01 Julio 2008
BUENOS AIRES.- El coqueto barrio de San Isidro quedó conmocionado cuando se descubrió que los Puccio, una familia reconocida y prestigiosa del barrio, se dedicaba a secuestrar empresarios o a sus familiares para exigir millonarios rescates.
La metodología utilizada por los Puccio para tratar a sus víctimas sorprendió a los investigadores. El sótano de la casona de San Isidro era utilizado como depósito, pero mantenía oculto un calabozo.
Los secuestradores hacían creer a los cautivos que estaban ocultos en un campo. Para eso colocaban un ventilador detrás de unos fardos de pasto húmedo. Las víctimas eran alimentadas con una taza de té caliente por día, algunas galletitas, queso y alfajores.
Nélida Bollini de Prado, la única sobreviviente, declaró ante la Justicia que la mantenían encadenada de pies y manos y sólo era liberada cuando necesitaba ir al baño, que estaba hecho con un tacho de 20 litros y una tabla. La mujer nunca fue higienizada en los 36 días que estuvo encerrada.
Las otras víctimas del “clan Puccio” no tuvieron la misma suerte. Ricardo Manoukian fue secuestrado y asesinado, a pesar de que se pagó un rescate de 1 millón de dólares. Lo mismo ocurrió con Eduardo Aulet -su familia abonó U$S 100.000 para que sea liberado-. En tanto que Emilio Naum fue asesinado cuando se resistió a ser secuestrado.
La Justicia, después de muchas idas y vueltas, condenó a seis personas por integrar la banda. Arquímedes Puccio y su hijo Alejandro, Guillermo Laborda, Roberto Oscar Díaz, Victoriano Franco y Gustavo Contepomi. Vale aclarar que también fue acusado y luego absuelto Daniel Puccio.
Alejandro aseguró que, después de su detención, nunca más habló con su padre ni con su hermano, a los que consideró como los responsables de su situación. “Me tocó un padre que no tuve la opción de elegir”, aseguró el ex rugbier. (Telam y Especial)
La metodología utilizada por los Puccio para tratar a sus víctimas sorprendió a los investigadores. El sótano de la casona de San Isidro era utilizado como depósito, pero mantenía oculto un calabozo.
Los secuestradores hacían creer a los cautivos que estaban ocultos en un campo. Para eso colocaban un ventilador detrás de unos fardos de pasto húmedo. Las víctimas eran alimentadas con una taza de té caliente por día, algunas galletitas, queso y alfajores.
Nélida Bollini de Prado, la única sobreviviente, declaró ante la Justicia que la mantenían encadenada de pies y manos y sólo era liberada cuando necesitaba ir al baño, que estaba hecho con un tacho de 20 litros y una tabla. La mujer nunca fue higienizada en los 36 días que estuvo encerrada.
Las otras víctimas del “clan Puccio” no tuvieron la misma suerte. Ricardo Manoukian fue secuestrado y asesinado, a pesar de que se pagó un rescate de 1 millón de dólares. Lo mismo ocurrió con Eduardo Aulet -su familia abonó U$S 100.000 para que sea liberado-. En tanto que Emilio Naum fue asesinado cuando se resistió a ser secuestrado.
La Justicia, después de muchas idas y vueltas, condenó a seis personas por integrar la banda. Arquímedes Puccio y su hijo Alejandro, Guillermo Laborda, Roberto Oscar Díaz, Victoriano Franco y Gustavo Contepomi. Vale aclarar que también fue acusado y luego absuelto Daniel Puccio.
Alejandro aseguró que, después de su detención, nunca más habló con su padre ni con su hermano, a los que consideró como los responsables de su situación. “Me tocó un padre que no tuve la opción de elegir”, aseguró el ex rugbier. (Telam y Especial)
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