demostrando que a los números los tiene bien claros. Enz es una de las 250.000 personas que en la tarde de ayer vinieron a esta ciudad a sumarse al reclamo del campo.
Buen momento
“Soy totalmente apolítica. Tal vez eso sea un defecto de la gente joven en este país. Pero quizás este sea un buen momento para comenzar a intervenir y para que no ocurran estos atropellos. Me vine sola hasta aquí para alentar la moción del campo, que está en contra de lo que hace el Gobierno, de su carácter autoritario, dictatorial, y de sus medidas inconstitucionales”, afirma María Zorraquín, mientras hace descansar la bandera celeste y blanca sobre su espalda.
La filósofa de 32 años entiende que la multitudinaria movilización responde a un reclamo más profundo que el de la política de retenciones a las exportaciones. “Se trata de un pedido de cambio de fondo del Gobierno, de su modo de pensar al país. Y es algo que necesitamos enfrentar ahora”, asevera.
También la jubilada Isabel Méndez, de 61 años, apunta a una cuestión de actitud. “La gente ya está harta del patoterismo, de un gobierno que miente, que distribuye la riqueza para los de arriba y empobrece cada vez más a la mayoría de la población; que nos miente con el Indec, que dice que hay menos pobreza y que hay más empleo, y es todo al revés. En el Conurbano hay que ver la miseria que hay”, exhorta la mujer, que milita en el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST).
“Harta de las mentiras y de los macaneos”, Laura Cabeza Quiroga afirma que la de la Argentina no es una democracia, sino una dedocracia. “Al Gobierno le hace falta escuchar un poco más”, expresa la docente porteña.
“Vine para participar de este acontecimiento, que, estoy seguro, es una bisagra en la historia del país. La Argentina después de hoy no será más la misma de ayer”, dice con gran convicción. “Quiero formar parte del nuevo país. Si me quedo en mi casa a mirar esto por la televisión, no sirve. No soy ningún nene. Dentro de unos días cumplo 69. Y realmente siento que, si no hago algo, dejo pasar el tren. Me faltarán, tal vez, 15 años de vida. Y voy a tratar de vivirlos lo mejor que pueda”, acota.
Horacio Enz, además de ser jubilado, posee “un pedacito de campo” de 40 hectáreas que heredó de sus padres. Es de los que últimamente se ha dado en llamar pequeño productor y se declara seguro de que el Gobierno nacional está haciendo mal las cosas.
“Las retenciones sí deben existir, porque, si no, realmente estaríamos ganando mucha plata. Un exceso de plata. Entonces, algo debe haber, pero no nos tienen que matar. No nos pueden impedir producir. Yo, para poder sembrar el trigo, por ejemplo, no puse fertilizantes. Así, en lugar de los 30 quintales por hectárea, saldrán 15. Y créame que no me alcanzó la plata para comprar los productos”, lamenta.
Descreído del proyecto oficialista que se debatirá hoy en el Senado, Enz sostiene que el conflicto se va a solucionar el día en que cambie la mentalidad de los gobernantes. “Si se aprueba esta ley, voy a tener que entregar certificado hasta el ADN de mi tatarabuelo para poder cobrar la devolución de lo que ya me quitaron. Es ridículo. Yo tengo absolutamente todo en blanco. No tengo ni un gramo de trigo sin declarar. Ni un centavo sin declarar. Sin embargo, no tiene sentido hacer el trámite para tratar de recibir la compensación. Primero, porque no significa nada. Y segundo, porque no lo calculan sobre el valor real de la soja, sino sobre el que dice el Gobierno nacional”, explica, demostrando que a los números los tiene bien claros. Enz es una de las 250.000 personas que en la tarde de ayer vinieron a esta ciudad a sumarse al reclamo del campo.
Buen momento
“Soy totalmente apolítica. Tal vez eso sea un defecto de la gente joven en este país. Pero quizás este sea un buen momento para comenzar a intervenir y para que no ocurran estos atropellos. Me vine sola hasta aquí para alentar la moción del campo, que está en contra de lo que hace el Gobierno, de su carácter autoritario, dictatorial, y de sus medidas inconstitucionales”, afirma María Zorraquín, mientras hace descansar la bandera celeste y blanca sobre su espalda.
La filósofa de 32 años entiende que la multitudinaria movilización responde a un reclamo más profundo que el de la política de retenciones a las exportaciones. “Se trata de un pedido de cambio de fondo del Gobierno, de su modo de pensar al país. Y es algo que necesitamos enfrentar ahora”, asevera.
También la jubilada Isabel Méndez, de 61 años, apunta a una cuestión de actitud. “La gente ya está harta del patoterismo, de un gobierno que miente, que distribuye la riqueza para los de arriba y empobrece cada vez más a la mayoría de la población; que nos miente con el Indec, que dice que hay menos pobreza y que hay más empleo, y es todo al revés. En el Conurbano hay que ver la miseria que hay”, exhorta la mujer, que milita en el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST).
“Harta de las mentiras y de los macaneos”, Laura Cabeza Quiroga afirma que la de la Argentina no es una democracia, sino una dedocracia. “Al Gobierno le hace falta escuchar un poco más”, expresa la docente porteña.
NOTICIAS RELACIONADAS
Lo más popular